Crisis de los alimentos
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Eduardo Costantini Crisis de los alimentos Presidente de Consultatio y director del Museo Malba. Se comprende la preocupación por la suba del precio de los alimentos, que evidentemente tiene el serio inconveniente que disminuye el poder adquisitivo de los sectores menos favorecidos. Dentro de un presupuesto mensual, el peso de los alimentos obviamente es muy significativo. Ese aumento es estructural; en los últimos años vemos un fenómeno nuevo, el cambio de precios relativos de los materias básicas y también del precio de los alimentos, precisamente producido por el hecho del advenimiento de una muy significativa cantidad de población en el mundo que se incorpora al mercado de trabajo y al desarrollo económico. Es decir, el origen principal es un aumento en la demanda estructural de estos productos y la buena noticia es la incorporación de una mayor cantidad de familias a una mejor calidad de vida. El desafío que tiene el mundo es instrumentar políticas para aumentar la oferta de alimentos. Por otro lado la responsabilidad que tiene cada uno de los países es insertarse en el mundo a través de políticas consistentes con una mayor tasa de crecimiento acompañando el aumento en el crecimiento mundial que se viene viendo dando, sobre todo en los países de la periferia. Aquella promesa que parecía se iba a cumplir en la década del 90, que era el mayor crecimiento de los países emergentes y también de los países del centro, se frustró por distintas y sucesivas crisis que hubieron principalmente en Latinoamérica y Asia. Lo que estamos viendo en este nuevo milenio es que desde el año 2000 estos países están convergiendo con políticas macroeconómicas coherentes. Importantes países de Asia y también de Latinoamérica están teniendo en el mediano plazo una mayor tasa de crecimiento. La buena noticia en Latinoamérica es que salvo algunos pocos países, la generalidad está convergiendo en una política coherente y eso produce un proceso de crecimiento sostenido. A su vez, un factor de crecimiento es precisamente este cambio de precios relativos que beneficia a Latinoamérica como productora de alimentos. Entonces, el secreto de los países es, por un lado, instrumentar políticas que incentiven el aumento de la oferta de alimentos y la inversión en esos sectores, y a su vez que apliquen políticas macroeconómicas coherentes para que ese país se integre a este proceso de mayor crecimiento con más justas políticas distributivas. Es probable que el mundo continúe con este comportamiento de precios más elevados de los alimentos, y el secreto entonces es crecer a la par de la mayor tasa de crecimiento de la economía mundial. Hay países que se ven muy afectados frente a esta suba de los alimentos, sobre todo algunos africanos, que no están teniendo las inversiones, la estabilidad política o económica para producir un proceso de crecimiento. Esos países, esas poblaciones y esas familias se encuentran en el peor de los mundos porque se encuentran frente a productos, que multiplicaron su valor, y no tienen cómo enfrentar esos valores porque no pueden acceder a un proceso sostenido de crecimiento.
Por otro lado, otro tema al que quería referirme, es el de la responsabilidad social de una sociedad y siempre repito que en nuestro país no hay un reconocimiento estratégico del rol del sector privado, de las familias y de las empresas en la inversión social. Hay sociedades, como la norteamericana, la europea también pero un poco menos, en las que las familias y las empresas tienen un rol protagónico en la inversión social. Se observan claramente significativas inversiones, realmente millonarias, incluso a nivel empresarial, en la formación de hospitales, universidades, en el sostenimiento de colegios primarios y secundarios, bibliotecas y museos. Son realizadas precisamente por familias y empresas con políticas por parte del gobierno que incentivan a través de la desgravación fiscal este tipo de inversiones. Pero a su vez el sector público ayuda a los concejos de estas instituciones, a veces en forma conjunta hacen sus campañas de lo que llaman “funding”, es decir de donaciones, y a su vez la sociedad premia a los participantes en estas instituciones. Se produce un círculo virtuoso porque estas instituciones son de excelencia. Hay centros de investigación, medicinales, científicos, que realmente son baluartes en cada una de las instituciones que se desempeñan. En el caso de los museos, es realmente impresionante la calidad de las instituciones y la diversidad de familias que participan, las colecciones invalorables que se fueron dando a través de las décadas, y el crecimiento vertiginoso de esas instituciones. La poca experiencia que he venido recogiendo en los últimos 10 años, sobre todo con el nacimiento del Malba, es ver como el sector público se para frente a proyectos privados diferenciándolos, y yo no diría que compite, pero lo ve como por ser un proyecto privado se estuviera haciendo usufructo de ello, u obteniendo una ganancia o un rédito del mismo, en vez de verse como una verdadera inversión social sencillamente administrada o fundada por familias o empresas, dependiendo de la institución. Cuando intentamos ampliar el Malba por debajo de la plaza Perú, la posición del gobierno anterior de la ciudad fue pedir una compensación en términos de aportes a la ciudad. O sea que a pesar de que aumente el déficit operativo del Malba, porque cualquier institución que se agranda, sea un hospital, una biblioteca o museo, aumenta el déficit, debía haber una compensación para la ciudad. Pero si nosotros vamos a aumentar la cantidad de público, vamos a ampliar la sala de exhibición permanente, vamos a hacer dos auditorios más, vamos a aumentar el programa de educación, porque no tratan de ayudar a que la inversión sea menor y no mayor. Sin embargo, se da esto que es cultural e ideológico de la separación entre lo público y lo privado. Si un político inteligente viese al revés la ecuación y se fijase en el beneficio público de una inversión también pública realizada por un privado, teniendo en cuenta que hay segmentos de la población que tiene ahorro y tiene riqueza, podría asociarse y tratar de incentivar y persuadir, hablando con los empresarios y las familias más representativas y más pudientes de la Argentina, para que tengan mayores iniciativas de inversión social, y para obviamente mejorar el beneficio social en una sociedad que claramente tiene un serio déficit en materia hospitalaria, en materia de museos, bibliotecas y colegios. Argentina se encuentra en la situación de ese relativo divorcio entre el sector público y el sector privado con sus instituciones en el peor de los mundos: escaso presupuesto público con insuficiente respaldo privado y obviamente con instituciones débiles. Claramente los colegios, las universidades, los museos, las bibliotecas dejan bastante que desear, y así también los servicios que deberían prestar. Deberíamos hacer el esfuerzo, no por el caso de una institución en particular, ni por un tipo de institución. Se habla de la Ley de Mecenazgo. A pesar que yo sobre todo actúo en el
ámbito de la cultura pienso que no hay que hacer una ley de mecenazgo que premie la inversión social en cultura si no tenemos una ley nacional para todo tipo de inversión social. Con la Ley de Mecenazgo si alguien apoya a una institución cultural tiene un cierto beneficio pero si apoya a un hospital no lo tiene. Tiene que haber una política de Estado nacional que realmente incentive la inversión social por parte del sector privado, es decir por parte de las empresas y las familias. --Exposición en la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, que organiza el Foro Ecuménico Social. Más información en la revista Foro E en www.foroecumenico.com
Eduardo Costantini Crisis de los alimentos Presidente de Consultatio y director del Museo Malba. Se comprende la preocupación por la suba del precio de los alimentos, que evidentemente tiene el serio inconveniente que disminuye el poder adquisitivo de los sectores menos favorecidos. Dentro de un presupuesto mensual, el peso de los alimentos obviamente es muy significativo. Ese aumento es estructural; en los últimos años vemos un fenómeno nuevo, el cambio de precios relativos de los materias básicas y también del precio de los alimentos, precisamente producido por el hecho del advenimiento de una muy significativa cantidad de población en el mundo que se incorpora al mercado de trabajo y al desarrollo económico. Es decir, el origen principal es un aumento en la demanda estructural de estos productos y la buena noticia es la incorporación de una mayor cantidad de familias a una mejor calidad de vida. El desafío que tiene el mundo es instrumentar políticas para aumentar la oferta de alimentos. Por otro lado la responsabilidad que tiene cada uno de los países es insertarse en el mundo a través de políticas consistentes con una mayor tasa de crecimiento acompañando el aumento en el crecimiento mundial que se viene viendo dando, sobre todo en los países de la periferia. Aquella promesa que parecía se iba a cumplir en la década del 90, que era el mayor crecimiento de los países emergentes y también de los países del centro, se frustró por distintas y sucesivas crisis que hubieron principalmente en Latinoamérica y Asia. Lo que estamos viendo en este nuevo milenio es que desde el año 2000 estos países están convergiendo con políticas macroeconómicas coherentes. Importantes países de Asia y también de Latinoamérica están teniendo en el mediano plazo una mayor tasa de crecimiento. La buena noticia en Latinoamérica es que salvo algunos pocos países, la generalidad está convergiendo en una política coherente y eso produce un proceso de crecimiento sostenido. A su vez, un factor de crecimiento es precisamente este cambio de precios relativos que beneficia a Latinoamérica como productora de alimentos. Entonces, el secreto de los países es, por un lado, instrumentar políticas que incentiven el aumento de la oferta de alimentos y la inversión en esos sectores, y a su vez que apliquen políticas macroeconómicas coherentes para que ese país se integre a este proceso de mayor crecimiento con más justas políticas distributivas. Es probable que el mundo continúe con este comportamiento de precios más elevados de los alimentos, y el secreto entonces es crecer a la par de la mayor tasa de crecimiento de la economía mundial. Hay países que se ven muy afectados frente a esta suba de los alimentos, sobre todo algunos africanos, que no están teniendo las inversiones, la estabilidad política o económica para producir un proceso de crecimiento. Esos países, esas poblaciones y esas familias se encuentran en el peor de los mundos porque se encuentran frente a productos, que multiplicaron su valor, y no tienen cómo enfrentar esos valores porque no pueden acceder a un proceso sostenido de crecimiento.
Por otro lado, otro tema al que quería referirme, es el de la responsabilidad social de una sociedad y siempre repito que en nuestro país no hay un reconocimiento estratégico del rol del sector privado, de las familias y de las empresas en la inversión social. Hay sociedades, como la norteamericana, la europea también pero un poco menos, en las que las familias y las empresas tienen un rol protagónico en la inversión social. Se observan claramente significativas inversiones, realmente millonarias, incluso a nivel empresarial, en la formación de hospitales, universidades, en el sostenimiento de colegios primarios y secundarios, bibliotecas y museos. Son realizadas precisamente por familias y empresas con políticas por parte del gobierno que incentivan a través de la desgravación fiscal este tipo de inversiones. Pero a su vez el sector público ayuda a los concejos de estas instituciones, a veces en forma conjunta hacen sus campañas de lo que llaman “funding”, es decir de donaciones, y a su vez la sociedad premia a los participantes en estas instituciones. Se produce un círculo virtuoso porque estas instituciones son de excelencia. Hay centros de investigación, medicinales, científicos, que realmente son baluartes en cada una de las instituciones que se desempeñan. En el caso de los museos, es realmente impresionante la calidad de las instituciones y la diversidad de familias que participan, las colecciones invalorables que se fueron dando a través de las décadas, y el crecimiento vertiginoso de esas instituciones. La poca experiencia que he venido recogiendo en los últimos 10 años, sobre todo con el nacimiento del Malba, es ver como el sector público se para frente a proyectos privados diferenciándolos, y yo no diría que compite, pero lo ve como por ser un proyecto privado se estuviera haciendo usufructo de ello, u obteniendo una ganancia o un rédito del mismo, en vez de verse como una verdadera inversión social sencillamente administrada o fundada por familias o empresas, dependiendo de la institución. Cuando intentamos ampliar el Malba por debajo de la plaza Perú, la posición del gobierno anterior de la ciudad fue pedir una compensación en términos de aportes a la ciudad. O sea que a pesar de que aumente el déficit operativo del Malba, porque cualquier institución que se agranda, sea un hospital, una biblioteca o museo, aumenta el déficit, debía haber una compensación para la ciudad. Pero si nosotros vamos a aumentar la cantidad de público, vamos a ampliar la sala de exhibición permanente, vamos a hacer dos auditorios más, vamos a aumentar el programa de educación, porque no tratan de ayudar a que la inversión sea menor y no mayor. Sin embargo, se da esto que es cultural e ideológico de la separación entre lo público y lo privado. Si un político inteligente viese al revés la ecuación y se fijase en el beneficio público de una inversión también pública realizada por un privado, teniendo en cuenta que hay segmentos de la población que tiene ahorro y tiene riqueza, podría asociarse y tratar de incentivar y persuadir, hablando con los empresarios y las familias más representativas y más pudientes de la Argentina, para que tengan mayores iniciativas de inversión social, y para obviamente mejorar el beneficio social en una sociedad que claramente tiene un serio déficit en materia hospitalaria, en materia de museos, bibliotecas y colegios. Argentina se encuentra en la situación de ese relativo divorcio entre el sector público y el sector privado con sus instituciones en el peor de los mundos: escaso presupuesto público con insuficiente respaldo privado y obviamente con instituciones débiles. Claramente los colegios, las universidades, los museos, las bibliotecas dejan bastante que desear, y así también los servicios que deberían prestar. Deberíamos hacer el esfuerzo, no por el caso de una institución en particular, ni por un tipo de institución. Se habla de la Ley de Mecenazgo. A pesar que yo sobre todo actúo en el
ámbito de la cultura pienso que no hay que hacer una ley de mecenazgo que premie la inversión social en cultura si no tenemos una ley nacional para todo tipo de inversión social. Con la Ley de Mecenazgo si alguien apoya a una institución cultural tiene un cierto beneficio pero si apoya a un hospital no lo tiene. Tiene que haber una política de Estado nacional que realmente incentive la inversión social por parte del sector privado, es decir por parte de las empresas y las familias. --Exposición en la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, que organiza el Foro Ecuménico Social. Más información en la revista Foro E en www.foroecumenico.com
Datos
En su artículo, Eduardo Costantini presenta el desafío futuro que va a ser la crisis de los alimentos.