DEL DESENCANTO DEL VOTO POLITICO AL ENCANTO POR EL VOTO DOLAR EN UNA SOCIEDAD DE CONSUMO RESPONSABLE
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Manifestarse a favor de una opción política o anularla tiene su propio mensaje implícito pero lo frustrante son los tiempos de respuesta de este proceso de lenta interacción. Como ciudadanos de que manera podemos inconformarnos a medio ciclo político producto de un mal desempeño de nuestros elegidos, si aun no tenemos los mecanismos de interacción oportuna que en otras democracias son posibles. Mientras no tengamos estos mecanismos no nos queda más que una sensación de frustración e impotencia de no poder hacer nada sino hasta el siguiente ciclo político. Ciclo donde los candidatos de nuevo nos volverán la mirada y su atención con tal de ganarse nuestro voto y una vez pasada las elecciones no vuelven a tomar en cuenta a su electorado. Aun no hemos conquistado nuestra soberanía como electores en el ámbito político. Sin embargo, en estas sociedades democráticas y de mercado como la nuestra, existen otras formas de decidir y de votar por el modelo de sociedad al que aspiramos. Una de ellas es utilizando los mecanismos del mercado que influyen en la construcción de la sociedad a la que aspiramos sin necesidad de acudir al ámbito político. Estas otras formas tienen una ventaja mucho mayor para ejercer la soberanía como ciudadanos libres y con mucha mayor frecuencia en la interacción con el interlocutor y en ciclos inmensamente más rápidos. Este mecanismo desafortunadamente es desconocido para la mayoría de los ciudadanos a pesar de estar disponible. Me refiero a la soberanía como consumidores tenemos, el llamado “voto-dólar” (voto para incentivar el desempeño de la empresa socialmente responsable del producto o servicio que se compra y ejercer el derecho a consumir libremente en las economías de mercado en cada compra realizada). En nuestras sociedades latinoamericanas históricamente hemos delegado al gobierno la obligación de atender la problemática social y ambiental y al sector privado la función de producir los bienes y servicios para generar beneficio a sus accionistas. Sin embargo la problemática social y ambiental ha rebasado a los gobiernos. Por otra parte la confianza de la ciudadanía en el sector público ha disminuido y ha aumentado hacia el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil. Los espacios desatendidos por los gobiernos en la solución de la problemática social y ahora también ambiental, están siendo vistos por el sector privado como áreas de oportunidad para conseguir ventajas competitivas y generar riqueza compartida. Esta transformación nos da a los consumidores la capacidad de premiar o castigar a las empresas a través de sus productos y servicios que en el mercado nos ofrecen. Y por otro lado la reciente Responsabilidad Social de las Empresas las ha convertido en actores sociales capaces de contribuir en el desarrollo y diseño de nuestras sociedades, además de su ya tradicional rol económico, esto les da la posibilidad de ser evaluadas en su desempeño social y ambiental a través del proceso de compra ejercido por nosotros los consumidores. Si queremos avanzar hacia un capitalismo ético de una economía de mercado con responsabilidad social, donde las empresas pueden optar voluntariamente en asumir este rol social y ser privilegiadas por nosotros los consumidores al momento de ejercer el voto día a día con el poder de nuestra compra, es imprescindible hacer conciencia de nuestro rol como consumidores responsables. Incluso en muchos países ya existen las guías de compras socialmente responsables al alcance de los consumidores donde pueden ser orientados a través de un directorio de empresas, marcas, productos y servicios que están en el mercado cuya información refleja su desempeño en la construcción o desconstrucción de un mundo mejor a través de un análisis crítico de su desempeño social y ambiental en su propia gestión. Si la vía política de los comicios ya no es suficiente para construir un mundo mejor, entonces aprovechemos el voto que nos ofrece los propios mecanismos del mercado que como consumidores con responsabilidad social podemos ejercer y construyamos una sociedad capitalista más humana.