Responsabilidad Social Empresarial - La empresa "sostenible"
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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL (RSE). LA EMPRESA “SOSTENIBLE”
Autor:
VALENTÍN ALFAYA Ferrovial valentin.alfaya@ferrovial.es
ÍNDICE
1 INTRODUCCIÓN
2 GRANDES CAMBIOS EN LA ECONOMÍA GLOBAL QUE DAN LUGAR A NUEVAS “CONDICIONES DE CONTORNO” 2.1.1 2.1.2 2.1.3 2.1.4 2.1.5 La globalización económica Internet Los grandes “riesgos globales” Los nuevos interlocutores Los escándalos empresariales
3 ¿CÓMO RESPONDEN LAS EMPRESAS A ESTOS CAMBIOS?. DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL AL DESARROLLO SOSTENIBLE 3.1 ¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS (RSE)? 3.1.1 Otros términos que se refieren (más o menos) a lo mismo 3.2 LA RSE COMO CONTRAPARTIDA AL NEGOCIO “CORTOPLACISTA” 4 ¿QUÉ CARACTERIZA A LA “EMPRESA SOSTENIBLE”? 4.1 EL GOBIERNO CORPORATIVO 4.2 COMPROMISOS PÚBLICOS Y TRANSPARENCIA INFORMATIVA 4.2.1 Guías y recomendaciones de reporting no financiero 4.2.2 Verificación por tercera parte 4.3 LA INNOVACIÓN 4.4 APERTURA AL DIÁLOGO CON LOS GRUPOS DE INTERÉS 4.4.1 Los grupos de interés (“stakeholders”) 4.4.2 Ahora bien,... ¿cómo conocer realmente las expectativas de nuestros stakeholders? 4.4.3 Diversos cauces de comunicación para diversos grupos de interés… o “cada oveja con su pareja” 4.4.4 Relaciones con ONG y grupos de opinión 4.4.5 Las relaciones laborales 4.5 LA GESTIÓN DE LOS VALORES “INTANGIBLES” Y LA RSE 5 LA RSE Y LA COMUNIDAD FINANCIERA 5.1 EL PAPEL DE LOS MERCADOS DE CAPITALES 5.2 LAS AGENCIAS DE RESEARCH Y LOS “ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD” 5.2.1 Empresas españolas en los índices de sostenibilidad
6 DESDE LA TRIPLE CUENTA DE RESULTADOS HACIA LA PUESTA EN VALOR DE NUEVOS PRODUCTOS Y SERVICIOS 6.1 7 LA OPORTUNIDAD DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
¿CÓMO MEDIR LOS RESULTADOS DE LA RSE? 7.1 LA “HUELLA SOCIAL” (SOCIAL FOOTPRINT)
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UN INCIPIENTE MARCO REGULADOR 8.1 NORMAS Y ESTÁNDARES SOBRE RSE 8.1.1 Acuerdos y convenios que parten de instituciones supranacionales 8.1.2 Normas sobre sistemas de gestión
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LA RSE EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN A MODO DE CONCLUSIÓN
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INTRODUCCIÓN
"Me interesa el FUTURO porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida" (Woody Allen, cineasta)
Desde que el Informe Bründtland planteara formalmente las bases de lo que hoy llamamos “desarrollo sostenible”1, concepto que recurrentemente se ha reinventado en las sucesivas Cumbres de la Tierra (Río, 1992; Johannesburgo, 2002), los Programas Marco de la Unión Europea, las iniciativas de distintas instituciones (Global Compact; Global Reporting Initiative,…), etc., cada vez son más las organizaciones que comprenden que su propia actividad no puede mantenerse en el medio y largo plazo a costa de ignorar que ésta se desarrolla en un entorno social y ambiental del que se sirve y al que afecta. . En ocasiones se ha infravalorado, a veces para justificar la falta de un compromiso más allá de lo cosmético, la capacidad de las empresas para incidir en el medio natural y social, su papel como motor de cambio, así como la trascendencia a escala global de sus decisiones. Conviene tener presente, sin embargo, que en 2003 de las 100 economías mayores del planeta, 51 eran empresas. Las decisiones que toman los directivos de estas empresas afectan a poblaciones equivalentes a países enteros. Es natural, por tanto, que cada vez con más intensidad la sociedad dirija sus exigencias y expectativas no sólo a los gobiernos, sino también, y muy principalmente, a las grandes corporaciones empresariales. Ahora bien, ¿pueden las sociedades, por sí mismas, resolver los problemas y sentar las bases de un mundo más justo, basándose en las reglas del mercado?. O, por el contrario, ¿sigue siendo imprescindible la tutela de los gobiernos y de los foros mundiales donde se toman decisiones políticas?. ¿Pueden las empresas constituirse en un verdadero “motor de cambio” hacia un mundo más justo, socialmente estable? Sin ánimo de dar una respuesta dogmática a las preguntas que planteábamos más arriba, en este capítulo nos proponemos ofrecer al alumno elementos de juicio suficientes como para que pueda forjarse una opinión respecto al papel empresas pueden jugar las empresas en el desarrollo sostenible. También pretendemos que el alumno adquiera los conocimientos suficientes para forjarse una idea más o menos nítida de lo que se entiende por una “empresa sostenible”, de manera que sus prácticas puedan ser identificadas en el mercado como tales. Por último, no podemos sustraernos a ofrecer nuestra opinión sobre el impulso que la inversión socialmente responsable está teniendo en los mercados financieros, e intentar analizar qué significado tiene el creciente interés de los inversores por las empresas que evidencian prácticas de gobierno y estrategias dirigidas hacia la sostenibilidad de su negocio.
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“Aquél que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras”. (Informe de la Comisión Mundial sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible: Nuestro futuro común. 1987)
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GRANDES CAMBIOS EN LA ECONOMÍA GLOBAL QUE DAN LUGAR A NUEVAS “CONDICIONES DE CONTORNO”
Los constantes cambios en el entorno socioeconómico mundial plantean nuevos retos a las empresas. Algunos de los más importantes cambios recientes en la forma de vivir, relacionarse y hacer negocios han afectado y afectarán intensamente a la estrategia de las grandes corporaciones transnacionales. Muchos piensan que ante estas nuevas condiciones que afectan a los negocios, la sociedad global necesita empresas mejores, abiertas a los distintos grupos de interés y que no se sientan incómodas en un entorno de permanente escrutinio. Algunos de estos cambios podrían calificarse de radicales. Entre ellos analizaremos los que han contribuido de una forma decisiva al desarrollo de ese nuevo fenómeno de gestión empresarial que denominamos “responsabilidad social de las empresas” o “ responsabilidad corporativa” (sobre la terminología del asunto, ver apartado 3.1.1 más adelante). 2.1.1 LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA
El proceso de globalización de la economía se ha acelerado en la última década como consecuencia del impresionante desarrollo de los medios de comunicación y del transporte de personas y bienes. Es un hecho que cada vez existe una mayor relación económica entre unos lugares y otros, por alejados que estén en el mapa geográfico. Las decisiones adoptadas en la sede corporativa de una multinacional pueden afectar a la economía de países enteros, de la misma forma que decisiones políticas de gobiernos considerados estratégicos pueden afectar sustancialmente a las cuentas de resultados de las grandes corporaciones transnacionales. Por otra parte, como destacábamos más arriba, es cada vez mayor el peso económico, a escala global, de las grandes corporaciones transnacionales (ver Tabla 1). Muchas de estas compañías tienen sus cuarteles generales en países desarrollados, pero realizan operaciones o tienen sus cadenas de suministro en países en vías de desarrollo, con marcos normativos a veces muy distantes de los “occidentales”, sobre todo en aspectos tales como la protección del medio ambiente o los derechos laborales. Entre estas grandes multinacionales se encuentran algunos de los principales grupos de construcción de nuestro país (ver apartado 9).
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WAL-MART STORES EXXON MOBIL ROYAL DUTCH/SHELL GENERAL ELECTRIC CITIGROUP AMERICAN INAL. GROUP VODAFONE GROUP PFIZER MICROSOFT CISCO SYSTEMS REPSOL TELEFÓNICA ENDESA SCH CEPSA FERROVIAL AGBAR OHL
244.500 234.000 201.729 134.187 94.713 81.303 47.962 45.200 32.187 18.878 40.943 30.488 20.401 19.654, 13.199 7.570 2.676 2.653
EGIPTO ARABIA SAUDÍ SUIZA NORUEGA SINGAPUR KAZAJSTAN BULGARIA GUATEMALA KUWAIT LÍBANO GHANA KENIA LUXEMBURGO LÍBANO HAÍTÍ ISLANDIA SIERRA LEONA CABO VERDE
232.500 235.600 206.600 136.200 93.800 87.300 46.600 43.500 31.400 18.600 37.900 30.800 21.900 18.600 11.700 7.700 2.500 2.100
Tabla 1. Algunas de las principales economías del planeta son organizaciones empresariales. En el cuadro se comparan las cifras de negocio publicadas por las empresas, con el PIB de algunos países. En el año 2003, 51 de las 100 primeras economías del planeta eran empresas. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Banco Mundial (Indicadores de desarrollo Mundial 2002), webs corporativas de empresas y Bolsa de Madrid.
2.1.2
INTERNET
La red de redes se ha convertido en un verdadero escaparate de alcance mundial, donde cualquier noticia es recibida casi en tiempo real por millones de internautas en todo el mundo (en la actualidad se calcula que más de mil cien millones de personas están conectadas a la red). El concepto de red global, y una accesibilidad a la información sin precedentes facilitan la respuesta de la ciudadanía a las amenazas o virtudes de los productos y servicios ofertados por las empresas. La capacidad de boicot, incluso a escala planetaria, se ha convertido en una realidad gracias a las posibilidades de comunicación que ofrece internet. Pensemos tan solo en la respuesta contra Nike cuando a finales del siglo XX se hizo público que utilizaban mano de obra infantil para fabricar sus prendas deportivas; o la muy reciente campaña de dos importantes ONG como Intermón Oxfam y Médicos sin Fronteras contra una multinacional farmaceútica por la comercialización de genéricos contra el cáncer en India.
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Ilustración 1. "Pantallazo" del buscador google al incluir en el campo de búsqueda la marca "Nike". Aún hoy pueden encontrarse en internet ecos del boicot que tuvo lugar a finales del siglo pasado. El daño en la reputación y el valor de marca de las compañías puede llegar a ser irreparable.
2.1.3
LOS GRANDES “RIESGOS GLOBALES”
Recientemente la organización del Foro Económico Mundial ha publicado el resultado del estudio realizado por el “Global Risk Nertwork”2 de esta institución independiente dedicada a poner en contacto a los líderes mundiales en torno a los problemas del desarrollo global. Entre los riesgos más relevantes, según la evaluación de los expertos, se cuentan los problemas en las cadenas de suministro energético, el cambio climático, el incremento de las catástrofes naturales, la extensión de las organizaciones terroristas, la corrupción y el crimen organizado a escala internacional, o la extensión de pandemias y enfermedades infecciosas. Algunos de estos riesgos tienen una evidente relación con la actividad empresarial. Así, por ejemplo, la evolución de los precios de los combustibles y las materias primas. El agotamiento de los recursos naturales constituye una preocupación nada reciente, que ya se puso de manifiesto a principios de los setenta en el conocido informe “The limits to growth”3, promovido por el Club de Roma.
2007. Global Risks 2007. A global Risk Network Report. World Economic Forum. Davos. Disponible en www.weforum.org. 3 1972. The limits to growth. A report to The Club of Rome. D.H. Meadows et al.
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En este informe se vaticinaba que al ritmo “actual” (referido a los años setenta) de crecimiento poblacional, industrialización, contaminación medioambiental y consumo de recursos, en un plazo inferior a 100 años se saturarían los límites productivos del planeta trayendo como consecuencia un efectivo descenso del PIB mundial. En términos muy similares se ha pronunciado recientemente el conocido como “Informe Stern”, que vaticina un impacto del cambio climático en la economía mundial del orden del 20% del PIB en los próximos dos siglos. ¿Quién podría pensar que estos acontecimientos no afectan o afectarán a las empresas? Sin embargo, los expertos del Foro Económico Mundial creen que las empresas e industrias aún no son capaces de entender cuáles son los verdaderos riesgos globales, y mucho menos cómo enfrentarse con éxito a ellos o mitigarlos.4 2.1.4 LOS NUEVOS INTERLOCUTORES
Hace un par de décadas, el control de la empresa lo ejercían principalmente los gobiernos y los mercados. En este contexto que podríamos denominar “tradicional” los principales interlocutores de la empresa se situaban en los poderes públicos (gobiernos, clientes institucionales, órganos reguladores) o en el entorno financiero (financiadores, accionistas, inversores). Las empresas más avanzadas habían desarrollado ya entonces sistemas que hacían más fluida la relación e interlocución con sus clientes (sistemas de calidad) y cadenas de suministro (proveedores de productos y servicios), sin los cuáles la propia existencia del negocio se habría visto comprometida. Hoy en día, las empresas se enfrentan a la creciente importancia alcanzada por los medios de comunicación y los portavoces sociales (entre los que se incluyen las principales ONG globales), cuya relevancia les permite ahora ejercer un control real y cada vez mayor sobre las compañías. El escrutinio ejercido por estos agentes llega en ocasiones a condicionar los objetivos de crecimiento y expectativas de las empresas. Más allá de la habitual labor de denuncia, la presión y el interés del denominado “tercer sector” por influir en los grandes conglomerados empresariales ha llegado a sofisticarse hasta tal punto, que algunas ONG llegan a adquirir participaciones accionariales lo suficientemente significativas como para acudir a las Juntas de Accionistas e influir desde dentro en la toma de decisiones de las empresas. Por otra parte, en el interior de las corporaciones los empleados han ido con el tiempo organizándose de manera más eficiente llegando a convertirse en un agente de control con un indudable peso en la estrategia empresarial. En un mercado laboral cada vez más competitivo, la capacidad de las empresas para atraer y retener el talento se ha convertido en un factor crítico de éxito. La preocupación de los directivos y empresarios por aspectos tales como el clima laboral o la conciliación entre la vida profesional y familiar, no son sino reflejo de la creciente influencia de la fuerza laboral en el éxito o fracaso de las empresas.
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www.weforum.org/en/initiatives/globalrisk/index.htm
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Ilustración 2. En las últimas décadas se ha incrementado el número y la importancia relativa de los interlocutores y agentes de control, así como su capacidad de influencia en la toma de decisiones de las empresas. Fuente: Código de gobierno de la empresa sostenible. Fundación Entorno, IESE, PriceWaterhouseCoopers, 2002
2.1.5
LOS ESCÁNDALOS EMPRESARIALES
Los escándalos financieros acaecidos en los albores del siglo XXI, que afectaron a centenares de miles de clientes, usuarios y accionistas, han promovido una corriente intensa de preocupación en todo el mundo por la honestidad y ética de los directivos y líderes empresariales. Escándalos como los de ENRON y Worldcom en EE.UU. no sólo se llevaron por delante a particulares, sino también a pesos pesados del panorama político e incluso a otras empresas multinacionales (como el caso de la firma de auditoría Andersen). En Europa sufrimos las técnicas fraudulentas de los directivos de Parmalat, que arruinaron literalmente a centenares de pequeños proveedores y a decenas de millares de pequeños inversores, y en España aún tenemos muy recientes los casos de Afinsa o el Forum Filatélico. A escala global la empresa ha tenido lugar una pérdida de credibilidad como nunca antes se había conocido, lo cuál generó por un período de tiempo falta de confianza entre los inversores y la comunidad financiera. Como respuesta a esta situación, los gobiernos han puesto en marcha instrumentos normativos que tienen por objeto favorecer la transparencia de las empresas, facilitar el escrutinio público de las mismas y proteger a los accionistas. Una actitud proactiva de la empresa en el ámbito del “buen gobierno” es considerada cada vez más como una baza relevante para ganarse la confianza de los mercados.
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Ilustración 3. Los recientes escándalos financieros han tenido repercusiones de alcance global y han desencadenado respuestas por parte de los gobiernos de los países desarrollados, que han incrementado la presión reguladora sobre las empresas para prevenir el fraude.
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¿CÓMO RESPONDEN LAS EMPRESAS A ESTOS CAMBIOS?. DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL AL DESARROLLO SOSTENIBLE
¿Cómo reaccionan (o deberían reaccionar) las empresas ante los retos globales que hemos detallado en el capítulo precedente?. Primero, las empresas deberían hacer pública su estrategia de integración de las expectativas que se encuentran detrás de tales retos. Sin duda, la parte central de sus compromisos estratégicos debería articularse en torno a la creación de valor de manera sostenible, y no sólo para sus accionistas, sino también para aquellos otros grupos de interés que son relevantes para los negocios de la compañía, o que se ven afectados por sus actividades. 3.1 ¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS (RSE)?
En el contexto que hemos presentado, algunas compañías se comprometen a gestionar sus operaciones de modo que se fomente el crecimiento económico y se aumente la competitividad integrando al tiempo las preocupaciones sociales y medioambientales, en el marco de un compromiso cierto por aportar su “granito de arena” al objetivo de un desarrollo sostenible de la Humanidad. En este sentido, podemos decir que las organizaciones ejercen su responsabilidad social "cuando satisfacen las expectativas que, sobre su comportamiento, tienen los diferentes grupos de interés (stakeholders: empleados, socios, clientes, comunidades locales, grupos de presión, accionistas, proveedores,..)"5 Entre las primeras definiciones de este concepto que partió del ámbito institucional, destacaremos la que figura en el Libro Verde publicado por la Comisión Europea en 2001.6 Este documento define la RSE como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”. Según esta definición, ser “socialmente responsable” va más allá de cumplir estrictamente la legislación en los países donde la empresa opera. Se trata de invertir más y mejor en aspectos tales como el desarrollo del capital humano, la protección medioambiental o el fomento de las sociedades donde la empresa realiza sus actividades; significa también, como veremos más adelante, aprovechar las oportunidades que esta visión ofrece para mejorar la competitividad e, incluso, identificar nuevas oportunidades de negocio (ver apartado 6). Significa que, más allá del beneficio económico, la principal función de una empresa consiste en crear valor con la producción de bienes y servicios que respondan a la demanda de la sociedad y generar de este modo beneficios sostenibles para sus propietarios y accionistas, así como bienestar para la sociedad en general, en particular gracias a un proceso continuo de creación de empleo. De hecho, cada vez son más los empresarios que ven en un comportamiento responsable un camino cierto para alcanzar el éxito comercial y proporcionar beneficios duraderos para sus accionistas. De ahí que algunas de las empresas líderes en todo el mundo hayan apostado firmemente por este camino como garantía de su supervivencia a largo plazo.
Cit. en “Sostenibilidad y empresas cotizadas. Análisis y recomendaciones”. Grupo de Trabajo nº21 del VI Congreso Nacional de Medio Ambiente. Madrid, 2002 6 2001. Libro Verde. Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. COM(2001) 366. Comisión de las Comunidades Europeas. Bruselas.
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3.1.1
OTROS TÉRMINOS QUE SE REFIEREN (MÁS O MENOS) A LO MISMO
Como sucede a menudo, la proliferación bibliográfica ha dado lugar a una multiplicidad de conceptos más o menos vinculados a eso que llamamos RSE. De hecho, según varios autores alguna de las cuestiones más relevantes a debate es precisamente el propio concepto7. Nosotros no le damos tanta importancia al asunto, si bien es cierto que la confusión reinante entre términos tales como “responsabilidad social”, “sostenibilidad empresarial”, “ética empresarial”... y sus estrechos vínculos con otros como “reputación corporativa”, no contribuyen precisamente a facilitar los acuerdos y las posturas consensuadas en torno a este tema. A veces el significado que damos a los distintos conceptos depende del contexto profesional del que cada cual procede. Así, por ejemplo, aquellos que ejercían su actividad en el ámbito social de la empresa incluyen en él los aspectos relativos a la ética y al medio ambiente, ya que consideran que la palabra “social” (del latín socialis, relativo o perteneciente a la sociedad) abarca todo aquello que da sentido a la sociedad; es decir, su entorno y las reglas por las que se rige. Los que proceden del ámbito del medio ambiente, por otra parte, se apoyan en la definición del Diccionario8 para justificar que la gestión medioambiental es el núcleo del desarrollo sostenible en la empresa. De la misma forma, la trayectoria de la propia organización y la manera en que ésta se ha aproximado a las políticas de RSE, acaba influyendo no sólo en la denominación de esta estrategia, sino también en aspectos clave como la distribución de responsabilidades y funciones derivadas de la responsabildad social. Así, el Libro Verde antes citado hablaba de “Responsabilidad Social Corporativa”, mientras que otros prefieren utilizar el término “Responsabilidad Corporativa” o “Responsabilidad Social” (a secas) de la empresa. No falta quien prefiere hablar simplemente de “Responsabildad” de la empresa o de “empresa responsable”, términos que, al menos a nosotros, nos ofrecen cierta simpatía pero que pueden llevar al error: ¿acaso una empresa rentable, que genera puestos de trabajo, cumple la legislación, paga impuestos, etc. no debe considerarse “responsable”?. No perdamos de vista que este término tiene una dificultad añadida, derivada de las distintas escalas de valores sociales, morales o ambientales en diferentes ámbitos de esto que llamamos “sociedad global”. En un mismo entorno, además, las prioridades en relación con estos aspectos cambian a lo largo del tiempo (¿o acaso hace cuarenta años dábamos a la protección de los recursos naturales la misma importancia que le damos ahora, en los albores del siglo XXI?). Como tendremos que tomar una decisión al respecto, pero no tenemos ánimo de entrar en un debate que se nos antoja estéril, a lo largo de este curso optaremos preferentemente por el término “Responsabilidad Social Empresarial” o sus siglas RSE, simplemente porque creemos que es el más extendido en los últimos tiempos, tanto entre empresas como entre instituciones públicas.
2007. Una nueva herramienta de management empresarial: la responsabilidad corporativa. J. Alfaro. En: Ecosostenible nº23, pp. 40-48. 8 Medio ambiente. Conjunto de circunstancias culturales, económicas y sociales en que vive una persona. (Diccionario de la Lengua Española. 22ª ed. Real Academia Española. Madrid, 2001)
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3.2
LA RSE COMO CONTRAPARTIDA AL NEGOCIO “CORTOPLACISTA”
Como destacábamos más arriba, cuando hablamos de RSE como estrategia empresarial, estamos hablando de algo que va más allá del cumplimiento de las obligaciones jurídicas, fiscales o laborales; estamos hablando de ir más allá de dicho cumplimiento, invirtiendo más en el capital humano, el entorno y las relaciones con los interlocutores. Este “ir más allá” de los que nos exigen las disposiciones legales y la labor inspectora de la Administración no debe comprometer en ningún caso la rentabilidad de la compañía. Antes al contrario; la experiencia adquirida con la inversión en tecnologías y prácticas comerciales respetuosas con el medio ambiente sugiere, por ejemplo, que ir más allá del cumplimiento de la legislación puede aumentar la competitividad de las empresas. En el ámbito laboral, la aplicación de normas más estrictas que los requisitos de la legislación social (por ejemplo en materia de formación, condiciones laborales o relaciones entre la dirección y los trabajadores) puede tener también un impacto directo en la productividad. Por encima de una consideración estética (o cosmética) de la RSE, las organizaciones que integran este concepto en su estrategia y toma de decisiones consideran que la obtención de beneficios es el principal objetivo de las empresas, pero no su única razón de ser, y optan por una reflexión a largo plazo sobre las decisiones y las inversiones estratégicas. Contribuyen, por tanto, a crear un marco donde las empresas puedan gestionar sus operaciones de modo que se fomente el crecimiento económico y la competitividad, al tiempo que se garantice la protección del medio ambiente y se ponga en valor el impacto social de la actividad empresarial. Cuando hablamos de “desarrollo sostenible” en la empresa hablamos, muy principalmente, de “sostenibilidad económica” del negocio, a largo y medio plazo, como contrapartida a la especulación “cortoplacista” o coyuntural. Cada vez más empresarios y gestores asumen que, para mantener la rentabilidad económica de sus actividades productivas, es necesario contemplar nuevos conceptos de “riesgo” y de “oportunidad”, asociados a los aspectos medioambientales y el impacto social de la producción, o a la calidad de las relaciones laborales, entre otras cuestiones. Quizás, la forma más didáctica de defender lo que entendemos por “gestión sostenible” de la empresa sea trazando el fenotipo de la empresa sostenible, o parafraseando a Woody Allen, mostrando todo lo que Vd. siempre quiso saber sobre la empresa sostenible pero nunca se atrevió a preguntar.
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¿QUÉ CARACTERIZA A LA “EMPRESA SOSTENIBLE”?
Trabajar a favor del desarrollo sostenible no sólo significa compensar parcialmente las externalidades negativas de la empresa a través de la proyectos filantrópicos, considerando aquéllas como efectos perjudiciales colaterales que pueden “compensarse” mediante, por ejemplo, el patrocinio de plantaciones de árboles. La empresa puede ir más allá de la compensación en el terreno ambiental, ya que el modelo de desarrollo sostenible debe respetar también los equilibrios entre la dimensión económica y la social, así como entre ésta y la protección del medio ambiente. La empresa que obtiene beneficios económicos diseñando productos y servicios que mejoran la calidad de vida de sus clientes, trabajadores, proveedores, comunidades locales, y demás colectivos implicados, trabaja por un futuro posible aportando valor para la sociedad a la que intenta servir. Para caminar en esta dirección, la empresa precisa de un sistema de gobierno que posibilite el alineamiento de la organización y de la cadena de valor de sus productos y servicios en esta dirección. Un modelo de negocio nuevo que genera oportunidades increíbles y valor para la empresa que trata de producir y consumir bienes pensando en mañana.
Empresa convencional Empresa socialmente responsable Empresa sostenible
Maximizar el beneficio para sus accionistas.
Cumplir las reglas de juego Atender las demandas de información Las nuevas responsabilidades deben conllevar nuevas leyes que se deben hacer cumplir para todos. Posición reactiva
Maximizar el beneficio para los accionistas revertiendo una parte a la sociedad en la que opera con el fin de compensar en parte las externalidades negativas que produce. Evita los efectos perniciosos que puedan tener los productos y servicios que pone en el mercado Mostrar su compromiso social Las nuevas responsabilidades me favorecen. Necesitamos pocas reglas. Posición proactiva
Maximizar la creación de riqueza para la sociedad en la que opera, creando productos y servicios. Aprovecha las oportunidades que la mejora de la calidad de vida ofrece para los negocios. Favorecer la participación de la sociedad en la compañía para buscar conjuntamente soluciones Las nuevas responsabilidades me diferencian. Cuanto menos reglas mejor. Liderazgo
Tabla 2. La evolución desde la perspectiva convencional de hacer negocios hasta lo que llamaríamos una "empresa sostenible", puede esquematizarse en distintos estadios caracterizados por la manera en que la organización afronta los retos y presiones del entorno.9
Aunque siempre dependerá de la visión y la manera de entender los negocios de cada compañía, podríamos destacar algunos aspectos clave que siempre deberíamos encontrar en una organización con una política de RSE solvente. Analizaremos a continuación cómo sería el “retrato robot” de la empresa sostenible.
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2002. La sostenibilidad y la empresa. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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4.1
EL GOBIERNO CORPORATIVO
Las buenas prácticas en aspectos tales como la gestión económico-financiera, la gestión de riesgos, la información que se transmite a los mercados, o los mecanismos de control interno y auditoría, son consideradas como la base de una política de RSE. Sin un gobierno solvente y honesto es inconcebible una política de responsabilidad en la empresa. Tras los recientes escándalos financieros que destacábamos en apartados anteriores, se han multiplicado los esfuerzos de los organismos reguladores por fomentar un marco de mínimos en torno a las prácticas de gobierno corporativo. En el ámbito internacional, la Ley Sarbanes-Oxley10 norteamericana puede considerarse la principal respuesta institucional del Gobierno Bush a los precedentes escándalos de Enron y Worldcom, entre otros. Esta norma regula aspectos tales como las funciones y responsabilidades de los consejeros, las firmas de auditoría o el reporting financiero. En el ámbito voluntario, los informes publicados por COSO11 orientan a las empresas en la mejora de la calidad y fiabilidad de sus informes financieros, así como en los mecanismos internos de control y auditoría que aseguran la fiabilidad de la información económica de la empresa y reducen el riesgo de fraude. Por su parte, la Unión Europea ha publicado diversas recomendaciones que afectan a la composición y funciones de los Consejos de Administración, las Juntas de Accionistas o el gobierno de las entidades bancarias. En España, la más recientemente iniciativa sobre gobierno corporativo es el denominado “Código Conthe”12, heredero de los precedentes “Código Olivencia” y “Código Aldama”. El Código se elabora como respuesta al mandato dado al regulador español en la Orden de la Vicepresidencia Económica del Gobierno ECO/3722/2003, que en su apartado f) prevé que la Comisión Nacional del Mercado de Valores dé luz verde a “un documento único con las recomendaciones de buen gobierno existentes”. La CNMV aprobó finalmente el texto unificado en mayo de 2006. Este documento recoge una serie de recomendaciones voluntarias para las empresas cotizadas, condición ésta de la voluntariedad que le distingue de la muchos de los Códigos de Gobierno publicados en otros países europeos. El Código hace énfasis en los aspectos clave del gobierno interno de las empresas, tales como: - El funcionamiento y competencias de las Juntas Generales de Accionistas - El funcionamiento, responsabilidades y funciones del Consejo de Administración. En estos apartados se establecen, por ejemplo, recomendaciones en torno a la proporción de consejeros dominicales e independientes en función de la distribución del capital de la sociedad. - Los criterios para la selección y nombramiento de los consejeros. - El régimen de retribuciones, los mecanismos de aprobación de las mismas y la forma de hacer pública esta política.
2002. Public Company Accounting Reform and Investor Protection Act. Pub. L. No. 107-204, 116 Stat. 745. COSO (Committee of Sponsoring Organizations of the Treadway Commission), es una organización privada norteamericana fundada en 1985, que tiene por objeto fomentar un marco voluntario de ética empresarial y calidad de los reporting financieros. 12 2006. Código Unificado de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas. El texto detallado de este Código puede encontrarse en la página de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV): http://www.cnmv.es/index.htm
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La estructura y funciones de las comisiones delegadas del Consejo (supervisión y control, auditoría, nombramientos…)
Desde el primer semestre de 2007, las sociedades cotizadas están obligadas a manifestar expresamente si cumplen o no el Código. Evidentemente, tales manifestaciones pueden tener implicaciones en las decisiones de inversión y las recomendaciones de los analistas, los cuáles deberían sentirse más “cómodos” invirtiendo en una empresa que cumpla razonablemente con los más altos estándares en materia de gobierno corporativo. 4.2 COMPROMISOS PÚBLICOS Y TRANSPARENCIA INFORMATIVA
Ilustración 4. La "triple cuenta de resultados" según el esquema desarrollado por el Banco Mundial en 1996.
Economía y Finanzas
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RESULTADOS Comportamiento MEDIOAMBIENTAL
Desarrollo SOCIAL
Una política solvente de RSE no puede concebirse sin una eficiente política de comunicación con los grupos de interés relevantes. Un caso particular de esta política es el “reporting”, que en una empresa responsable debería caracterizarse por la transparencia y la fiabilidad.
Más allá de las obligaciones legales en materia de transparencia informativa, cuyo principal referente 13, las empresas deberían poner a disposición en España es la denominada “Ley de Transparencia” del público sus compromisos en materia económica, social y medioambiental, y reportarlos de manera fiable y transparente. Esta práctica, conocida como la “triple cuenta de resultados” (o en inglés “Triple bottom line” o “Sustainability reporting”), requiere a las empresas para que extiendan los contenidos y modalidades convencionales del reporting financiero hasta aspectos tales como el impacto socioeconómico de sus actividades o su desempeño medioambiental, tanto en sus aspectos positivos como negativos. Según diversos autores, la tendencia de las empresas a suministrar información en estos ámbitos obedece a la necesidad de obtener la confianza de los grupos de interés que son relevantes para su propia existencia.14 Según un reciente estudio de Hill & Knowlton15, ante una encrucijada o un escándalo financiero, el gran público está incluso dispuesto a otorgar a las empresas el beneficio de la duda siempre y cuando éstas se expliquen adecuadamente.
Ley 26/2003, de 17 de julio, por la que se modifican La Ley 24/1988 del Mercado de Valores, y el Texto Unificado de la Ley de Sociedades Anónimas, con el fin de reforzar la transparencia de las sociedades anónimas cotizadas. 14 2007. Tendencias de la RSC en España. J. Piñeiro et al. Documento final del Grupo de Trabajo 20. Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid. 15 2002. Opinion Research Corporation Litigation. Más información en www.hillandknowlton.com
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En este contexto, la información suministrada por las empresas debería cumplir los siguientes criterios: Calidad y cantidad suficientes. La información suministrada debería alcanzar a todos los aspectos relevantes de los compromisos adquiridos por la empresa en materia de desempeño económico, social y medioambiental. Asimismo, cada dato o indicador debería acompañarse de una explicación sobre su significado e interpretación, su alcance, así como, en su caso, los tests o validaciones a las que ha sido sometido. Información verdaderamente relevante, prescindiendo de información superflua, equívoca o innecesaria. Información suministrada en el momento oportuno. Información fiable y creíble. Los compromisos públicos adquiridos por la empresa deberían ser “verificables”, esto es, contrastables por un tercero. Para ello los indicadores clave del comportamiento social, medioambiental y económico deberían apoyarse en sistemas de información y reporting interno trazables y auditables.
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Dilemas para el mundo de los negocios16 > Costes Vs Beneficios Las compañías consideran la realización de informes de sostenibilidad como un coste excesivo y en muchos casos innecesario. Sin embargo, la mayor parte de los datos forman parte de los sistemas de gestión actuales de la empresa y no se ponen en valor. La pregunta no es si es necesaria su integración en informes anuales o en informes de sostenibilidad independientes, la pregunta es si la empresa desea gestionar estos aspectos a nivel directivo y obtener los beneficios de optimización. > Sistemas Vs informes Qué debe hacerse primero. el sistema de recogida y gestión de los aspectos relacionados con la sostenibilidad o el informe. Esta pregunta se repite con mucha frecuencia. En la mayor parte de los casos la realización del primer informe –aún interno- permite obtener un diagnóstico de gran utilidad para la estrategia de la empresa. Sin embargo, la verdadera utilidad del informe se encuentra en que los sistemas se encuentran gestionados por el staff técnico de la compañía y los informes o memorias son gestionados a nivel de dirección con lo cual su influencia en la estrategia aumenta. >Transparencia Vs Compromiso Una vez que la empresa realiza el primer informe comienza su compromiso con la creación de valor sostenible y le será exigible un comportamiento coherente. Desde luego la transparencia no será tal si no somos capaces de generar confianza y participación en las partes interesadas. En muchas ocasiones las empresas no quieren enfrentarse a este reto y publican un folleto informativo más, que titulan memoria de sostenibilidad.
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Extraído de un documento inédito de la Fundación Entorno, a partir de textos del WBCSD. Citado en “La sostenibilidad y la empresa”. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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4.2.1
GUÍAS Y RECOMENDACIONES DE REPORTING NO FINANCIERO
Como destacábamos en el párrafo precedente, la información publicada por las empresas debería ser verificable o auditable por un tercero independiente, en aras de hacer más creíbles los informes publicados por la empresa. El empleo de estándares y guías de reporting no financiero contribuye a facilitar el trabajo de la entidad de verificación o auditoría (ver más adelante, en este mismo apartado). Además, estas guías deberían ayudar a la propia empresa a organizar la información que reportan, a elaborar instrumentos de medida y seguimiento de los principales indicadores, así como a desarrollar sistemas internos de información suficientemente ágiles y solventes. Ciertos autores consideran, asimismo, que la memoria de sostenibilidad debería servir a las empresas para seleccionar la información que realmente es relevante para los distintos grupos de interés, así como para hacer más eficiente su gestión.17 La más conocida y ampliamente utilizada de estas guías es la publicada por GRI (Global Reporting Initiative). GRI es una amplia red de expertos aglutinada con una configuración “multi-stakeholder” (pertenecientes a diversos grupos de interés, incluidos el sector empresarial, las administraciones públicas y los gobiernos, las ONG, las universidades y centros de investigación, las organizaciones de consumidores y usuarios, etc.), que a través de grupos de trabajo temáticos y sectoriales desarrollan directrices para el reporting no financiero. Tales directrices, asociadas a una propuesta de indicadores en cada una de las áreas, son las que, una vez compiladas, constituyen el cuerpo de la Guía.18 La Guía GRI, cuya última versión (G3) se ha publicado en 2006, recoge los principios para orientar a las empresas en la elaboración de sus “memorias de sostenibilidad”, presentando de manera equilibrada los resultados de su actuación en términos económicos, ambientales y sociales. Es importante destacar que la guía no establece exigencias o requisitos normativos sobre qué deben hacer las empresas o cómo deben comportarse, sino tan solo (no es poco) sobre cómo deberían reportar los resultados de tal comportamiento. El cumplimiento de las recomendaciones contenidas en la guía, así como el hecho mismo de publicar una memoria de sostenibilidad, respeta el principio de la voluntariedad. La versión G3 de la Guía se estructura con arreglo a los siguientes contenidos: Parte General: Panorámica de las memorias de sostenibilidad. Orientación, principios y directrices. Parte I. Contenido de la memoria; alcance y calidad de la información suministrada. Parte II. Contenido básico que necesariamente tiene que aparecer en la memoria (p.e. estrategia de la compañía, riesgos clave del negocio, organización, compromisos, políticas…), incluyendo la relación de indicadores a reportar en cada una de las líneas: económica, social, medioambiental.
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2005. Memorias de sostenibilidad. Aspectos económico financieros. I. Gili et al. Ediciones Deusto. Barcelona. Información detallada sobre esta organización, sus funciones y objeto, puede encontrarse en www.globalreporting.org
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Parte III. Directrices para la utilización de la propia Guía: declaraciones sobre el nivel de cumplimiento de la guía (“gradual” o “in accordance”), la verificación de su contenido, el soporte del informe (físico, electrónico, web)19 Una serie de anexos o “protocolos técnicos” que incluyen un análisis detallado de cada uno de los indicadores relacionados en la parte II. VERIFICACIÓN POR TERCERA PARTE
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4.2.2
El proceso que los anglosajones denominan “assurance” tiene por objeto aumentar la credibilidad y fiabilidad de la información suministrada en la memoria. La mayor parte de los analistas valoran muy positivamente que los informes de la empresa hayan sido sometidos a un proceso de auditoría o verificación de los datos. Los procesos de verificación más fiables se hacen con arreglo al contenido de la norma de auditoría ISAE 300020. Esta norma recoge los principios y procedimientos esenciales de la auditoría no financiera, así como los requisitos que deben reunir los equipos de verificadores. En general, el sistema de verificación regulado por esta norma contempla dos niveles de “assurance”: a. “aseguramiento razonable”, que permite al verificador asegurar (de manera positiva) que la información auditada es fiable bajo unas determinadas condiciones y niveles de confianza. b. “aseguramiento limitado”, que simplemente permite a los verificadores asegurar (de manera negativa) que no han detectado anomalías en la información que les obliguen a dudar de su veracidad Es importante no confundir esta norma con una guía de reporting no financiero como GRI (ver apartado anterior). ISAE 3000 establece la forma como se debe auditar la información, no así la estructura o contenidos de los informes. De hecho la aplicación de esta norma y de guías como GRI suele ser no solo compatible sino complementaria; es un modelo muy extendido aquél mediante el que unos verificadores se acogen a la norma ISAE para verificar una memoria redactada con arreglo a las directrices de GRI. Por más que algunos destaquen que esta norma no se concibió exactamente para la verificación de memorias de sostenibilidad, el grueso de los analistas y otros grupos de interés consideran más creíble el estándar ISAE 3000 que otros esquemas que se limitan a verificar que una determinada memoria reúne los contenidos de GRI, sin entrar en la fiabilidad y trazabilidad de los datos contenidos en ella.
Contrariamente a una idea bastante extendida, la memoria de sostenibilidad no tiene porqué ser un documento independiente, tal y como destaca la propia Guía GRI. Cada vez son más las empresas que optan por ofrecer a sus analistas, inversores y accionistas un único soporte documental que integra la información financiera y no financiera de la compañía. Muchos analistas parecen valorar muy positivamente esta tendencia, ya que la coordinación y coincidencia de los informes de cuentas con los de sostenibilidad parecen ser indicativos de una mayor imbricación de estas políticas en el día a día de la empresa. 20 2003. International Standard on Assurance Engagements 3000. International Auditing and Assurance Standards Board (IAAS) & International Federation of Accountants (IFAC)
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4.3
LA INNOVACIÓN
“La sostenibilidad representa un marco de gestión que nos lleva a buscar la mejora continua en nuestra forma de operar y nuestros productos, integrando en nuestra actividad diaria y en nuestra planificación estratégica, objetivos económicos, medioambientales y sociales”21 A lo largo de este capitulo del curso, de manera recurrente destacamos la necesidad de producir manteniendo o incrementando la rentabilidad, mejorando el impacto de nuestra actividad sobre la sociedad y reduciendo el efecto negativo sobre el medio ambiente. En la mayor parte de los casos, esta nueva necesidad implica un cambio, a veces rotundo, en la manera de producir; y estos cambios, en empresas con vocación de liderazgo, se rigen por algo que denominamos capacidad para innovar. En muchos sectores, la innovación, entendida como resultado de la investigación, básica y aplicada, y del desarrollo (I+D+I), ya hace tiempo que se ha convertido en una condición sine qua non para el éxito empresarial. Además, los cambios que introduce el desarrollo sostenible en el panorama competitivo reclaman empresas dinámicas, capaces de desarrollar nuevas capacidades y actividades, capaces, en definitiva, de crear valor persistente a base de innovar y adaptarse con la suficiente antelación a las expectativas de sus stakeholders. En consecuencia, vemos la empresa sostenible como una organización donde la innovación juega un papel destacado en la creación de un valor persistente. En el siguiente apartado veremos cómo la empresa debe orientar el aprendizaje que se deriva del diálogo con las partes interesadas para innovar en el desarrollo de nuevos productos coherentes con las expectativas de los stakeholders. 4.4 APERTURA AL DIÁLOGO CON LOS GRUPOS DE INTERÉS
“Los altos directivos han de tener en cuenta que las empresas y, por tanto, sus máximos órganos de gobierno, no sólo han de considerar los requerimientos y necesidades de los inversores y, por tanto, de los clientes, sino los de todas aquellas personas y organizaciones que tienen algún tipo de interés o influencia en sus actividades”22. Este acertado consejo que podemos encontrar en uno de los textos de referencia (no precisamente de los más recientes) lleva implícita una capacidad que las empresas tienen tan solo parcialmente resuelta: mantener un diálogo abierto con los grupos de interés relevantes, fluido y productivo en términos de mutuo beneficio. Este proceso es denominado con acierto por algunos autores “comunicación inteligente”.23 Este proceso de intercambio sólo será rentable cuando trascienda esa sensación de “obligación preceptiva” que se perciben en algunas estrategias de RSE: “como hay que hablar, hablaremos…”.
1998. General Motors. Environmental, Health and Safety Report. 2002. Código de gobierno para la empresa sostenible. IESE, Fundación Entorno y PricewaterhouseCoopers. 23 2001. An iconoclastic view of risk. H.F. Kloman
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4.4.1
LOS GRUPOS DE INTERÉS (“STAKEHOLDERS”)
Muchas personas piensan que las empresas son de sus accionistas pero, ¿es esto realmente cierto?. Los accionistas y los inversores forman las asambleas y los consejos de administración que eligen los órganos rectores de las empresas. Sin embargo, las empresas subsisten, crecen o se deterioran, gracias a que hay clientes que compran sus productos o servicios: ¿son las empresas también de ellos?. Los clientes votan en cada licitación, los consumidores/clientes votamos cada vez que vamos al supermercado y premiamos, mediante nuestra compra, la elección de los accionistas al poner al frente de su empresa a un determinado equipo gestor. Pero en la misma situación se encuentran los empleados responsables de la puesta en funcionamiento de la empresa e incluso sus familias, los estados que otorgan licencias para operar o protegen los activos de la compañía, las comunidades locales que permiten construir sus fábricas, los proveedores que confían sus inversiones al éxito de sus clientes, etc. El comportamiento que la empresa tiene con cada uno de estos grupos está relacionado con el valor que es capaz de crear. Las empresas que perjudican a sus stakeholders esquilmando los recursos valiosos o subemplean a sus trabajadores o favorecen regímenes corruptos no valen lo mismo que aquellas que ayudan a diseñar un mundo más justo. La empresa sostenible es capaz de orientar los esfuerzos de sus directivos hacia la construcción de relaciones fructuosas con las partes interesadas. Desde esta nueva perspectiva, en la que las expectativas de los stakeholders juegan un papel relevante, la misión de la empresa es encontrar oportunidades que resulten beneficiosas tanto para ella como para la sociedad (entendida en un sentido amplio). Esta es la base de lo que denominábamos “comunicación inteligente”. 4.4.2 AHORA BIEN,... ¿CÓMO CONOCER REALMENTE LAS EXPECTATIVAS DE NUESTROS STAKEHOLDERS?
Si conocer las expectativas que tienen los grupos de interés respecto a mi negocio es tan relevante, cabría preguntarse si disponemos de los cauces o instrumentos adecuados para acceder de manera fiable a tal información. Es habitual, en este sentido, caer en el ejercicio endogámico de pensar, desde dentro, sobre las expectativas de los que están fuera. Ciertamente, las empresas que han hecho un esfuerzo por mantener un contacto fluido con los stakeholders han obtenido resultados desiguales. Por parte de la empresa o de los grupos de
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interés este diálogo sólo parece producirse en momentos de crisis, perdiendo así ambas partes el gran potencial beneficioso que este diálogo puede conllevar para ambas partes. El primer beneficio evidente de un diálogo con las partes interesadas es una disminución del riesgo operativo y reputacional. Al igual que las empresas ponen en marcha nuevos sistemas CRM (customer relation management) con el fin de disponer de información valiosa de sus clientes, las grandes corporaciones que han detectado la oportunidad del desarrollo sostenible para la empresa comienzan a ir más allá. Esta importante cuestión es lo que ciertos autores denominan SRM (stakeholders relation management)24 o sistemas que posibilitan conocer en tiempo real las expectativas de las partes interesadas en la compañía, informar a éstas de sus decisiones y promover sistemas que aumentan la confianza y la transparencia. Seguro que este tipo de sistemas se desarrollarán en el futuro con el objetivo de maximizar el valor del mundo de los negocios atendiendo a un número mayor de colectivos. Probablemente esta necesidad de sofisticación proviene de la debilidad del tejido asociativo, por un lado, y de la complejidad de los aspectos que se deben tratar, por el otro. 4.4.3 DIVERSOS CAUCES DE COMUNICACIÓN PARA DIVERSOS GRUPOS DE INTERÉS… O “CADA OVEJA CON SU PAREJA”
Muchas empresas justifican los pobres resultados en sus esfuerzos de comunicación en la falta de interés de ciertos grupos (por ejemplo ONG) por utilizar la oportunidad que se les ofrece desde las empresas. Sin embargo, muchas veces las empresas no utilizan los cauces y medios adecuados, o no realizan las preguntas que de verdad interesan a los stakeholders. Debemos profundizar en esta línea de comunicación si queremos tener éxito, analizando los sistemas de retroalimentación suficientes desde las empresas para fomentar la participación de los grupos de interés. En este aspecto, posiblemente uno de los más habituales errores sea caer en la autojustificación de que con el informe corporativo anual o la “memoria de sostenibilidad” es suficiente para que todos nuestros stakeholders, agentes sociales, ONG, etc. se den por informados sobre nuestros compromisos, expectativas y desempeño. Nada más lejos de la realidad; de hecho existen serias dudas sobre si alguien se lee o no estas memorias de sostenibilidad, pretendidamente dirigidas a la “Sociedad”. La empresa debería ser capaz de planificar, diseñar y mantener cauces fluidos de comunicación adecuados para cada uno de los grupos de interés que son relevantes. Algunos de estos mecanismos gozan ya de cierta “tradición” en el ámbito empresarial; así, por ejemplo, las reuniones “one to one” con las agencias de research y analistas financieros. En otras ocasiones, se puede recurrir a métodos más sofisticados, que forman parte del know-how de ciertas empresas y de consultores especializados (p.e. encuestas de satisfacción de clientes, evaluaciones del clima laboral…). Con ciertos stakeholders, como los grupos de opinión, representantes sociales, comunidades locales y ONG, todavía será necesario trabajar a fondo para alcanzar mecanismos de diálogo verdaderamente fluidos y eficientes, aunque la bibliografía reúne un buen número de
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2002. La sostenibilidad y la empresa. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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buenas prácticas que pueden inspirar a la persona interesada en alcanzar una “comunicación inteligente” con estos grupos. Una síntesis de las virtudes de las mejores prácticas se resumen en el siguiente decálogo recientemente publicado por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) “10 claves para el éxito”:25 1. Reservar tiempo para la planificación, planificación y más planificación. 2. Comenzar siempre pensando en el compromiso a largo plazo con los stakeholders, y consultar con ellos, desde el principio, sobre cómo y de qué manera están dispuestos a mantener un diálogo continuado. 3. Prestar atención y gestionar las expectativas: tanto las nuestras como las suyas. 4. Ser realista: no comenzar aquello que no estamos seguros de poder terminar 5. Centrarse en la calidad de la información y no en la cantidad: los participantes debería ser invitados en virtud de su capacidad para provocar el debate, así como de su credibilidad. 6. Mantenerse alejados de posiciones públicas y eslóganes: tan prono como sea posible, enfocar el diálogo hacia los intereses específicos y los valores que interesan a ambas partes. 7. Admitir las diferencias de base entre las partes, cada uno debería hacer un esfuerzo para compartir las expectativas de cada uno, escuchar y aprender. 8. Estar preparados para ser tan abiertos y transparentes como sea posible. 9. Intentar construir un clima de mutua confianza que permita poner en marcha acciones para el cambio, inmediatamente como consecuencia del diálogo. 10. Ser flexible y estar abiertos a cambios improvisados del programa planteado, sobre la base de los deseos de los stakeholders. 4.4.4 RELACIONES CON ONG Y GRUPOS DE OPINIÓN
Las Organizaciones no Gubernamentales se han convertido en los últimos tiempos en un actor de reconocida relevancia. No es para menos; las más importantes ONG de ámbito mundial se encuentran entre las instituciones de mayor credibilidad para la ciudadanía, desde luego muy por delante de las empresas. Según un reciente estudio, algunas de ellas gozan de verdadero prestigio y son reconocidas como los principales conductores del cambio de la Sociedad hacia un modelo de desarrollo sostenible.26 En un documento de referencia27, uno de los principales autores en el ámbito de la responsabilidad corporativa distingue entre varios tipos de ONG, a saber: i. Las ONG de primera generación o “asistencialistas”
Stakeholder dialogue. The WBCSD approach to engagement. 2004. Survey of sustainability experts. 2002-03 Highlights report. Ed.: GlobeScan. 27 1990. Getting to the 21st Century. Voluntary Action and the Global Agenda. David C. Korten. Ed. Kumarian Press.
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ii. Las de segunda generación o “desarrollistas” iii. Las de tercera generación, que buscan una relación de partenariado y mutuo beneficio con empresas y otros agentes sociales. iv. Las de cuarta generación, que apuestan por la denuncia y la presión política, incluso desde dentro de las propias organizaciones que son el foco de sus críticas (p.e. tomando participaciones financieras significativas para personarse en las Juntas de Accionistas). En no pocas ocasiones, puede ser cierto que algunas ONG han caído en conductas irresponsables o que no generan resultados sostenibles, lo cuál ha llegado a perjudicar su relación con a largo plazo con otros agentes sociales, incluidas las propias empresas. Las posturas “anti-empresa” o “anti-sistema” han pasado la costosa factura de la falta de una relación estable y productiva entre los diversos agentes sociales28. Sin embargo, merece la pena hacer un esfuerzo por encontrar vías de comunicación y mutuo beneficio. Una de las que se están consolidando como más recurrentes pasa por el partenariado ONG y empresa, donde aquélla puede aportar el know-how del que muchas veces carece esta última para abordar proyectos de desarrollo social o de protección medioambiental. Así, por ejemplo, en los casos en que una determinada corporación decide impulsar políticas de conciliación de la vida laboral y familiar, aspecto este cada vez más interesante para las empresas como vía para atraer y retener el talento, es posible que ciertas ONG y Fundaciones especializadas en estos ámbitos puedan aportar los conocimientos necesarios y los recursos especializados para abordar con éxito estos proyectos (en España, este ejemplo se materializa en la figura de la Fundación +familia, que ha ayudado a decenas de empresas a establecer estas políticas de recursos humanos). Lo mismo podríamos decir de proyectos de desarrollo social en países del tercer mundo, o de un amplio abanico de proyectos de conservación ambiental. 4.4.5 LAS RELACIONES LABORALES
A veces olvidamos que, desde la empresa, una parte importante de la Sociedad hacia la que dirigimos nuestros esfuerzos se encuentra “en nuestra propia casa”. Como decíamos más arriba, en la empresa sostenible los empleados y sus familias forman parte también de ese grupo de “propietarios”. Como tales, la alta dirección debe compartir con ellos los valores y objetivos coherentes con el desarrollo sostenible de la compañía. Empleados motivados e integrados en el proyecto de empresa constituyen una fuerza productiva valiosa, capaz de aportar mejoras en la línea estratégica de la organización. En el polo opuesto, relaciones laborales deshumanizadas engendran desinterés por el proyecto entre los empleados. Aspectos tales como el diseño de carreras profesionales coherentes con la preparación y expectativas de cada empleado, una adecuada gestión del talento, sistemas de retribución competitivos o procesos de selección eficaces, contribuyen sin duda a que el empleado pase de “alquilar su tiempo” a cambio de un salario, a formar parte íntegra del proyecto empresarial.
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2006. Mercado sostenible y responsabilidad social. Óscar J. Álvarez. Ed. Comares. Granada.
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Ciertas iniciativas innovadoras, como las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar,29 contribuyen a que las empresas sean capaces de atraer y retener el mejor talento en un mercado laboral cada vez más competitivo no solo para los candidatos, sino también para las empresas que los requieren. Los directivos, en este contexto, juegan el papel de velar por la interiorización de los valores de empresa en todos los niveles de la organización. La calidad y ética del liderazgo juega, pues, un papel fundamental en la empresa sostenible. No debemos olvidar tampoco, por obvia, la necesidad de mantener unas condiciones de trabajo saludables. En particular, la prevención de los riesgos laborales debería jugar un papel preeminente en la estrategia corporativa. Sectores productivos como el de la construcción, con índices de siniestralidad elevados o con mayores índices de riesgo, requieren esfuerzos adicionales, en ocasiones innovadores e imaginativos, para mantener las condiciones de seguridad y salud laboral en el máximo nivel técnicamente viable.
Ilustración 5. Según la mayor parte de los autores, los modos de dirección despóticos contribuyen a crear un ambiente frágil y poco productivo, donde empleados y empresario tienen mucho que perder. Fuente: Forges.
En otro nivel, la “salud” de las relaciones laborales puede medirse y “monitorizarse” mediante técnicas más o menos sofisticadas que permiten evaluar el “clima laboral” que se respira en la
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Para más información sobre este tipo de proyectos, consultar www.masfamilia.org.
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organización. Estos sistemas suponen una valiosa herramienta de gestión para una alta dirección preocupada por integrar a los empleados en su proyecto empresarial. 4.5 LA GESTIÓN DE LOS VALORES “INTANGIBLES” Y LA RSE
En las empresas cada vez es más importante la gestión de los denominados valores “intangibles”, esto es, aquéllos activos de la empresa que no pueden “tocarse” o medidos en magnitudes físicas o contables. Entre ellos se cuentan, por ejemplo, el know-how de la compañía, la cartera de clientes o las patentes, por citar algunos que pueden tener evidentes implicaciones legales o comerciales. Otros muchos, algunos sólo recientemente identificados, incluyen aspectos aún más “intangibles”: la capacidad para atraer y retener el talento, el capital intelectual, la confianza del equipo gestor en los mercados, la reputación de la marca… Pues bien, diversos estudios destacan que mientras que en los años setenta la mayor parte del valor de una compañía provenía del valor “contable”, en la actualidad los activos intangibles llegan a suponer entre un 60 y un 70% del valor total de la empresa, cuando no más30. En sólo treinta años la forma de medir a las organizaciones se ha invertido, y la tendencia parece imparable; es un hecho que cada día el valor de una empresa tiene menos que ver con lo reflejado en los libros.31 Al tratar sobre los diversos grupos de interés y de su influencia en la estrategia de las empresas (ver apartado 4.4.1), veíamos que muchas de sus expectativas estaban estrechamente vinculadas a esto que llamamos “activos intangibles”. Éstos se convierten, por tanto, en un elemento crucial del éxito empresarial. Ahora bien, dado que son tan difíciles de medir, “tocar”… ¿cómo se gestionan de manera que contribuyan a conseguir los objetivos de la empresa?
Declaraciones de Antonio López, presidente del Instituto de Análisis de Intangibles, al diario Expansión (17 de enero de 2005) 31 2007. Una nueva herramienta de management empresarial: la responsabilidad corporativa. J. Alfaro. En: Ecosostenible nº23, pp. 40-48.
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Medioambiental Humano & Social Capital Intelectual Marca & Reputación Financieros Bienes Análisis Inversores Clientes Empleados Comunidades ONG Proveedores & Socios
Ilustración 6. La tendencia de los analistas es la de extender la valoración de la empresa hacia sus valores intangibles, que según ciertos autores aportan hasta el 85% del valor total de una compañía. Las políticas solventes de RSE pueden potenciar el valor de estos activos y contribuir a su adecuada gestión.
Análisis y puesta en valor de intangibles Tradicional
Muchos autores están convencidos de que la RSE es un instrumento muy útil para la gestión de los intangibles. Instrumentos muy vinculados a la responsabilidad corporativa, tales como la gestión global de riesgos, el seguimiento de la percepción de clientes y usuarios, o las políticas más innovadoras en materia de relaciones laborales, pueden contribuir a identificar, medir y gestionar buena parte de los activos intangibles que están asociados al éxito de la empresa, o que pueden llevarla al fracaso. Queda mucho por avanzar, no obstante, en lo que se refiere a la medición y control de estos activos. Como destacaba un experto en un trabajo de principios de siglo: “Existe un diferencial entre el valor de mercado del patrimonio y el valor contable. Éste se relaciona con los activos intangibles [...] En general, el diferencial podría explicarse fundamentalmente por la solidez financiera y el factor humano [de la empresa]. Sin embargo, un importante 40% permanece aún sin explicar”. 32
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2000. Intangibles y valoración de empresas: evidencia empírica. F. Rubio.
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LA RSE Y LA COMUNIDAD FINANCIERA
“La buenas prácticas empresariales en campos como el de los derechos humanos, el trabajo infantil, o la gestión medioambiental son buenas para el conjunto de la sociedad, pero también para los accionistas” (Keith Satchell, Chief Executive Officer of Friends Provident Group) Entre los más relevante grupos de interés se encuentran sin duda los analistas y, en general, la comunidad financiera, que va paulatinamente haciéndose eco de las iniciativas de las empresas para alcanzar un modelo de negocio más sostenible y naturalmente integrado en la sociedad donde operan. Por otra parte, las empresas están cada vez más preocupadas por la opinión de analistas especializados en RSE y desarrollo sostenible. En este contexto, las compañías cotizadas identifican a la comunidad financiera como uno de los destinatarios más importantes de sus esfuerzos de comunicación en el ámbito de la RSE, ya que saben que la información transmitida a través de estos informes de sostenibilidad acerca de los riesgos y oportunidades asociados a la responsabilidad social de la compañía y a su impacto ambiental pueden servir como soporte a ciertas decisiones de inversión, especialmente en los mercados más desarrollados. 5.1 EL PAPEL DE LOS MERCADOS DE CAPITALES
Ilustración 7. El creciente interés de los inversores por las empresas "sostenibles" tiene su reflejo en un número creciente de fondos especializados en inversión socialmente responsable (ISR), también conocidos como "fondos éticos". Fuente: SRI. “2005 Report on Socially Responsible Investing Trends in the United States”.
Si bien es cierto que las empresas tienen un papel protagonista en el desarrollo sostenible, no lo es menos que los mercados de capitales, y también las entidades financieras, están llamadas a hacer de “secundarios de lujo” en esta película. Muchos autores pensamos que ambos, y muy principalmente los primeros, deberían convertirse en una poderosa “palanca” para el cambio. ¿Qué sucedería si los inversores empezaran a hacer preguntas sobre el destino de su dinero? ¿Qué pasaría si exigieran a los gestores de fondos que su dinero se invirtiera sólo en empresas bien gobernadas, y con un desempeño social y ambiental solvente? ¿Qué pasaría, en definitiva, si el inversor, incluido el particular, pensara no sólo en la rentabilidad de su inversión, sino también en los efectos que produce sobre la sociedad?
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Pues bien, esto que hace años parecería una quimera empieza, aunque aún de forma incipiente, a hacerse realidad. Los denominados “fondos éticos” y la inversión “socialmente responsable” (conocida por sus siglas en inglés SRI) parece que van adquiriendo cada vez más relevancia en el proceloso mercado de capitales. Según el último estudio de Eurosif sobre SRI, en Europa se mueven ya inversiones en torno a 105.000 millones de euros33 en fondos que podríamos llamar estrictamente éticos (“core SRI investment”). Este dato, aunque esperanzador, todavía se nos antoja escaso. Primero, porque el 94% de estos activos corresponden a inversores institucionales; los particulares aún no parecen interesados en estos fondos. Segundo, porque si comparamos esta cifra con los volúmenes que manejan los principales fondos de inversión, veremos que sigue siendo marginal en el conjunto del mercado global de capitales (por ejemplo Morley FM, uno de los mayores gestores de fondos del mundo, mueve por sí solo más de 420.000 millones de euros)34 5.2 LAS AGENCIAS DE RESEARCH Y LOS “ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD”
Cada vez son más las empresas especializadas en el análisis de las variables no financieras de las empresas, y en particular en los aspectos que caracterizan a las empresas “sostenibles”. Instituciones como Sam Research, SIRI, AIS, Core Ratings o Innovest son verdaderos referentes tanto para los inversores como para las empresas que luchan por hacerse un hueco entre las calificadas como más sostenibles.35 La mayor parte de estos fondos están referenciados a algunos de los más conocidos “índices de sostenibilidad”, tales como los de la familia del Dow Jones Sustainability Index (DJSI) o el FTSE4Good. Estos índices reúnen, como es sabido, un conjunto limitado de valores reconocidos por una estrategia y comportamiento empresarial solventes en términos de su desempeño económico, social y medioambiental. Los índices de la familia DJSI, el más importante referente mundial, han otorgado cerca de sesenta licencias a distintos operadores financieros en catorce países, entre los que se encuentran los principales fondos de inversión. Los portfolios de estos fondos licenciatarios alcanzaron inversiones por valor de 3.600 millones de euros el año pasado. La incorporación de valores a estos índices se basa en diversos criterios, amparados bajo la denominación común de “positive screening”, esto es, el análisis selectivo de compañías reconocidas por una estrategia solvente en materia de sostenibilidad hasta el punto de considerarse como “best-in-class”, las mejores en sus respectivos sectores.
European SRI Study. European Investment Forum (2006) Fuente: Morley Fund Management. www.morleyfm.com 35 Para más información sobre esta agencias de research, los métodos que utilizan y el ranking de las más reputadas, puede consultarse el interesante estudio elaborado por MISTRA y Sustainability: “Values for Money. Reviewing the quality of SRI research”. Este informe se publicó en 2004 y está disponible en www.sustainability.com.
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Ilustración 8. Innovest es una de las agencias más prestigiadas, responsable de la elaboración del “Top 100 Sustainable companies in the world” que publica anualmente Business Week. En la última edición, cinco empresas españolas se han incluido entre las más sostenibles del mundo: Ferrovial, Iberdrola, Gamesa, Inditex e Indra.
¿Por qué las empresas están interesadas en formar parte de estos índices? La primera razón resulta evidente. Por más que el volumen de inversiones ligadas a estos fondos no sea tan boyante como desearíamos, lo cierto es que a nadie le amarga un dulce, e indudablemente la pertenencia a estos selectivos abre el espectro de potenciales inversores; en particular en aquéllos países donde los inversores institucionales (por ejemplo, los gestores de planes de pensiones), están sujetos a requisitos normativos que les obligan a invertir un elevado porcentaje de sus activos con criterios SRI. Además, todos los analistas (“socialmente responsables” o generalistas) coinciden en que índices como el Dow Jones de Sostenibilidad proporcionan una verificación fiable del desempeño económico, social y medioambiental de una empresa. Y, habida cuenta de la dificultad y alta competencia para ingresar en estos índices, la pertenencia a los mismos proporciona una imagen de solvencia que es valorada en todo el mundo a la hora de invertir o hacer negocios con estas compañías. En los parqués empiezan a proliferar inversores convencidos de que las prácticas acreditadas en materia de sostenibilidad son un buen indicador de la calidad de gestión y gobierno corporativos.... … “Un buen gobierno corporativo supone una adecuada gestión de los impactos sociales y medioambientales, adecuados estándares RSC, en suma. Los impactos sociales y medioambientales de aquellas compañías que fracasan en el adecuado gobierno de estos asuntos pueden resultar en unos mayores costes operativos, daño reputacional y la
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consiguiente pérdida de confianza y toma de decisiones en consecuencia por parte de los accionistas de la compañía”36 … “Una compañía gestionada en el interés a largo plazo de sus accionistas necesitará gestionar eficazmente las relaciones con sus clientes, empleados y proveedores, tener respeto por el medio ambiente y por la sociedad en el seno de la cual desarrolla sus actividades”37 El prestigio y la confianza de los mercados son, por tanto, las más poderosas razones por las que 2500 empresas intentan todos los años ser elegidas en el selecto grupo de las trescientas más sostenibles del mundo, según los analistas de Dow Jones. Nada proporciona más credibilidad que el hecho de que un tercero reconozca que la política de tu empresa se rige según los principios del desarrollo sostenible. De nada valen las campañas de publicidad y los mensajes autocomplacientes; al mercado sólo le interesa el análisis objetivo de las características y los hechos que amparan la estrategia de la empresa. Y esto, en nuestra opinión, es muy positivo. Si estos análisis fueran más demandados por un número creciente de inversores, el resultado sería una rápida extensión por todo el mundo de políticas empresariales más responsables. 5.2.1 EMPRESAS ESPAÑOLAS EN LOS ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD
El número de empresas españolas que forman parte de estos referentes es realmente bajo, a una distancia abismal de países desarrollados como EE.UU., Reino Unido o Japón. Según las conclusiones de los expertos “[...] la explicación más inmediata de tal hecho reside en que la empresa española, en este caso, la de mayor tamaño, no hace uso, en la misma medida que las empresas europeas y americanas, de las herramientas de gestión en materia de RSC, lo que las descalifica para entrar en los índices de mayor reputación y, en consecuencia, les impide acceder a un segmento de importancia en el mercado internacional de capitales.”38
Empresas españolas incluidas en el DJSI 2006-07 (DJSI World)
Abertis BBVA Endesa Ferrovial Iberdrola Iberia Inditex Indra Gas Natural Red Eléctrica Repsol SCH Telefónica
Universities Superannuation Scheme (USS). Gestor de fondos de pensiones para el personal académico y administrativo de las universidades y centros de educación superior del Reino Unido. www.usshq.co.uk. 37 Hermes gestiona cuatro de los siete mayores fondos de pensiones del Reino Unido. www.thehermesgroup.com. 38 2002. Documento final del Grupo de Trabajo sobre “Sostenibilidad y empresas cotizadas”. Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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Unión Fenosa
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FUENTES de información
• INFORMACIÓN DOCUMENTAL – CUESTIONARIOS cumplimentados ANUALMENTE por las compañías
• Dimensión económica • Dimensión medioambiental • Dimensión social
Tasa de renovación elevada. Un 11% de las compañías salen cada año del índice
VIGILANCIA
(medios relevantes)
– POLÍTICAS e INFORMES CORPORATIVOS • INFORMACIÓN EXTERNA – Medios
• Prensa • Televisión • Web
– ONG, etc. • VISITAS a la compañía
ANÁLISIS
(por un consultor independiente)
Principales criterios 1. Gobierno corporativo
2. 3. 4. 5.
VALORACIÓN
(rating)
Innovación Relaciones con stakeholders Liderazgo en el sector Comportamiento ambiental y social
Ilustración 9. Proceso de evaluación y rating de los índices de sostenibilidad del Dow Jones. Sam Research es la consultora independiente responsable del estudio, que se actualiza anualmente. Fuente: elaboración propia a partir de www.sustainability-indexes.com.
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DESDE LA TRIPLE CUENTA DE RESULTADOS HACIA LA PUESTA EN VALOR DE NUEVOS PRODUCTOS Y SERVICIOS
LA OPORTUNIDAD DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
6.1
El camino por el que discurre la empresa sostenible no puede detenerse en la medida y el conocimiento de su impacto social o ambiental, o en el esfuerzo para minimizar los efectos negativos de nuestra actividad, por más que en la situación actual adquirir la capacidad para medir y comunicar hacia el exterior los resultados de la triple bottom line constituya por sí solo un reto no exento de dificultades. Si el planeta camina hacia el desarrollo sostenible, se vislumbra una oportunidad para la sociedad y, por ello, una oportunidad para los negocios. Una oportunidad sin precedentes que trata de poner a trabajar los capitales que integran la triple cuenta de resultados para obtener mejores beneficios para los propietarios –nuevos y antiguos- de la empresa. Desde el mundo de la empresa, hemos pasado de ofrecer materias primas (café, harina…) a vender experiencias: un gusto determinado del café en un emplazamiento agradable y relajante, o una vivienda que no solo tiene unas calidades y acabados determinados, sino que ofrece todo un futuro de satisfacciones en compañía de tu familia, por ejemplo. Nuestras empresas desean ante todo que sus clientes tengan una experiencia positiva. Desean sorprenderles más allá de la primera impresión y mostrarles que con estos servicios su mundo mejora. Esta tendencia se acrecienta cuando los productos y servicios se diferencian cada vez menos y se desmaterializan las expectativas y, en este punto, los denostados intangibles comienzan a formar parte de valor de mercado del producto o servicio. El valor de marca es un ejemplo de ello. Si el mundo tiende a ser sostenible, el futuro está en la empresa que sea capaz de atender a este nuevo modelo de mercado con clientes directos y valiosas partes interesadas. Estas oportunidades serán aprovechadas por la empresa en la medida que se han puesto a trabajar los capitales de la empresa (no sólo el financiero, sino también el humano, ambiental y social), para detectar las nuevas posibilidades de negocio. Crear nuevos productos para este mundo que viene es una aventura excitante. Innovemos creando productos mejores para un mundo mejor. Pensemos, por un momento, que fuéramos capaces de identificar las expectativas que un sector determinado de la población tiene con respecto a una promotora inmobiliaria. Pensemos, por ejemplo, que fuéramos capaces de diseñar modelos de viviendas que respondieran a lo que realmente demandan ciertos sectores de nuestra sociedad con dificultades para acceder a su primer hogar (por ejemplo, colectivos de jóvenes o inmigrantes. Un joven que inicia su carrera profesional necesita el sueldo de más de veinticinco años para adquirir su primera vivienda, según diversas fuentes). O, como sucede con la edificación de máxima eficiencia energética, nuevos productos con mejores consumos energéticos, mayor eficiencia y empleo de energías alternativas podrían generar un nuevo mercado dirigido a aquéllos que se preocupan por reducir la factura energética.
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Hace unos años, el profesor CK Prahalad, de la Universidad de Harvard, y Stuart Hart, de la Universidad de North Carolina, señalaban las oportunidades de ofrecer productos que generen bienestar a los 4.000 millones de personas que viven en el Sur y que por la escasez de recursos no pueden disfrutar de los bienes que intentamos vender en el saturado mercado del Norte. Nuevos productos que favorecen el desarrollo de las sociedades y ofrecen oportunidades de incalculables dimensiones. Un buen ejemplo: Grameenphone (51% propiedad de Telenor, compañía noruega de telefonía móvil) cuenta con 750.000 suscriptores de telefonía móvil en Bangladesh donde tan sólo existen 700.000 líneas de teléfono fijas. El sistema de teléfonos comunitarios compartidos abarca ya a 21.000 pueblos de todo el país.
Ilustración 10. Bajo el lema "Good business, good development", GrameenPhone creció un 40% en 2002.
Por otra parte, algunos análisis de comportamiento del consumidor (como el realizado por MORI en el año 2001), ponen de manifiesto que un número creciente de consumidores tienen en cuenta factores relacionados con RSC en la elección de marca.
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Ilustración 11. Resultados del estudio de MORI (2001) sobre las expectativas de los consumidores.
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¿CÓMO MEDIR LOS RESULTADOS DE LA RSE?
Extender la manera en que se presentan las cuentas de resultados de la empresa con el fin de poder analizar el dividendo social o ambiental, y así poder medir su contribución a un número mayor de partes interesadas o nuevos propietarios de la empresa, plantea problemas importantes desde el punto de vista práctico e incluso conceptual. Aunque desde hace décadas contamos con herramientas para medir la salud financiera de una compañía (cash-flow, rentabilidad, apalancamiento...), hoy por hoy no contamos con nuevos sistemas de medida para analizar el verdadero valor de las empresas. Ciertas organizaciones, como SustainAbility (obsérvese el papel que juegan de las mayúsculas), se esfuerzan en evaluar la creación de valor sostenible en la empresa. Aunque muy dirigidos a los aspectos ambientales de tal valor, SustainAbility identificaba seis indicadores o inductores financieros clave: el valor de marca, la reputación, el capital humano e intelectual, el perfil de riesgo medioambiental, la capacidad de innovación y la autorización administrativa de la empresa para ejercer su actividad.39 Otras instituciones trabajan desde hace años en la medida del desempeño social de la empresa. London Benchmarking Group (LBG) es un conjunto de un centenar de compañías que han desarrollado un modelo muy consistente que mide el impacto de una determinada organización en la comunidad donde opera.40 Los indicadores financieros habituales, orientados hacia la medida de los resultados sociales y medioambientales, comienzan a utilizarse por parte de algunas empresas. Muchas de ellas, a veces obligadas por la normativa legal o los códigos de buenas prácticas (ver, por ejemplo, las recomendaciones del ICAC en España), proporcionan a los inversores datos tales como las provisiones efectuadas para atender a los riesgos sociales o ambientales de la actividad, la capitalización de los gastos por estos conceptos o las inversiones dirigidas a reducir el impacto ambiental de la producción o a satisfacer los requisitos legales en esta materia. En cualquier caso, lo cierto es que los cuadros de mando de las empresas que guían a los gestores incluyen raramente los capitales ambientales o sociales de la empresa. Al no medirse, no se cuidan ni se incentiva su crecimiento y, en el caso de poseerse, tampoco se ponen en valor. 7.1 LA “HUELLA SOCIAL” (SOCIAL FOOTPRINT)
El Centro para la Innovación Sostenible (Center for Sustainable Innovation) ha publicado un modelo para que cualquier organización pueda medir el impacto de sus actividades sobre las población y el conjunto de la sociedad.41 El principio básico de este modelo es que una empresa será más o
Extraído de las conclusiones del grupo de trabajo 21 del VI Congreso Nacional de Medio Ambiente. Más información en la web www.lbg-online.net/index.php/lbg. 41 2006. The Social Footprint. Proof of Concept. Center for Sustainable Innovation
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menos sostenible en virtud de que los impactos (externalidades) de su actividad sean a su vez más o menos sostenibles en el tiempo. El modelo, diseñado por la universidad holandesa de Groningen, genera resultados cuantitativos (numéricos) en virtud de la “sostenibilidad del impacto provocado por las actividades de la organización” expresadas en forma de cocientes (quotients approach). Un ejemplo ilustrativo referido a los impactos ambientales de una actividad: - Una determinada región geográfica tiene una capacidad de generación de agua dulce de X millones de m3 por año. - La población humana y las actividades productivas de la región consumen Y millones de m3/año - Si Y/X > 1, entonces la actividad humana es insostenible en el tiempo en relación con el impacto “consumo de agua dulce”. Cuando se trata el capital social de la actividad, el impacto se mide en el término inverso. Una ratio inferior a la unidad resulta insostenible. Por ejemplo. - Una comunidad determinada requiere 10 millones $ al año para satisfacer las demandas de educación de los niños y jóvenes en edad escolar (variable Y) - Los residentes de esa comunidad tienen capacidad para invertir 2 millones $/año (variable X) - Dado que Y/X > 1, la situación en insostenible en lo que se refiere a la capacidad de la comunidad local para financiar la educación de sus hijos. El sistema mide por separado las ratios referentes al impacto medioambiental y social de la empresa. Su integración proporciona información cuantitativa sobre el perfil sostenible (o insostenible) de una determinada organización o actividad en un contexto social y medioambiental dado.
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UN INCIPIENTE MARCO REGULADOR
El creciente interés de gobiernos y órganos reguladores de los mercados bursátiles por establecer las reglas del juego en materia de transparencia informativa ha dado lugar a un incipiente cuerpo regulador que pretende establecer los requisitos mínimos de información que las empresas cotizadas deben ofrecer a los mercados. La regulación sobre gobierno corporativo y transparencia informativa de entidades cotizadas es un buen ejemplo de ello (ver apartado 4.1). En algunos países de nuestro entorno, esta regulación comienza a extenderse hacia otros aspectos relacionados con las responsabilidades de los consejos de administración en el ámbito de la sostenibilidad, o bien con la regulación de ciertas entidades y productos financieros. Así, en julio de 2000 entró en vigor una modificación de la legislación británica de fondos y planes de pensiones de 1995, conocida como Disclosure Act. El nuevo marco regulador exige a los gestores de fondos cooperativos y planes de pensiones que informen "si son tenidos en cuenta, y en qué medida, factores sociales, medioambientales o de tipo ético, a la hora de tomar decisiones de inversión o desinversión en valores cotizados". El efecto de esta norma incrementó sustancialmente el interés de los inversores por las empresas que acreditaban unas prácticas coherentes con los criterios de la responsabilidad social corporativa y el desarrollo sostenible (ver apartado 5.1). Según destacan los expertos “[...] antes de la entrada en vigor de esta modificación legislativa, ya un 1% de los activos invertidos en el Reino Unido en instituciones de inversión colectiva valoraban la calidad de las prácticas de sostenibilidad, incluyendo la construcción de carteras de renta variable. Los dos años transcurridos, han visto una incorporación de los conceptos de RSC al vocabulario diario de los inversores institucionales. De acuerdo a los últimos datos disponibles, una mayoría de los aproximadamente 1,5 billones de euros en activos de los fondos de pensiones británicos incorporan consideraciones sobre asuntos RSC en sus políticas de inversión.”42 Por otra parte, y en el ámbito estrictamente legal, la “Corporate Responsibility Act”, aprobada por la Cámara de los Comunes del Reino Unido en junio de 2002, establece como obligación del consejo de administración la elaboración y publicación de informes que contemplen la “triple cuenta de resultados”, es decir, que recojan de forma conjunta la información financiera, social y medioambiental de la compañía. Establece también la obligatoriedad de la consulta con los diferentes stakeholders acerca de cuál es la información relevante de publicar, así como una evaluación, en los tres ámbitos citados, de las actividades previstas. La norma establece que dichos informes sean puestos a disposición de los reguladores y, en el caso de compañías cotizadas, de la Bolsa de Londres. De forma similar, la Asamblea Nacional francesa ha venido actualizando recientemente el marco legislativo que afecta a las empresas cotizadas, refiriéndose explícitamente a los aspectos relativos
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2002. Documento final del grupo de trabajo sobre “Sostenibilidad y empresas cotizadas”. Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid.
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a la transparencia informativa, a la mejora del gobierno corporativo y al fortalecimiento de las regulaciones antitrust. La nueva normativa, aprobada finalmente el 20 de febrero de 2002, establece la obligatoriedad de la publicación de un informe de triple cuenta de resultados por parte de todas las empresas cotizadas. La responsabilidad en la elaboración de estos informes recae, de nuevo, en los consejos de administración. En nuestro ámbito socioeconómico, la Comisión Europea parece apostar por una línea regulatoria que reserva la legislación para el establecimiento de las reglas del juego generales en materia de convivencia social, relaciones laborales y protección del medio ambiente, así como en aspectos concretos de gobierno corporativo: “[...] la responsabilidad social de las empresas no se debe considerar sustitutiva de la reglamentación o legislación sobre derechos sociales o normas medioambientales, ni permite tampoco soslayar la elaboración de nuevas normas apropiadas. En los países que carecen de tales reglamentaciones, los esfuerzos se deberían centrar en la instauración del marco legislativo o reglamentario adecuado a fin de definir un entorno uniforme a partir del cual desarrollar prácticas socialmente responsables”43. Es España, la eventual regulación de la Responsabilidad Corporativa ha generado un jugoso debate entre los distintos grupos de interés. El Foro de Expertos de RSE del Ministerio de Trabajo, así como la Subcomisión Parlamentaria del Congreso de los Diputados sobre RSE, han volcado muy recientemente los resultados de varios años de trabajo en el denominado “Libro Blanco de la RSE en España”. El documento, presentado en el Congreso en diciembre de 2006, incluye medio centenar de recomendaciones dirigidas a los poderes públicos, las empresas y al conjunto de la sociedad. En sus conclusiones el Libro considera la intervención pública como un “factor necesario”, aunque no necesariamente por la vía de la legislación, sino incentivando las políticas de RSE en las empresas y difundiendo las buenas prácticas. En este contexto la normalización y la certificación (o verificación, según los casos) en ámbitos específicos de la RSE, pueden jugar un papel trascendental. 8.1 8.1.1 NORMAS Y ESTÁNDARES SOBRE RSE ACUERDOS Y CONVENIOS QUE PARTEN DE INSTITUCIONES SUPRANACIONALES
Una parte importante de los esfuerzos por normalizar la responsabilidad social de las empresas proceden de instituciones y organismos internacionales. Así, por ejemplo, las Directrices de la OCDE para empresas multinacionales, o, en la esfera de los derechos humanos, las “Normas sobre las responsabilidades de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales en la esfera de los derechos humanos” de la ONU, o, en el ámbito de los derechos laborales, la “Declaración Tripartita sobre las empresas multinacionales” de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Algunos instrumentos han intentado aproximarse más a la esfera de la realidad diaria de las empresas. Un buen ejemplo son los diez principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, al
43 2001. Libro Verde: Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. COM (2001)/366. Comisión Europea. Bruselas.
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que de manera voluntaria pueden adherirse las empresas y otras organizaciones como parte de un compromiso global con el desarrollo sostenible. El Pacto Mundial se articula en una red de organizaciones regionales que son las encargadas de aproximar estos principios al tejido empresarial de cada país, así como de captar adeptos que suscriban y se comprometan con el cumplimiento de los diez principios.
Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales, reconocidos internacionalmente, dentro de su ámbito de influencia. Las empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices en la vulneración de los derechos humanos. Las empresas deben apoyar la libertad de afiliación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva. Las empresas deben apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso o realizado bajo coacción. Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo infantil. Las empresas deben apoyar la abolición de las prácticas de discriminación en el empleo y la ocupación. Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente. Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental. Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Las empresas deben trabajar contra la corrupción en todas sus formas, incluidas extorsión y soborno. Tabla 3. Los Diez Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas.
8.1.2
NORMAS SOBRE SISTEMAS DE GESTIÓN
Prescindiendo de normas sectoriales que regulan ámbitos sobradamente conocidos de la RSE (y tratados con más profundidad en otros capítulos del curso), tales como las referidas a los sistemas de gestión medioambiental (ISO 14001, EMAS), la gestión de la calidad (serie ISO 9000) o la prevención de riesgos laborales (OHSAS 18000), una de las primeras normas que vio la luz fue la SA8000 (Social Accountability International). Esta norma, aunque considerada en general como una norma de responsabilidad social, se enfoca preferentemente hacia las relaciones laborales y los derechos de los trabajadores. La base principal
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del documento son las convenciones internacionales de la OIT y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adaptado en su estructura a las normas de la serie ISO 14000 e ISO 9000. AccountAbility (una vez más, obsérvese el papel que juegan de las mayúsculas) es una institución británica sin ánimo de lucro formada por miembros de empresas, la sociedad civil y la Administración Pública en todo el mundo. Su objeto principal es el fomento de la integración de la RSE en la política de gestión empresarial, enfatizando los aspectos de la comunicación y la auditoría. La norma AA1000 (Assurance Standard) se publicó en 2003 tiene por objeto verificar la credibilidad de las memorias de sostenibilidad que publican las empresas, apoyando la información que contienen en instrumentos de gestión y comunicación interna fluidos y fiables. Por su parte la organización ISO (International Organization for Standardization), y después de un extenso debate sobre la necesidad o no de normalizar en el ámbito de la RSE, se decidió en 2004 por promover un grupo de trabajo que depende directamente del “TMB” (el máximo órgano de dirección de ISO) encargado de elaborar una guía sobre la responsabilidad social de las empresas. Este documento verá la luz, previsiblemente, antes de 2008. En nuestro país, Aenor (Asociación Española de Normalización y Certificación) inició en 2002 un grupo de trabajo con el mandato de normalizar la “gestión ética de las empresas” (PNE 165010). Este grupo fue evolucionando a lo largo del tiempo hasta que se optó por elaborar una guía en lugar de una norma certificable por tercera parte. Esta visión, aunque seguía una postura coherente con la de ISO, fue duramente criticada por ciertos sectores de las organizaciones sociales hasta el punto que algunas de ellas se retiraron del grupo de trabajo. Otra iniciativa de indudable valor, pero que no ha llegado a tener la extensión que se esperaba, es la norma promovida por Forética (Foro para la Evaluación de la Gestión Ética). La norma SG-21, publicada en 2002, establece los requisitos que debe reunir un “sistema de gestión ética y socialmente responsable” en la empresa. Con una evidente inspiración en las normas ISO 14001 y OHSAS, este estándar aborda aspectos tales como las funciones y responsabilidades de la alta dirección, las relaciones con los clientes, los proveedores y los empleados, así como los impactos de la actividad en el entorno social y medioambiental. En la actualidad más de treinta empresas han sido certificadas según esta norma.44 SG-21 es una de las escasas normas que abarcan todas las posibles implicaciones de la RSE en la empresa. Esta aproximación tiene sus detractores, que consideran que en organizaciones y actividades complejas una norma con un alcance tan amplio implementada en un nivel estratégico no permite alcanzar evidencias sobre una gestión verdaderamente responsable. Frente al modelo de una norma “paraguas” de la RSE, algunos expertos piensan que es mejor recurrir a certificaciones de aspectos parciales del desarrollo sostenible, adecuadas al perfil de riesgo de la compañía ( p.e. certificación ISO 14001 en empresas con un marcado riesgo medioambiental, como es el caso de muchos emplazamientos industriales con un importante impacto en el medio ambiente, o SA8000 en aquellas organizaciones donde los riesgos críticos están vinculados a las
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Más información en www.foretica.es/rse
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relaciones laborales o los derechos de los trabajadores a lo largo de la cadena de suministro, como sucede en muchas corporaciones del sector textil).
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LA RSE EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN
La mayor parte de los grandes grupos de construcción y servicios españoles tienen dimensiones transnacionales y están obligados a competir en entornos regulatorios muy estrictos, frente a competidores donde aspectos vitales de las estrategias de RSE se vienen desarrollando desde hace años. Aún así, sólo una de las grandes constructoras españolas figura en los principales rating e índices de sostenibilidad. Una posible explicación es la elevada competencia internacional existente en los sectores de infraestructuras y construcción, y el pequeño número de ellas que tienen acceso a los índices, sobre todo en comparación con otros sectores. En el caso del Dow Jones de sostenibilidad, por ejemplo, sólo las tres mejores empresas del mundo en el sector tienen se incluyen en el índice; un verdadero “best in class”.45 En el ámbito internacional, un reciente análisis comparativo realizado por Innovest para el sector de la construcción46 destacaba que los líderes mundiales en este sector coincidían con grandes empresas cotizadas, sometidas a un riguroso escrutinio público pero también dotadas de suficientes recursos para invertir en iniciativas estratégicas. Los analistas están de acuerdo en que el sector, en su conjunto, ha mejorado en los últimos años muy significativamente sus prácticas en materia de sostenibilidad pensando en la generación de valor a largo plazo para sus accionistas. Asimismo, se destacaban los principales riesgos que en materia de sostenibilidad deben afrontar los grandes grupos constructores, y que a largo plazo podrían condicionar su capacidad para operar. Así, por ejemplo, enfatizaban el reto que suponen las relaciones con las Administraciones Públicas y los organismos reguladores, las prácticas de corrupción y soborno, así como las implicaciones sociales y medioambientales de sus actividades en economías emergentes. Como principal factor de riesgo (y reto para el futuro), estos informes destacaban el gobierno corporativo de estas empresas, aspecto especialmente sensible dada la doble vinculación de este sector con los poderes públicos en tanto que administradores/reguladores y clientes generadores de cuantiosos contratos. Entre los factores críticos del sector en el ámbito medioambiental, los analistas destacan como principales retos para el futuro destacan: - La eco-eficiencia: optimización del consumo de recursos naturales a lo largo de todo el proceso de construcción, reducción del consumo energético y de la producción de residuos, así como mayores tasas de utilización de materiales reciclados. - El análisis de ciclo de vida del proceso de construcción como instrumento para mejorar el comportamiento medioambiental de todo el proceso productivo. - El eco-diseño (“green design”, que incluye también aspectos tales como la eficiencia energética) - La evaluación y seguimiento ambiental de la cadena de suministro. - El impacto del proceso constructivo en la pérdida de biodiversidad (p.e. infraestructuras de transporte). Aspectos tales como la integración y restauración ecológica de grandes infraestructuras (ver capítulo correspondiente en el curso) están llamados a jugar un papel clave en el futuro.
45 Este año, por primera vez, se ha ampliado a cinco el número de miembros del DJSI World para el sector “Heavy construction” 46 Febrero de 2005. Inédito.
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Entre los aspectos sociales de la RSE, los analistas destacan como factores críticos los siguientes: - El gobierno corporativo de las empresas - Los sistemas de cumplimiento y control en todos los centros productivos (la estructura de multi-emplazamientos típica de las grandes constructoras es considerada como una dificultad en este sentido) - La adecuada gestión de las relaciones con los gobiernos y administraciones públicas, en particular en lo referente a la adjudicación de grandes contratos, a veces en contextos políticamente muy complicados (p.e. grandes adjudicaciones como consecuencia de la intervención militar norteamericana en Iraq o Afganistán) - La transparencia informativa - En relación con los aspectos laborales, destacan especialmente la gestión de la seguridad y salud en los centros de producción. No olvidemos que el sector presenta, en general, elevadas ratios de siniestralidad en comparación con otros sectores. - La extensión de la responsabilidad a lo largo de la cadena de suministro, en particular en economías emergentes. Grandes firmas internacionales están desarrollando proyectos de diseño, construcción y explotación en estos países, contratando enormes volúmenes de mano de obra local, servicios, etc.
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10 A MODO DE CONCLUSIÓN47
Los nuevos retos y oportunidades que aparecen en la empresa del siglo XXI han dado lugar a la necesidad de orientar el crecimiento hacia un modelo de desarrollo generador de valor en el largo plazo. Tras la evolución reciente de las sociedades en las que los Estados han perdido peso en la transformación del modelo socioeconómico, nace la necesidad de hacer que el mercado trabaje a favor de un modelo de desarrollo que satisfaga las necesidades de las generaciones actuales sin hipotecar las de las generaciones futuras. Este modelo de desarrollo, que denominamos sostenible, ofrece un nuevo panorama para empresas que desean tener éxito como organizaciones que generan valor para las sociedades en las que operan. En este sentido aparecen nuevas herramientas que acercan a la empresa a sus partes interesadas, nuevos propietarios que alimentan el verdadero valor de las compañías. La empresa convencional trabaja para ofrecer beneficios a sus accionistas, y de ellas se distinguen aquéllas donde una parte de estos beneficios se aplican a paliar los perjuicios que producen. Estas empresas que se han venido a denominar socialmente responsables, son la avanzadilla de la nueva empresa del siglo XXI, pero mayoritariamente siguen percibiendo este esfuerzo como un coste. De ellas están naciendo nuevos diseños empresariales que tratan de satisfacer las necesidades de un mayor número de partes interesadas poniendo a trabajar más capitales que el financiero. Nuevas empresas que no ven en el medio ambiente o en la creación de un mundo más justo una amenaza, sino una oportunidad de incalculables beneficios. Beneficios para sus accionistas y, por qué no, para las sociedades a las que sirven. Esta nueva empresa observa los problemas ambientales como una oportunidad para hacer las cosas mejor, no como la amenaza, como el coste. Observa los problemas ambientales como una cuestión estratégica más allá de su sistema de gestión o del cumplimiento de tal o cual ley. En este enfoque encuentra formas que la diferencian, que le ayudan a gestionar mejorar los valiosos recursos que gestiona. Una empresa que piensa en ganar el hoy y ganar el mañana. Las empresas no son entes etéreos, son organizaciones que se componen de personas. Todos los que trabajamos en ellas somos responsables de su comportamiento directa o indirectamente y, por ello, de parte de la contribución de nuestra organizaciñón al desarrollo sostenible. Muchas empresas han comenzado ya a evaluar sus capitales, identificando experiencias donde aplicar este modelo de desarrollo, organizándose para facilitar la alineación de sus compañías en torno a esta oportunidad, generando sistemas para conocer mejor las expectativas que las partes interesadas han depositado en ellos y consiguiendo, en muchos casos, los primeros beneficios tangibles, diferenciación, nuevos productos y servicio, mayor confianza de los inversores. El diseño del futuro tendrá que contener, a la fuerza, el necesario equilibrio entre el crecimiento económico, la protección del medio ambiente y el desarrollo de una sociedad más justa. Los
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Extraído de (2002) La sostenibilidad y la empresa. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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negocios formarán parte tanto del camino como del resultado final. Los pioneros obtendrán las oportunidades; los seguidores, los dolores de cabeza.
RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL (RSE). LA EMPRESA “SOSTENIBLE”
Autor:
VALENTÍN ALFAYA Ferrovial valentin.alfaya@ferrovial.es
ÍNDICE
1 INTRODUCCIÓN
2 GRANDES CAMBIOS EN LA ECONOMÍA GLOBAL QUE DAN LUGAR A NUEVAS “CONDICIONES DE CONTORNO” 2.1.1 2.1.2 2.1.3 2.1.4 2.1.5 La globalización económica Internet Los grandes “riesgos globales” Los nuevos interlocutores Los escándalos empresariales
3 ¿CÓMO RESPONDEN LAS EMPRESAS A ESTOS CAMBIOS?. DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL AL DESARROLLO SOSTENIBLE 3.1 ¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS (RSE)? 3.1.1 Otros términos que se refieren (más o menos) a lo mismo 3.2 LA RSE COMO CONTRAPARTIDA AL NEGOCIO “CORTOPLACISTA” 4 ¿QUÉ CARACTERIZA A LA “EMPRESA SOSTENIBLE”? 4.1 EL GOBIERNO CORPORATIVO 4.2 COMPROMISOS PÚBLICOS Y TRANSPARENCIA INFORMATIVA 4.2.1 Guías y recomendaciones de reporting no financiero 4.2.2 Verificación por tercera parte 4.3 LA INNOVACIÓN 4.4 APERTURA AL DIÁLOGO CON LOS GRUPOS DE INTERÉS 4.4.1 Los grupos de interés (“stakeholders”) 4.4.2 Ahora bien,... ¿cómo conocer realmente las expectativas de nuestros stakeholders? 4.4.3 Diversos cauces de comunicación para diversos grupos de interés… o “cada oveja con su pareja” 4.4.4 Relaciones con ONG y grupos de opinión 4.4.5 Las relaciones laborales 4.5 LA GESTIÓN DE LOS VALORES “INTANGIBLES” Y LA RSE 5 LA RSE Y LA COMUNIDAD FINANCIERA 5.1 EL PAPEL DE LOS MERCADOS DE CAPITALES 5.2 LAS AGENCIAS DE RESEARCH Y LOS “ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD” 5.2.1 Empresas españolas en los índices de sostenibilidad
6 DESDE LA TRIPLE CUENTA DE RESULTADOS HACIA LA PUESTA EN VALOR DE NUEVOS PRODUCTOS Y SERVICIOS 6.1 7 LA OPORTUNIDAD DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
¿CÓMO MEDIR LOS RESULTADOS DE LA RSE? 7.1 LA “HUELLA SOCIAL” (SOCIAL FOOTPRINT)
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UN INCIPIENTE MARCO REGULADOR 8.1 NORMAS Y ESTÁNDARES SOBRE RSE 8.1.1 Acuerdos y convenios que parten de instituciones supranacionales 8.1.2 Normas sobre sistemas de gestión
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LA RSE EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN A MODO DE CONCLUSIÓN
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INTRODUCCIÓN
"Me interesa el FUTURO porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida" (Woody Allen, cineasta)
Desde que el Informe Bründtland planteara formalmente las bases de lo que hoy llamamos “desarrollo sostenible”1, concepto que recurrentemente se ha reinventado en las sucesivas Cumbres de la Tierra (Río, 1992; Johannesburgo, 2002), los Programas Marco de la Unión Europea, las iniciativas de distintas instituciones (Global Compact; Global Reporting Initiative,…), etc., cada vez son más las organizaciones que comprenden que su propia actividad no puede mantenerse en el medio y largo plazo a costa de ignorar que ésta se desarrolla en un entorno social y ambiental del que se sirve y al que afecta. . En ocasiones se ha infravalorado, a veces para justificar la falta de un compromiso más allá de lo cosmético, la capacidad de las empresas para incidir en el medio natural y social, su papel como motor de cambio, así como la trascendencia a escala global de sus decisiones. Conviene tener presente, sin embargo, que en 2003 de las 100 economías mayores del planeta, 51 eran empresas. Las decisiones que toman los directivos de estas empresas afectan a poblaciones equivalentes a países enteros. Es natural, por tanto, que cada vez con más intensidad la sociedad dirija sus exigencias y expectativas no sólo a los gobiernos, sino también, y muy principalmente, a las grandes corporaciones empresariales. Ahora bien, ¿pueden las sociedades, por sí mismas, resolver los problemas y sentar las bases de un mundo más justo, basándose en las reglas del mercado?. O, por el contrario, ¿sigue siendo imprescindible la tutela de los gobiernos y de los foros mundiales donde se toman decisiones políticas?. ¿Pueden las empresas constituirse en un verdadero “motor de cambio” hacia un mundo más justo, socialmente estable? Sin ánimo de dar una respuesta dogmática a las preguntas que planteábamos más arriba, en este capítulo nos proponemos ofrecer al alumno elementos de juicio suficientes como para que pueda forjarse una opinión respecto al papel empresas pueden jugar las empresas en el desarrollo sostenible. También pretendemos que el alumno adquiera los conocimientos suficientes para forjarse una idea más o menos nítida de lo que se entiende por una “empresa sostenible”, de manera que sus prácticas puedan ser identificadas en el mercado como tales. Por último, no podemos sustraernos a ofrecer nuestra opinión sobre el impulso que la inversión socialmente responsable está teniendo en los mercados financieros, e intentar analizar qué significado tiene el creciente interés de los inversores por las empresas que evidencian prácticas de gobierno y estrategias dirigidas hacia la sostenibilidad de su negocio.
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“Aquél que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras”. (Informe de la Comisión Mundial sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible: Nuestro futuro común. 1987)
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GRANDES CAMBIOS EN LA ECONOMÍA GLOBAL QUE DAN LUGAR A NUEVAS “CONDICIONES DE CONTORNO”
Los constantes cambios en el entorno socioeconómico mundial plantean nuevos retos a las empresas. Algunos de los más importantes cambios recientes en la forma de vivir, relacionarse y hacer negocios han afectado y afectarán intensamente a la estrategia de las grandes corporaciones transnacionales. Muchos piensan que ante estas nuevas condiciones que afectan a los negocios, la sociedad global necesita empresas mejores, abiertas a los distintos grupos de interés y que no se sientan incómodas en un entorno de permanente escrutinio. Algunos de estos cambios podrían calificarse de radicales. Entre ellos analizaremos los que han contribuido de una forma decisiva al desarrollo de ese nuevo fenómeno de gestión empresarial que denominamos “responsabilidad social de las empresas” o “ responsabilidad corporativa” (sobre la terminología del asunto, ver apartado 3.1.1 más adelante). 2.1.1 LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA
El proceso de globalización de la economía se ha acelerado en la última década como consecuencia del impresionante desarrollo de los medios de comunicación y del transporte de personas y bienes. Es un hecho que cada vez existe una mayor relación económica entre unos lugares y otros, por alejados que estén en el mapa geográfico. Las decisiones adoptadas en la sede corporativa de una multinacional pueden afectar a la economía de países enteros, de la misma forma que decisiones políticas de gobiernos considerados estratégicos pueden afectar sustancialmente a las cuentas de resultados de las grandes corporaciones transnacionales. Por otra parte, como destacábamos más arriba, es cada vez mayor el peso económico, a escala global, de las grandes corporaciones transnacionales (ver Tabla 1). Muchas de estas compañías tienen sus cuarteles generales en países desarrollados, pero realizan operaciones o tienen sus cadenas de suministro en países en vías de desarrollo, con marcos normativos a veces muy distantes de los “occidentales”, sobre todo en aspectos tales como la protección del medio ambiente o los derechos laborales. Entre estas grandes multinacionales se encuentran algunos de los principales grupos de construcción de nuestro país (ver apartado 9).
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WAL-MART STORES EXXON MOBIL ROYAL DUTCH/SHELL GENERAL ELECTRIC CITIGROUP AMERICAN INAL. GROUP VODAFONE GROUP PFIZER MICROSOFT CISCO SYSTEMS REPSOL TELEFÓNICA ENDESA SCH CEPSA FERROVIAL AGBAR OHL
244.500 234.000 201.729 134.187 94.713 81.303 47.962 45.200 32.187 18.878 40.943 30.488 20.401 19.654, 13.199 7.570 2.676 2.653
EGIPTO ARABIA SAUDÍ SUIZA NORUEGA SINGAPUR KAZAJSTAN BULGARIA GUATEMALA KUWAIT LÍBANO GHANA KENIA LUXEMBURGO LÍBANO HAÍTÍ ISLANDIA SIERRA LEONA CABO VERDE
232.500 235.600 206.600 136.200 93.800 87.300 46.600 43.500 31.400 18.600 37.900 30.800 21.900 18.600 11.700 7.700 2.500 2.100
Tabla 1. Algunas de las principales economías del planeta son organizaciones empresariales. En el cuadro se comparan las cifras de negocio publicadas por las empresas, con el PIB de algunos países. En el año 2003, 51 de las 100 primeras economías del planeta eran empresas. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Banco Mundial (Indicadores de desarrollo Mundial 2002), webs corporativas de empresas y Bolsa de Madrid.
2.1.2
INTERNET
La red de redes se ha convertido en un verdadero escaparate de alcance mundial, donde cualquier noticia es recibida casi en tiempo real por millones de internautas en todo el mundo (en la actualidad se calcula que más de mil cien millones de personas están conectadas a la red). El concepto de red global, y una accesibilidad a la información sin precedentes facilitan la respuesta de la ciudadanía a las amenazas o virtudes de los productos y servicios ofertados por las empresas. La capacidad de boicot, incluso a escala planetaria, se ha convertido en una realidad gracias a las posibilidades de comunicación que ofrece internet. Pensemos tan solo en la respuesta contra Nike cuando a finales del siglo XX se hizo público que utilizaban mano de obra infantil para fabricar sus prendas deportivas; o la muy reciente campaña de dos importantes ONG como Intermón Oxfam y Médicos sin Fronteras contra una multinacional farmaceútica por la comercialización de genéricos contra el cáncer en India.
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Ilustración 1. "Pantallazo" del buscador google al incluir en el campo de búsqueda la marca "Nike". Aún hoy pueden encontrarse en internet ecos del boicot que tuvo lugar a finales del siglo pasado. El daño en la reputación y el valor de marca de las compañías puede llegar a ser irreparable.
2.1.3
LOS GRANDES “RIESGOS GLOBALES”
Recientemente la organización del Foro Económico Mundial ha publicado el resultado del estudio realizado por el “Global Risk Nertwork”2 de esta institución independiente dedicada a poner en contacto a los líderes mundiales en torno a los problemas del desarrollo global. Entre los riesgos más relevantes, según la evaluación de los expertos, se cuentan los problemas en las cadenas de suministro energético, el cambio climático, el incremento de las catástrofes naturales, la extensión de las organizaciones terroristas, la corrupción y el crimen organizado a escala internacional, o la extensión de pandemias y enfermedades infecciosas. Algunos de estos riesgos tienen una evidente relación con la actividad empresarial. Así, por ejemplo, la evolución de los precios de los combustibles y las materias primas. El agotamiento de los recursos naturales constituye una preocupación nada reciente, que ya se puso de manifiesto a principios de los setenta en el conocido informe “The limits to growth”3, promovido por el Club de Roma.
2007. Global Risks 2007. A global Risk Network Report. World Economic Forum. Davos. Disponible en www.weforum.org. 3 1972. The limits to growth. A report to The Club of Rome. D.H. Meadows et al.
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En este informe se vaticinaba que al ritmo “actual” (referido a los años setenta) de crecimiento poblacional, industrialización, contaminación medioambiental y consumo de recursos, en un plazo inferior a 100 años se saturarían los límites productivos del planeta trayendo como consecuencia un efectivo descenso del PIB mundial. En términos muy similares se ha pronunciado recientemente el conocido como “Informe Stern”, que vaticina un impacto del cambio climático en la economía mundial del orden del 20% del PIB en los próximos dos siglos. ¿Quién podría pensar que estos acontecimientos no afectan o afectarán a las empresas? Sin embargo, los expertos del Foro Económico Mundial creen que las empresas e industrias aún no son capaces de entender cuáles son los verdaderos riesgos globales, y mucho menos cómo enfrentarse con éxito a ellos o mitigarlos.4 2.1.4 LOS NUEVOS INTERLOCUTORES
Hace un par de décadas, el control de la empresa lo ejercían principalmente los gobiernos y los mercados. En este contexto que podríamos denominar “tradicional” los principales interlocutores de la empresa se situaban en los poderes públicos (gobiernos, clientes institucionales, órganos reguladores) o en el entorno financiero (financiadores, accionistas, inversores). Las empresas más avanzadas habían desarrollado ya entonces sistemas que hacían más fluida la relación e interlocución con sus clientes (sistemas de calidad) y cadenas de suministro (proveedores de productos y servicios), sin los cuáles la propia existencia del negocio se habría visto comprometida. Hoy en día, las empresas se enfrentan a la creciente importancia alcanzada por los medios de comunicación y los portavoces sociales (entre los que se incluyen las principales ONG globales), cuya relevancia les permite ahora ejercer un control real y cada vez mayor sobre las compañías. El escrutinio ejercido por estos agentes llega en ocasiones a condicionar los objetivos de crecimiento y expectativas de las empresas. Más allá de la habitual labor de denuncia, la presión y el interés del denominado “tercer sector” por influir en los grandes conglomerados empresariales ha llegado a sofisticarse hasta tal punto, que algunas ONG llegan a adquirir participaciones accionariales lo suficientemente significativas como para acudir a las Juntas de Accionistas e influir desde dentro en la toma de decisiones de las empresas. Por otra parte, en el interior de las corporaciones los empleados han ido con el tiempo organizándose de manera más eficiente llegando a convertirse en un agente de control con un indudable peso en la estrategia empresarial. En un mercado laboral cada vez más competitivo, la capacidad de las empresas para atraer y retener el talento se ha convertido en un factor crítico de éxito. La preocupación de los directivos y empresarios por aspectos tales como el clima laboral o la conciliación entre la vida profesional y familiar, no son sino reflejo de la creciente influencia de la fuerza laboral en el éxito o fracaso de las empresas.
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www.weforum.org/en/initiatives/globalrisk/index.htm
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Ilustración 2. En las últimas décadas se ha incrementado el número y la importancia relativa de los interlocutores y agentes de control, así como su capacidad de influencia en la toma de decisiones de las empresas. Fuente: Código de gobierno de la empresa sostenible. Fundación Entorno, IESE, PriceWaterhouseCoopers, 2002
2.1.5
LOS ESCÁNDALOS EMPRESARIALES
Los escándalos financieros acaecidos en los albores del siglo XXI, que afectaron a centenares de miles de clientes, usuarios y accionistas, han promovido una corriente intensa de preocupación en todo el mundo por la honestidad y ética de los directivos y líderes empresariales. Escándalos como los de ENRON y Worldcom en EE.UU. no sólo se llevaron por delante a particulares, sino también a pesos pesados del panorama político e incluso a otras empresas multinacionales (como el caso de la firma de auditoría Andersen). En Europa sufrimos las técnicas fraudulentas de los directivos de Parmalat, que arruinaron literalmente a centenares de pequeños proveedores y a decenas de millares de pequeños inversores, y en España aún tenemos muy recientes los casos de Afinsa o el Forum Filatélico. A escala global la empresa ha tenido lugar una pérdida de credibilidad como nunca antes se había conocido, lo cuál generó por un período de tiempo falta de confianza entre los inversores y la comunidad financiera. Como respuesta a esta situación, los gobiernos han puesto en marcha instrumentos normativos que tienen por objeto favorecer la transparencia de las empresas, facilitar el escrutinio público de las mismas y proteger a los accionistas. Una actitud proactiva de la empresa en el ámbito del “buen gobierno” es considerada cada vez más como una baza relevante para ganarse la confianza de los mercados.
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Ilustración 3. Los recientes escándalos financieros han tenido repercusiones de alcance global y han desencadenado respuestas por parte de los gobiernos de los países desarrollados, que han incrementado la presión reguladora sobre las empresas para prevenir el fraude.
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¿CÓMO RESPONDEN LAS EMPRESAS A ESTOS CAMBIOS?. DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL AL DESARROLLO SOSTENIBLE
¿Cómo reaccionan (o deberían reaccionar) las empresas ante los retos globales que hemos detallado en el capítulo precedente?. Primero, las empresas deberían hacer pública su estrategia de integración de las expectativas que se encuentran detrás de tales retos. Sin duda, la parte central de sus compromisos estratégicos debería articularse en torno a la creación de valor de manera sostenible, y no sólo para sus accionistas, sino también para aquellos otros grupos de interés que son relevantes para los negocios de la compañía, o que se ven afectados por sus actividades. 3.1 ¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS (RSE)?
En el contexto que hemos presentado, algunas compañías se comprometen a gestionar sus operaciones de modo que se fomente el crecimiento económico y se aumente la competitividad integrando al tiempo las preocupaciones sociales y medioambientales, en el marco de un compromiso cierto por aportar su “granito de arena” al objetivo de un desarrollo sostenible de la Humanidad. En este sentido, podemos decir que las organizaciones ejercen su responsabilidad social "cuando satisfacen las expectativas que, sobre su comportamiento, tienen los diferentes grupos de interés (stakeholders: empleados, socios, clientes, comunidades locales, grupos de presión, accionistas, proveedores,..)"5 Entre las primeras definiciones de este concepto que partió del ámbito institucional, destacaremos la que figura en el Libro Verde publicado por la Comisión Europea en 2001.6 Este documento define la RSE como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”. Según esta definición, ser “socialmente responsable” va más allá de cumplir estrictamente la legislación en los países donde la empresa opera. Se trata de invertir más y mejor en aspectos tales como el desarrollo del capital humano, la protección medioambiental o el fomento de las sociedades donde la empresa realiza sus actividades; significa también, como veremos más adelante, aprovechar las oportunidades que esta visión ofrece para mejorar la competitividad e, incluso, identificar nuevas oportunidades de negocio (ver apartado 6). Significa que, más allá del beneficio económico, la principal función de una empresa consiste en crear valor con la producción de bienes y servicios que respondan a la demanda de la sociedad y generar de este modo beneficios sostenibles para sus propietarios y accionistas, así como bienestar para la sociedad en general, en particular gracias a un proceso continuo de creación de empleo. De hecho, cada vez son más los empresarios que ven en un comportamiento responsable un camino cierto para alcanzar el éxito comercial y proporcionar beneficios duraderos para sus accionistas. De ahí que algunas de las empresas líderes en todo el mundo hayan apostado firmemente por este camino como garantía de su supervivencia a largo plazo.
Cit. en “Sostenibilidad y empresas cotizadas. Análisis y recomendaciones”. Grupo de Trabajo nº21 del VI Congreso Nacional de Medio Ambiente. Madrid, 2002 6 2001. Libro Verde. Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. COM(2001) 366. Comisión de las Comunidades Europeas. Bruselas.
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3.1.1
OTROS TÉRMINOS QUE SE REFIEREN (MÁS O MENOS) A LO MISMO
Como sucede a menudo, la proliferación bibliográfica ha dado lugar a una multiplicidad de conceptos más o menos vinculados a eso que llamamos RSE. De hecho, según varios autores alguna de las cuestiones más relevantes a debate es precisamente el propio concepto7. Nosotros no le damos tanta importancia al asunto, si bien es cierto que la confusión reinante entre términos tales como “responsabilidad social”, “sostenibilidad empresarial”, “ética empresarial”... y sus estrechos vínculos con otros como “reputación corporativa”, no contribuyen precisamente a facilitar los acuerdos y las posturas consensuadas en torno a este tema. A veces el significado que damos a los distintos conceptos depende del contexto profesional del que cada cual procede. Así, por ejemplo, aquellos que ejercían su actividad en el ámbito social de la empresa incluyen en él los aspectos relativos a la ética y al medio ambiente, ya que consideran que la palabra “social” (del latín socialis, relativo o perteneciente a la sociedad) abarca todo aquello que da sentido a la sociedad; es decir, su entorno y las reglas por las que se rige. Los que proceden del ámbito del medio ambiente, por otra parte, se apoyan en la definición del Diccionario8 para justificar que la gestión medioambiental es el núcleo del desarrollo sostenible en la empresa. De la misma forma, la trayectoria de la propia organización y la manera en que ésta se ha aproximado a las políticas de RSE, acaba influyendo no sólo en la denominación de esta estrategia, sino también en aspectos clave como la distribución de responsabilidades y funciones derivadas de la responsabildad social. Así, el Libro Verde antes citado hablaba de “Responsabilidad Social Corporativa”, mientras que otros prefieren utilizar el término “Responsabilidad Corporativa” o “Responsabilidad Social” (a secas) de la empresa. No falta quien prefiere hablar simplemente de “Responsabildad” de la empresa o de “empresa responsable”, términos que, al menos a nosotros, nos ofrecen cierta simpatía pero que pueden llevar al error: ¿acaso una empresa rentable, que genera puestos de trabajo, cumple la legislación, paga impuestos, etc. no debe considerarse “responsable”?. No perdamos de vista que este término tiene una dificultad añadida, derivada de las distintas escalas de valores sociales, morales o ambientales en diferentes ámbitos de esto que llamamos “sociedad global”. En un mismo entorno, además, las prioridades en relación con estos aspectos cambian a lo largo del tiempo (¿o acaso hace cuarenta años dábamos a la protección de los recursos naturales la misma importancia que le damos ahora, en los albores del siglo XXI?). Como tendremos que tomar una decisión al respecto, pero no tenemos ánimo de entrar en un debate que se nos antoja estéril, a lo largo de este curso optaremos preferentemente por el término “Responsabilidad Social Empresarial” o sus siglas RSE, simplemente porque creemos que es el más extendido en los últimos tiempos, tanto entre empresas como entre instituciones públicas.
2007. Una nueva herramienta de management empresarial: la responsabilidad corporativa. J. Alfaro. En: Ecosostenible nº23, pp. 40-48. 8 Medio ambiente. Conjunto de circunstancias culturales, económicas y sociales en que vive una persona. (Diccionario de la Lengua Española. 22ª ed. Real Academia Española. Madrid, 2001)
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3.2
LA RSE COMO CONTRAPARTIDA AL NEGOCIO “CORTOPLACISTA”
Como destacábamos más arriba, cuando hablamos de RSE como estrategia empresarial, estamos hablando de algo que va más allá del cumplimiento de las obligaciones jurídicas, fiscales o laborales; estamos hablando de ir más allá de dicho cumplimiento, invirtiendo más en el capital humano, el entorno y las relaciones con los interlocutores. Este “ir más allá” de los que nos exigen las disposiciones legales y la labor inspectora de la Administración no debe comprometer en ningún caso la rentabilidad de la compañía. Antes al contrario; la experiencia adquirida con la inversión en tecnologías y prácticas comerciales respetuosas con el medio ambiente sugiere, por ejemplo, que ir más allá del cumplimiento de la legislación puede aumentar la competitividad de las empresas. En el ámbito laboral, la aplicación de normas más estrictas que los requisitos de la legislación social (por ejemplo en materia de formación, condiciones laborales o relaciones entre la dirección y los trabajadores) puede tener también un impacto directo en la productividad. Por encima de una consideración estética (o cosmética) de la RSE, las organizaciones que integran este concepto en su estrategia y toma de decisiones consideran que la obtención de beneficios es el principal objetivo de las empresas, pero no su única razón de ser, y optan por una reflexión a largo plazo sobre las decisiones y las inversiones estratégicas. Contribuyen, por tanto, a crear un marco donde las empresas puedan gestionar sus operaciones de modo que se fomente el crecimiento económico y la competitividad, al tiempo que se garantice la protección del medio ambiente y se ponga en valor el impacto social de la actividad empresarial. Cuando hablamos de “desarrollo sostenible” en la empresa hablamos, muy principalmente, de “sostenibilidad económica” del negocio, a largo y medio plazo, como contrapartida a la especulación “cortoplacista” o coyuntural. Cada vez más empresarios y gestores asumen que, para mantener la rentabilidad económica de sus actividades productivas, es necesario contemplar nuevos conceptos de “riesgo” y de “oportunidad”, asociados a los aspectos medioambientales y el impacto social de la producción, o a la calidad de las relaciones laborales, entre otras cuestiones. Quizás, la forma más didáctica de defender lo que entendemos por “gestión sostenible” de la empresa sea trazando el fenotipo de la empresa sostenible, o parafraseando a Woody Allen, mostrando todo lo que Vd. siempre quiso saber sobre la empresa sostenible pero nunca se atrevió a preguntar.
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¿QUÉ CARACTERIZA A LA “EMPRESA SOSTENIBLE”?
Trabajar a favor del desarrollo sostenible no sólo significa compensar parcialmente las externalidades negativas de la empresa a través de la proyectos filantrópicos, considerando aquéllas como efectos perjudiciales colaterales que pueden “compensarse” mediante, por ejemplo, el patrocinio de plantaciones de árboles. La empresa puede ir más allá de la compensación en el terreno ambiental, ya que el modelo de desarrollo sostenible debe respetar también los equilibrios entre la dimensión económica y la social, así como entre ésta y la protección del medio ambiente. La empresa que obtiene beneficios económicos diseñando productos y servicios que mejoran la calidad de vida de sus clientes, trabajadores, proveedores, comunidades locales, y demás colectivos implicados, trabaja por un futuro posible aportando valor para la sociedad a la que intenta servir. Para caminar en esta dirección, la empresa precisa de un sistema de gobierno que posibilite el alineamiento de la organización y de la cadena de valor de sus productos y servicios en esta dirección. Un modelo de negocio nuevo que genera oportunidades increíbles y valor para la empresa que trata de producir y consumir bienes pensando en mañana.
Empresa convencional Empresa socialmente responsable Empresa sostenible
Maximizar el beneficio para sus accionistas.
Cumplir las reglas de juego Atender las demandas de información Las nuevas responsabilidades deben conllevar nuevas leyes que se deben hacer cumplir para todos. Posición reactiva
Maximizar el beneficio para los accionistas revertiendo una parte a la sociedad en la que opera con el fin de compensar en parte las externalidades negativas que produce. Evita los efectos perniciosos que puedan tener los productos y servicios que pone en el mercado Mostrar su compromiso social Las nuevas responsabilidades me favorecen. Necesitamos pocas reglas. Posición proactiva
Maximizar la creación de riqueza para la sociedad en la que opera, creando productos y servicios. Aprovecha las oportunidades que la mejora de la calidad de vida ofrece para los negocios. Favorecer la participación de la sociedad en la compañía para buscar conjuntamente soluciones Las nuevas responsabilidades me diferencian. Cuanto menos reglas mejor. Liderazgo
Tabla 2. La evolución desde la perspectiva convencional de hacer negocios hasta lo que llamaríamos una "empresa sostenible", puede esquematizarse en distintos estadios caracterizados por la manera en que la organización afronta los retos y presiones del entorno.9
Aunque siempre dependerá de la visión y la manera de entender los negocios de cada compañía, podríamos destacar algunos aspectos clave que siempre deberíamos encontrar en una organización con una política de RSE solvente. Analizaremos a continuación cómo sería el “retrato robot” de la empresa sostenible.
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2002. La sostenibilidad y la empresa. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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4.1
EL GOBIERNO CORPORATIVO
Las buenas prácticas en aspectos tales como la gestión económico-financiera, la gestión de riesgos, la información que se transmite a los mercados, o los mecanismos de control interno y auditoría, son consideradas como la base de una política de RSE. Sin un gobierno solvente y honesto es inconcebible una política de responsabilidad en la empresa. Tras los recientes escándalos financieros que destacábamos en apartados anteriores, se han multiplicado los esfuerzos de los organismos reguladores por fomentar un marco de mínimos en torno a las prácticas de gobierno corporativo. En el ámbito internacional, la Ley Sarbanes-Oxley10 norteamericana puede considerarse la principal respuesta institucional del Gobierno Bush a los precedentes escándalos de Enron y Worldcom, entre otros. Esta norma regula aspectos tales como las funciones y responsabilidades de los consejeros, las firmas de auditoría o el reporting financiero. En el ámbito voluntario, los informes publicados por COSO11 orientan a las empresas en la mejora de la calidad y fiabilidad de sus informes financieros, así como en los mecanismos internos de control y auditoría que aseguran la fiabilidad de la información económica de la empresa y reducen el riesgo de fraude. Por su parte, la Unión Europea ha publicado diversas recomendaciones que afectan a la composición y funciones de los Consejos de Administración, las Juntas de Accionistas o el gobierno de las entidades bancarias. En España, la más recientemente iniciativa sobre gobierno corporativo es el denominado “Código Conthe”12, heredero de los precedentes “Código Olivencia” y “Código Aldama”. El Código se elabora como respuesta al mandato dado al regulador español en la Orden de la Vicepresidencia Económica del Gobierno ECO/3722/2003, que en su apartado f) prevé que la Comisión Nacional del Mercado de Valores dé luz verde a “un documento único con las recomendaciones de buen gobierno existentes”. La CNMV aprobó finalmente el texto unificado en mayo de 2006. Este documento recoge una serie de recomendaciones voluntarias para las empresas cotizadas, condición ésta de la voluntariedad que le distingue de la muchos de los Códigos de Gobierno publicados en otros países europeos. El Código hace énfasis en los aspectos clave del gobierno interno de las empresas, tales como: - El funcionamiento y competencias de las Juntas Generales de Accionistas - El funcionamiento, responsabilidades y funciones del Consejo de Administración. En estos apartados se establecen, por ejemplo, recomendaciones en torno a la proporción de consejeros dominicales e independientes en función de la distribución del capital de la sociedad. - Los criterios para la selección y nombramiento de los consejeros. - El régimen de retribuciones, los mecanismos de aprobación de las mismas y la forma de hacer pública esta política.
2002. Public Company Accounting Reform and Investor Protection Act. Pub. L. No. 107-204, 116 Stat. 745. COSO (Committee of Sponsoring Organizations of the Treadway Commission), es una organización privada norteamericana fundada en 1985, que tiene por objeto fomentar un marco voluntario de ética empresarial y calidad de los reporting financieros. 12 2006. Código Unificado de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas. El texto detallado de este Código puede encontrarse en la página de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV): http://www.cnmv.es/index.htm
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La estructura y funciones de las comisiones delegadas del Consejo (supervisión y control, auditoría, nombramientos…)
Desde el primer semestre de 2007, las sociedades cotizadas están obligadas a manifestar expresamente si cumplen o no el Código. Evidentemente, tales manifestaciones pueden tener implicaciones en las decisiones de inversión y las recomendaciones de los analistas, los cuáles deberían sentirse más “cómodos” invirtiendo en una empresa que cumpla razonablemente con los más altos estándares en materia de gobierno corporativo. 4.2 COMPROMISOS PÚBLICOS Y TRANSPARENCIA INFORMATIVA
Ilustración 4. La "triple cuenta de resultados" según el esquema desarrollado por el Banco Mundial en 1996.
Economía y Finanzas
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RESULTADOS Comportamiento MEDIOAMBIENTAL
Desarrollo SOCIAL
Una política solvente de RSE no puede concebirse sin una eficiente política de comunicación con los grupos de interés relevantes. Un caso particular de esta política es el “reporting”, que en una empresa responsable debería caracterizarse por la transparencia y la fiabilidad.
Más allá de las obligaciones legales en materia de transparencia informativa, cuyo principal referente 13, las empresas deberían poner a disposición en España es la denominada “Ley de Transparencia” del público sus compromisos en materia económica, social y medioambiental, y reportarlos de manera fiable y transparente. Esta práctica, conocida como la “triple cuenta de resultados” (o en inglés “Triple bottom line” o “Sustainability reporting”), requiere a las empresas para que extiendan los contenidos y modalidades convencionales del reporting financiero hasta aspectos tales como el impacto socioeconómico de sus actividades o su desempeño medioambiental, tanto en sus aspectos positivos como negativos. Según diversos autores, la tendencia de las empresas a suministrar información en estos ámbitos obedece a la necesidad de obtener la confianza de los grupos de interés que son relevantes para su propia existencia.14 Según un reciente estudio de Hill & Knowlton15, ante una encrucijada o un escándalo financiero, el gran público está incluso dispuesto a otorgar a las empresas el beneficio de la duda siempre y cuando éstas se expliquen adecuadamente.
Ley 26/2003, de 17 de julio, por la que se modifican La Ley 24/1988 del Mercado de Valores, y el Texto Unificado de la Ley de Sociedades Anónimas, con el fin de reforzar la transparencia de las sociedades anónimas cotizadas. 14 2007. Tendencias de la RSC en España. J. Piñeiro et al. Documento final del Grupo de Trabajo 20. Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid. 15 2002. Opinion Research Corporation Litigation. Más información en www.hillandknowlton.com
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En este contexto, la información suministrada por las empresas debería cumplir los siguientes criterios: Calidad y cantidad suficientes. La información suministrada debería alcanzar a todos los aspectos relevantes de los compromisos adquiridos por la empresa en materia de desempeño económico, social y medioambiental. Asimismo, cada dato o indicador debería acompañarse de una explicación sobre su significado e interpretación, su alcance, así como, en su caso, los tests o validaciones a las que ha sido sometido. Información verdaderamente relevante, prescindiendo de información superflua, equívoca o innecesaria. Información suministrada en el momento oportuno. Información fiable y creíble. Los compromisos públicos adquiridos por la empresa deberían ser “verificables”, esto es, contrastables por un tercero. Para ello los indicadores clave del comportamiento social, medioambiental y económico deberían apoyarse en sistemas de información y reporting interno trazables y auditables.
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Dilemas para el mundo de los negocios16 > Costes Vs Beneficios Las compañías consideran la realización de informes de sostenibilidad como un coste excesivo y en muchos casos innecesario. Sin embargo, la mayor parte de los datos forman parte de los sistemas de gestión actuales de la empresa y no se ponen en valor. La pregunta no es si es necesaria su integración en informes anuales o en informes de sostenibilidad independientes, la pregunta es si la empresa desea gestionar estos aspectos a nivel directivo y obtener los beneficios de optimización. > Sistemas Vs informes Qué debe hacerse primero. el sistema de recogida y gestión de los aspectos relacionados con la sostenibilidad o el informe. Esta pregunta se repite con mucha frecuencia. En la mayor parte de los casos la realización del primer informe –aún interno- permite obtener un diagnóstico de gran utilidad para la estrategia de la empresa. Sin embargo, la verdadera utilidad del informe se encuentra en que los sistemas se encuentran gestionados por el staff técnico de la compañía y los informes o memorias son gestionados a nivel de dirección con lo cual su influencia en la estrategia aumenta. >Transparencia Vs Compromiso Una vez que la empresa realiza el primer informe comienza su compromiso con la creación de valor sostenible y le será exigible un comportamiento coherente. Desde luego la transparencia no será tal si no somos capaces de generar confianza y participación en las partes interesadas. En muchas ocasiones las empresas no quieren enfrentarse a este reto y publican un folleto informativo más, que titulan memoria de sostenibilidad.
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Extraído de un documento inédito de la Fundación Entorno, a partir de textos del WBCSD. Citado en “La sostenibilidad y la empresa”. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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4.2.1
GUÍAS Y RECOMENDACIONES DE REPORTING NO FINANCIERO
Como destacábamos en el párrafo precedente, la información publicada por las empresas debería ser verificable o auditable por un tercero independiente, en aras de hacer más creíbles los informes publicados por la empresa. El empleo de estándares y guías de reporting no financiero contribuye a facilitar el trabajo de la entidad de verificación o auditoría (ver más adelante, en este mismo apartado). Además, estas guías deberían ayudar a la propia empresa a organizar la información que reportan, a elaborar instrumentos de medida y seguimiento de los principales indicadores, así como a desarrollar sistemas internos de información suficientemente ágiles y solventes. Ciertos autores consideran, asimismo, que la memoria de sostenibilidad debería servir a las empresas para seleccionar la información que realmente es relevante para los distintos grupos de interés, así como para hacer más eficiente su gestión.17 La más conocida y ampliamente utilizada de estas guías es la publicada por GRI (Global Reporting Initiative). GRI es una amplia red de expertos aglutinada con una configuración “multi-stakeholder” (pertenecientes a diversos grupos de interés, incluidos el sector empresarial, las administraciones públicas y los gobiernos, las ONG, las universidades y centros de investigación, las organizaciones de consumidores y usuarios, etc.), que a través de grupos de trabajo temáticos y sectoriales desarrollan directrices para el reporting no financiero. Tales directrices, asociadas a una propuesta de indicadores en cada una de las áreas, son las que, una vez compiladas, constituyen el cuerpo de la Guía.18 La Guía GRI, cuya última versión (G3) se ha publicado en 2006, recoge los principios para orientar a las empresas en la elaboración de sus “memorias de sostenibilidad”, presentando de manera equilibrada los resultados de su actuación en términos económicos, ambientales y sociales. Es importante destacar que la guía no establece exigencias o requisitos normativos sobre qué deben hacer las empresas o cómo deben comportarse, sino tan solo (no es poco) sobre cómo deberían reportar los resultados de tal comportamiento. El cumplimiento de las recomendaciones contenidas en la guía, así como el hecho mismo de publicar una memoria de sostenibilidad, respeta el principio de la voluntariedad. La versión G3 de la Guía se estructura con arreglo a los siguientes contenidos: Parte General: Panorámica de las memorias de sostenibilidad. Orientación, principios y directrices. Parte I. Contenido de la memoria; alcance y calidad de la información suministrada. Parte II. Contenido básico que necesariamente tiene que aparecer en la memoria (p.e. estrategia de la compañía, riesgos clave del negocio, organización, compromisos, políticas…), incluyendo la relación de indicadores a reportar en cada una de las líneas: económica, social, medioambiental.
17 18
2005. Memorias de sostenibilidad. Aspectos económico financieros. I. Gili et al. Ediciones Deusto. Barcelona. Información detallada sobre esta organización, sus funciones y objeto, puede encontrarse en www.globalreporting.org
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Parte III. Directrices para la utilización de la propia Guía: declaraciones sobre el nivel de cumplimiento de la guía (“gradual” o “in accordance”), la verificación de su contenido, el soporte del informe (físico, electrónico, web)19 Una serie de anexos o “protocolos técnicos” que incluyen un análisis detallado de cada uno de los indicadores relacionados en la parte II. VERIFICACIÓN POR TERCERA PARTE
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4.2.2
El proceso que los anglosajones denominan “assurance” tiene por objeto aumentar la credibilidad y fiabilidad de la información suministrada en la memoria. La mayor parte de los analistas valoran muy positivamente que los informes de la empresa hayan sido sometidos a un proceso de auditoría o verificación de los datos. Los procesos de verificación más fiables se hacen con arreglo al contenido de la norma de auditoría ISAE 300020. Esta norma recoge los principios y procedimientos esenciales de la auditoría no financiera, así como los requisitos que deben reunir los equipos de verificadores. En general, el sistema de verificación regulado por esta norma contempla dos niveles de “assurance”: a. “aseguramiento razonable”, que permite al verificador asegurar (de manera positiva) que la información auditada es fiable bajo unas determinadas condiciones y niveles de confianza. b. “aseguramiento limitado”, que simplemente permite a los verificadores asegurar (de manera negativa) que no han detectado anomalías en la información que les obliguen a dudar de su veracidad Es importante no confundir esta norma con una guía de reporting no financiero como GRI (ver apartado anterior). ISAE 3000 establece la forma como se debe auditar la información, no así la estructura o contenidos de los informes. De hecho la aplicación de esta norma y de guías como GRI suele ser no solo compatible sino complementaria; es un modelo muy extendido aquél mediante el que unos verificadores se acogen a la norma ISAE para verificar una memoria redactada con arreglo a las directrices de GRI. Por más que algunos destaquen que esta norma no se concibió exactamente para la verificación de memorias de sostenibilidad, el grueso de los analistas y otros grupos de interés consideran más creíble el estándar ISAE 3000 que otros esquemas que se limitan a verificar que una determinada memoria reúne los contenidos de GRI, sin entrar en la fiabilidad y trazabilidad de los datos contenidos en ella.
Contrariamente a una idea bastante extendida, la memoria de sostenibilidad no tiene porqué ser un documento independiente, tal y como destaca la propia Guía GRI. Cada vez son más las empresas que optan por ofrecer a sus analistas, inversores y accionistas un único soporte documental que integra la información financiera y no financiera de la compañía. Muchos analistas parecen valorar muy positivamente esta tendencia, ya que la coordinación y coincidencia de los informes de cuentas con los de sostenibilidad parecen ser indicativos de una mayor imbricación de estas políticas en el día a día de la empresa. 20 2003. International Standard on Assurance Engagements 3000. International Auditing and Assurance Standards Board (IAAS) & International Federation of Accountants (IFAC)
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4.3
LA INNOVACIÓN
“La sostenibilidad representa un marco de gestión que nos lleva a buscar la mejora continua en nuestra forma de operar y nuestros productos, integrando en nuestra actividad diaria y en nuestra planificación estratégica, objetivos económicos, medioambientales y sociales”21 A lo largo de este capitulo del curso, de manera recurrente destacamos la necesidad de producir manteniendo o incrementando la rentabilidad, mejorando el impacto de nuestra actividad sobre la sociedad y reduciendo el efecto negativo sobre el medio ambiente. En la mayor parte de los casos, esta nueva necesidad implica un cambio, a veces rotundo, en la manera de producir; y estos cambios, en empresas con vocación de liderazgo, se rigen por algo que denominamos capacidad para innovar. En muchos sectores, la innovación, entendida como resultado de la investigación, básica y aplicada, y del desarrollo (I+D+I), ya hace tiempo que se ha convertido en una condición sine qua non para el éxito empresarial. Además, los cambios que introduce el desarrollo sostenible en el panorama competitivo reclaman empresas dinámicas, capaces de desarrollar nuevas capacidades y actividades, capaces, en definitiva, de crear valor persistente a base de innovar y adaptarse con la suficiente antelación a las expectativas de sus stakeholders. En consecuencia, vemos la empresa sostenible como una organización donde la innovación juega un papel destacado en la creación de un valor persistente. En el siguiente apartado veremos cómo la empresa debe orientar el aprendizaje que se deriva del diálogo con las partes interesadas para innovar en el desarrollo de nuevos productos coherentes con las expectativas de los stakeholders. 4.4 APERTURA AL DIÁLOGO CON LOS GRUPOS DE INTERÉS
“Los altos directivos han de tener en cuenta que las empresas y, por tanto, sus máximos órganos de gobierno, no sólo han de considerar los requerimientos y necesidades de los inversores y, por tanto, de los clientes, sino los de todas aquellas personas y organizaciones que tienen algún tipo de interés o influencia en sus actividades”22. Este acertado consejo que podemos encontrar en uno de los textos de referencia (no precisamente de los más recientes) lleva implícita una capacidad que las empresas tienen tan solo parcialmente resuelta: mantener un diálogo abierto con los grupos de interés relevantes, fluido y productivo en términos de mutuo beneficio. Este proceso es denominado con acierto por algunos autores “comunicación inteligente”.23 Este proceso de intercambio sólo será rentable cuando trascienda esa sensación de “obligación preceptiva” que se perciben en algunas estrategias de RSE: “como hay que hablar, hablaremos…”.
1998. General Motors. Environmental, Health and Safety Report. 2002. Código de gobierno para la empresa sostenible. IESE, Fundación Entorno y PricewaterhouseCoopers. 23 2001. An iconoclastic view of risk. H.F. Kloman
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4.4.1
LOS GRUPOS DE INTERÉS (“STAKEHOLDERS”)
Muchas personas piensan que las empresas son de sus accionistas pero, ¿es esto realmente cierto?. Los accionistas y los inversores forman las asambleas y los consejos de administración que eligen los órganos rectores de las empresas. Sin embargo, las empresas subsisten, crecen o se deterioran, gracias a que hay clientes que compran sus productos o servicios: ¿son las empresas también de ellos?. Los clientes votan en cada licitación, los consumidores/clientes votamos cada vez que vamos al supermercado y premiamos, mediante nuestra compra, la elección de los accionistas al poner al frente de su empresa a un determinado equipo gestor. Pero en la misma situación se encuentran los empleados responsables de la puesta en funcionamiento de la empresa e incluso sus familias, los estados que otorgan licencias para operar o protegen los activos de la compañía, las comunidades locales que permiten construir sus fábricas, los proveedores que confían sus inversiones al éxito de sus clientes, etc. El comportamiento que la empresa tiene con cada uno de estos grupos está relacionado con el valor que es capaz de crear. Las empresas que perjudican a sus stakeholders esquilmando los recursos valiosos o subemplean a sus trabajadores o favorecen regímenes corruptos no valen lo mismo que aquellas que ayudan a diseñar un mundo más justo. La empresa sostenible es capaz de orientar los esfuerzos de sus directivos hacia la construcción de relaciones fructuosas con las partes interesadas. Desde esta nueva perspectiva, en la que las expectativas de los stakeholders juegan un papel relevante, la misión de la empresa es encontrar oportunidades que resulten beneficiosas tanto para ella como para la sociedad (entendida en un sentido amplio). Esta es la base de lo que denominábamos “comunicación inteligente”. 4.4.2 AHORA BIEN,... ¿CÓMO CONOCER REALMENTE LAS EXPECTATIVAS DE NUESTROS STAKEHOLDERS?
Si conocer las expectativas que tienen los grupos de interés respecto a mi negocio es tan relevante, cabría preguntarse si disponemos de los cauces o instrumentos adecuados para acceder de manera fiable a tal información. Es habitual, en este sentido, caer en el ejercicio endogámico de pensar, desde dentro, sobre las expectativas de los que están fuera. Ciertamente, las empresas que han hecho un esfuerzo por mantener un contacto fluido con los stakeholders han obtenido resultados desiguales. Por parte de la empresa o de los grupos de
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interés este diálogo sólo parece producirse en momentos de crisis, perdiendo así ambas partes el gran potencial beneficioso que este diálogo puede conllevar para ambas partes. El primer beneficio evidente de un diálogo con las partes interesadas es una disminución del riesgo operativo y reputacional. Al igual que las empresas ponen en marcha nuevos sistemas CRM (customer relation management) con el fin de disponer de información valiosa de sus clientes, las grandes corporaciones que han detectado la oportunidad del desarrollo sostenible para la empresa comienzan a ir más allá. Esta importante cuestión es lo que ciertos autores denominan SRM (stakeholders relation management)24 o sistemas que posibilitan conocer en tiempo real las expectativas de las partes interesadas en la compañía, informar a éstas de sus decisiones y promover sistemas que aumentan la confianza y la transparencia. Seguro que este tipo de sistemas se desarrollarán en el futuro con el objetivo de maximizar el valor del mundo de los negocios atendiendo a un número mayor de colectivos. Probablemente esta necesidad de sofisticación proviene de la debilidad del tejido asociativo, por un lado, y de la complejidad de los aspectos que se deben tratar, por el otro. 4.4.3 DIVERSOS CAUCES DE COMUNICACIÓN PARA DIVERSOS GRUPOS DE INTERÉS… O “CADA OVEJA CON SU PAREJA”
Muchas empresas justifican los pobres resultados en sus esfuerzos de comunicación en la falta de interés de ciertos grupos (por ejemplo ONG) por utilizar la oportunidad que se les ofrece desde las empresas. Sin embargo, muchas veces las empresas no utilizan los cauces y medios adecuados, o no realizan las preguntas que de verdad interesan a los stakeholders. Debemos profundizar en esta línea de comunicación si queremos tener éxito, analizando los sistemas de retroalimentación suficientes desde las empresas para fomentar la participación de los grupos de interés. En este aspecto, posiblemente uno de los más habituales errores sea caer en la autojustificación de que con el informe corporativo anual o la “memoria de sostenibilidad” es suficiente para que todos nuestros stakeholders, agentes sociales, ONG, etc. se den por informados sobre nuestros compromisos, expectativas y desempeño. Nada más lejos de la realidad; de hecho existen serias dudas sobre si alguien se lee o no estas memorias de sostenibilidad, pretendidamente dirigidas a la “Sociedad”. La empresa debería ser capaz de planificar, diseñar y mantener cauces fluidos de comunicación adecuados para cada uno de los grupos de interés que son relevantes. Algunos de estos mecanismos gozan ya de cierta “tradición” en el ámbito empresarial; así, por ejemplo, las reuniones “one to one” con las agencias de research y analistas financieros. En otras ocasiones, se puede recurrir a métodos más sofisticados, que forman parte del know-how de ciertas empresas y de consultores especializados (p.e. encuestas de satisfacción de clientes, evaluaciones del clima laboral…). Con ciertos stakeholders, como los grupos de opinión, representantes sociales, comunidades locales y ONG, todavía será necesario trabajar a fondo para alcanzar mecanismos de diálogo verdaderamente fluidos y eficientes, aunque la bibliografía reúne un buen número de
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2002. La sostenibilidad y la empresa. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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buenas prácticas que pueden inspirar a la persona interesada en alcanzar una “comunicación inteligente” con estos grupos. Una síntesis de las virtudes de las mejores prácticas se resumen en el siguiente decálogo recientemente publicado por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) “10 claves para el éxito”:25 1. Reservar tiempo para la planificación, planificación y más planificación. 2. Comenzar siempre pensando en el compromiso a largo plazo con los stakeholders, y consultar con ellos, desde el principio, sobre cómo y de qué manera están dispuestos a mantener un diálogo continuado. 3. Prestar atención y gestionar las expectativas: tanto las nuestras como las suyas. 4. Ser realista: no comenzar aquello que no estamos seguros de poder terminar 5. Centrarse en la calidad de la información y no en la cantidad: los participantes debería ser invitados en virtud de su capacidad para provocar el debate, así como de su credibilidad. 6. Mantenerse alejados de posiciones públicas y eslóganes: tan prono como sea posible, enfocar el diálogo hacia los intereses específicos y los valores que interesan a ambas partes. 7. Admitir las diferencias de base entre las partes, cada uno debería hacer un esfuerzo para compartir las expectativas de cada uno, escuchar y aprender. 8. Estar preparados para ser tan abiertos y transparentes como sea posible. 9. Intentar construir un clima de mutua confianza que permita poner en marcha acciones para el cambio, inmediatamente como consecuencia del diálogo. 10. Ser flexible y estar abiertos a cambios improvisados del programa planteado, sobre la base de los deseos de los stakeholders. 4.4.4 RELACIONES CON ONG Y GRUPOS DE OPINIÓN
Las Organizaciones no Gubernamentales se han convertido en los últimos tiempos en un actor de reconocida relevancia. No es para menos; las más importantes ONG de ámbito mundial se encuentran entre las instituciones de mayor credibilidad para la ciudadanía, desde luego muy por delante de las empresas. Según un reciente estudio, algunas de ellas gozan de verdadero prestigio y son reconocidas como los principales conductores del cambio de la Sociedad hacia un modelo de desarrollo sostenible.26 En un documento de referencia27, uno de los principales autores en el ámbito de la responsabilidad corporativa distingue entre varios tipos de ONG, a saber: i. Las ONG de primera generación o “asistencialistas”
Stakeholder dialogue. The WBCSD approach to engagement. 2004. Survey of sustainability experts. 2002-03 Highlights report. Ed.: GlobeScan. 27 1990. Getting to the 21st Century. Voluntary Action and the Global Agenda. David C. Korten. Ed. Kumarian Press.
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ii. Las de segunda generación o “desarrollistas” iii. Las de tercera generación, que buscan una relación de partenariado y mutuo beneficio con empresas y otros agentes sociales. iv. Las de cuarta generación, que apuestan por la denuncia y la presión política, incluso desde dentro de las propias organizaciones que son el foco de sus críticas (p.e. tomando participaciones financieras significativas para personarse en las Juntas de Accionistas). En no pocas ocasiones, puede ser cierto que algunas ONG han caído en conductas irresponsables o que no generan resultados sostenibles, lo cuál ha llegado a perjudicar su relación con a largo plazo con otros agentes sociales, incluidas las propias empresas. Las posturas “anti-empresa” o “anti-sistema” han pasado la costosa factura de la falta de una relación estable y productiva entre los diversos agentes sociales28. Sin embargo, merece la pena hacer un esfuerzo por encontrar vías de comunicación y mutuo beneficio. Una de las que se están consolidando como más recurrentes pasa por el partenariado ONG y empresa, donde aquélla puede aportar el know-how del que muchas veces carece esta última para abordar proyectos de desarrollo social o de protección medioambiental. Así, por ejemplo, en los casos en que una determinada corporación decide impulsar políticas de conciliación de la vida laboral y familiar, aspecto este cada vez más interesante para las empresas como vía para atraer y retener el talento, es posible que ciertas ONG y Fundaciones especializadas en estos ámbitos puedan aportar los conocimientos necesarios y los recursos especializados para abordar con éxito estos proyectos (en España, este ejemplo se materializa en la figura de la Fundación +familia, que ha ayudado a decenas de empresas a establecer estas políticas de recursos humanos). Lo mismo podríamos decir de proyectos de desarrollo social en países del tercer mundo, o de un amplio abanico de proyectos de conservación ambiental. 4.4.5 LAS RELACIONES LABORALES
A veces olvidamos que, desde la empresa, una parte importante de la Sociedad hacia la que dirigimos nuestros esfuerzos se encuentra “en nuestra propia casa”. Como decíamos más arriba, en la empresa sostenible los empleados y sus familias forman parte también de ese grupo de “propietarios”. Como tales, la alta dirección debe compartir con ellos los valores y objetivos coherentes con el desarrollo sostenible de la compañía. Empleados motivados e integrados en el proyecto de empresa constituyen una fuerza productiva valiosa, capaz de aportar mejoras en la línea estratégica de la organización. En el polo opuesto, relaciones laborales deshumanizadas engendran desinterés por el proyecto entre los empleados. Aspectos tales como el diseño de carreras profesionales coherentes con la preparación y expectativas de cada empleado, una adecuada gestión del talento, sistemas de retribución competitivos o procesos de selección eficaces, contribuyen sin duda a que el empleado pase de “alquilar su tiempo” a cambio de un salario, a formar parte íntegra del proyecto empresarial.
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2006. Mercado sostenible y responsabilidad social. Óscar J. Álvarez. Ed. Comares. Granada.
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Ciertas iniciativas innovadoras, como las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar,29 contribuyen a que las empresas sean capaces de atraer y retener el mejor talento en un mercado laboral cada vez más competitivo no solo para los candidatos, sino también para las empresas que los requieren. Los directivos, en este contexto, juegan el papel de velar por la interiorización de los valores de empresa en todos los niveles de la organización. La calidad y ética del liderazgo juega, pues, un papel fundamental en la empresa sostenible. No debemos olvidar tampoco, por obvia, la necesidad de mantener unas condiciones de trabajo saludables. En particular, la prevención de los riesgos laborales debería jugar un papel preeminente en la estrategia corporativa. Sectores productivos como el de la construcción, con índices de siniestralidad elevados o con mayores índices de riesgo, requieren esfuerzos adicionales, en ocasiones innovadores e imaginativos, para mantener las condiciones de seguridad y salud laboral en el máximo nivel técnicamente viable.
Ilustración 5. Según la mayor parte de los autores, los modos de dirección despóticos contribuyen a crear un ambiente frágil y poco productivo, donde empleados y empresario tienen mucho que perder. Fuente: Forges.
En otro nivel, la “salud” de las relaciones laborales puede medirse y “monitorizarse” mediante técnicas más o menos sofisticadas que permiten evaluar el “clima laboral” que se respira en la
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Para más información sobre este tipo de proyectos, consultar www.masfamilia.org.
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organización. Estos sistemas suponen una valiosa herramienta de gestión para una alta dirección preocupada por integrar a los empleados en su proyecto empresarial. 4.5 LA GESTIÓN DE LOS VALORES “INTANGIBLES” Y LA RSE
En las empresas cada vez es más importante la gestión de los denominados valores “intangibles”, esto es, aquéllos activos de la empresa que no pueden “tocarse” o medidos en magnitudes físicas o contables. Entre ellos se cuentan, por ejemplo, el know-how de la compañía, la cartera de clientes o las patentes, por citar algunos que pueden tener evidentes implicaciones legales o comerciales. Otros muchos, algunos sólo recientemente identificados, incluyen aspectos aún más “intangibles”: la capacidad para atraer y retener el talento, el capital intelectual, la confianza del equipo gestor en los mercados, la reputación de la marca… Pues bien, diversos estudios destacan que mientras que en los años setenta la mayor parte del valor de una compañía provenía del valor “contable”, en la actualidad los activos intangibles llegan a suponer entre un 60 y un 70% del valor total de la empresa, cuando no más30. En sólo treinta años la forma de medir a las organizaciones se ha invertido, y la tendencia parece imparable; es un hecho que cada día el valor de una empresa tiene menos que ver con lo reflejado en los libros.31 Al tratar sobre los diversos grupos de interés y de su influencia en la estrategia de las empresas (ver apartado 4.4.1), veíamos que muchas de sus expectativas estaban estrechamente vinculadas a esto que llamamos “activos intangibles”. Éstos se convierten, por tanto, en un elemento crucial del éxito empresarial. Ahora bien, dado que son tan difíciles de medir, “tocar”… ¿cómo se gestionan de manera que contribuyan a conseguir los objetivos de la empresa?
Declaraciones de Antonio López, presidente del Instituto de Análisis de Intangibles, al diario Expansión (17 de enero de 2005) 31 2007. Una nueva herramienta de management empresarial: la responsabilidad corporativa. J. Alfaro. En: Ecosostenible nº23, pp. 40-48.
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Medioambiental Humano & Social Capital Intelectual Marca & Reputación Financieros Bienes Análisis Inversores Clientes Empleados Comunidades ONG Proveedores & Socios
Ilustración 6. La tendencia de los analistas es la de extender la valoración de la empresa hacia sus valores intangibles, que según ciertos autores aportan hasta el 85% del valor total de una compañía. Las políticas solventes de RSE pueden potenciar el valor de estos activos y contribuir a su adecuada gestión.
Análisis y puesta en valor de intangibles Tradicional
Muchos autores están convencidos de que la RSE es un instrumento muy útil para la gestión de los intangibles. Instrumentos muy vinculados a la responsabilidad corporativa, tales como la gestión global de riesgos, el seguimiento de la percepción de clientes y usuarios, o las políticas más innovadoras en materia de relaciones laborales, pueden contribuir a identificar, medir y gestionar buena parte de los activos intangibles que están asociados al éxito de la empresa, o que pueden llevarla al fracaso. Queda mucho por avanzar, no obstante, en lo que se refiere a la medición y control de estos activos. Como destacaba un experto en un trabajo de principios de siglo: “Existe un diferencial entre el valor de mercado del patrimonio y el valor contable. Éste se relaciona con los activos intangibles [...] En general, el diferencial podría explicarse fundamentalmente por la solidez financiera y el factor humano [de la empresa]. Sin embargo, un importante 40% permanece aún sin explicar”. 32
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2000. Intangibles y valoración de empresas: evidencia empírica. F. Rubio.
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LA RSE Y LA COMUNIDAD FINANCIERA
“La buenas prácticas empresariales en campos como el de los derechos humanos, el trabajo infantil, o la gestión medioambiental son buenas para el conjunto de la sociedad, pero también para los accionistas” (Keith Satchell, Chief Executive Officer of Friends Provident Group) Entre los más relevante grupos de interés se encuentran sin duda los analistas y, en general, la comunidad financiera, que va paulatinamente haciéndose eco de las iniciativas de las empresas para alcanzar un modelo de negocio más sostenible y naturalmente integrado en la sociedad donde operan. Por otra parte, las empresas están cada vez más preocupadas por la opinión de analistas especializados en RSE y desarrollo sostenible. En este contexto, las compañías cotizadas identifican a la comunidad financiera como uno de los destinatarios más importantes de sus esfuerzos de comunicación en el ámbito de la RSE, ya que saben que la información transmitida a través de estos informes de sostenibilidad acerca de los riesgos y oportunidades asociados a la responsabilidad social de la compañía y a su impacto ambiental pueden servir como soporte a ciertas decisiones de inversión, especialmente en los mercados más desarrollados. 5.1 EL PAPEL DE LOS MERCADOS DE CAPITALES
Ilustración 7. El creciente interés de los inversores por las empresas "sostenibles" tiene su reflejo en un número creciente de fondos especializados en inversión socialmente responsable (ISR), también conocidos como "fondos éticos". Fuente: SRI. “2005 Report on Socially Responsible Investing Trends in the United States”.
Si bien es cierto que las empresas tienen un papel protagonista en el desarrollo sostenible, no lo es menos que los mercados de capitales, y también las entidades financieras, están llamadas a hacer de “secundarios de lujo” en esta película. Muchos autores pensamos que ambos, y muy principalmente los primeros, deberían convertirse en una poderosa “palanca” para el cambio. ¿Qué sucedería si los inversores empezaran a hacer preguntas sobre el destino de su dinero? ¿Qué pasaría si exigieran a los gestores de fondos que su dinero se invirtiera sólo en empresas bien gobernadas, y con un desempeño social y ambiental solvente? ¿Qué pasaría, en definitiva, si el inversor, incluido el particular, pensara no sólo en la rentabilidad de su inversión, sino también en los efectos que produce sobre la sociedad?
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Pues bien, esto que hace años parecería una quimera empieza, aunque aún de forma incipiente, a hacerse realidad. Los denominados “fondos éticos” y la inversión “socialmente responsable” (conocida por sus siglas en inglés SRI) parece que van adquiriendo cada vez más relevancia en el proceloso mercado de capitales. Según el último estudio de Eurosif sobre SRI, en Europa se mueven ya inversiones en torno a 105.000 millones de euros33 en fondos que podríamos llamar estrictamente éticos (“core SRI investment”). Este dato, aunque esperanzador, todavía se nos antoja escaso. Primero, porque el 94% de estos activos corresponden a inversores institucionales; los particulares aún no parecen interesados en estos fondos. Segundo, porque si comparamos esta cifra con los volúmenes que manejan los principales fondos de inversión, veremos que sigue siendo marginal en el conjunto del mercado global de capitales (por ejemplo Morley FM, uno de los mayores gestores de fondos del mundo, mueve por sí solo más de 420.000 millones de euros)34 5.2 LAS AGENCIAS DE RESEARCH Y LOS “ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD”
Cada vez son más las empresas especializadas en el análisis de las variables no financieras de las empresas, y en particular en los aspectos que caracterizan a las empresas “sostenibles”. Instituciones como Sam Research, SIRI, AIS, Core Ratings o Innovest son verdaderos referentes tanto para los inversores como para las empresas que luchan por hacerse un hueco entre las calificadas como más sostenibles.35 La mayor parte de estos fondos están referenciados a algunos de los más conocidos “índices de sostenibilidad”, tales como los de la familia del Dow Jones Sustainability Index (DJSI) o el FTSE4Good. Estos índices reúnen, como es sabido, un conjunto limitado de valores reconocidos por una estrategia y comportamiento empresarial solventes en términos de su desempeño económico, social y medioambiental. Los índices de la familia DJSI, el más importante referente mundial, han otorgado cerca de sesenta licencias a distintos operadores financieros en catorce países, entre los que se encuentran los principales fondos de inversión. Los portfolios de estos fondos licenciatarios alcanzaron inversiones por valor de 3.600 millones de euros el año pasado. La incorporación de valores a estos índices se basa en diversos criterios, amparados bajo la denominación común de “positive screening”, esto es, el análisis selectivo de compañías reconocidas por una estrategia solvente en materia de sostenibilidad hasta el punto de considerarse como “best-in-class”, las mejores en sus respectivos sectores.
European SRI Study. European Investment Forum (2006) Fuente: Morley Fund Management. www.morleyfm.com 35 Para más información sobre esta agencias de research, los métodos que utilizan y el ranking de las más reputadas, puede consultarse el interesante estudio elaborado por MISTRA y Sustainability: “Values for Money. Reviewing the quality of SRI research”. Este informe se publicó en 2004 y está disponible en www.sustainability.com.
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Ilustración 8. Innovest es una de las agencias más prestigiadas, responsable de la elaboración del “Top 100 Sustainable companies in the world” que publica anualmente Business Week. En la última edición, cinco empresas españolas se han incluido entre las más sostenibles del mundo: Ferrovial, Iberdrola, Gamesa, Inditex e Indra.
¿Por qué las empresas están interesadas en formar parte de estos índices? La primera razón resulta evidente. Por más que el volumen de inversiones ligadas a estos fondos no sea tan boyante como desearíamos, lo cierto es que a nadie le amarga un dulce, e indudablemente la pertenencia a estos selectivos abre el espectro de potenciales inversores; en particular en aquéllos países donde los inversores institucionales (por ejemplo, los gestores de planes de pensiones), están sujetos a requisitos normativos que les obligan a invertir un elevado porcentaje de sus activos con criterios SRI. Además, todos los analistas (“socialmente responsables” o generalistas) coinciden en que índices como el Dow Jones de Sostenibilidad proporcionan una verificación fiable del desempeño económico, social y medioambiental de una empresa. Y, habida cuenta de la dificultad y alta competencia para ingresar en estos índices, la pertenencia a los mismos proporciona una imagen de solvencia que es valorada en todo el mundo a la hora de invertir o hacer negocios con estas compañías. En los parqués empiezan a proliferar inversores convencidos de que las prácticas acreditadas en materia de sostenibilidad son un buen indicador de la calidad de gestión y gobierno corporativos.... … “Un buen gobierno corporativo supone una adecuada gestión de los impactos sociales y medioambientales, adecuados estándares RSC, en suma. Los impactos sociales y medioambientales de aquellas compañías que fracasan en el adecuado gobierno de estos asuntos pueden resultar en unos mayores costes operativos, daño reputacional y la
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consiguiente pérdida de confianza y toma de decisiones en consecuencia por parte de los accionistas de la compañía”36 … “Una compañía gestionada en el interés a largo plazo de sus accionistas necesitará gestionar eficazmente las relaciones con sus clientes, empleados y proveedores, tener respeto por el medio ambiente y por la sociedad en el seno de la cual desarrolla sus actividades”37 El prestigio y la confianza de los mercados son, por tanto, las más poderosas razones por las que 2500 empresas intentan todos los años ser elegidas en el selecto grupo de las trescientas más sostenibles del mundo, según los analistas de Dow Jones. Nada proporciona más credibilidad que el hecho de que un tercero reconozca que la política de tu empresa se rige según los principios del desarrollo sostenible. De nada valen las campañas de publicidad y los mensajes autocomplacientes; al mercado sólo le interesa el análisis objetivo de las características y los hechos que amparan la estrategia de la empresa. Y esto, en nuestra opinión, es muy positivo. Si estos análisis fueran más demandados por un número creciente de inversores, el resultado sería una rápida extensión por todo el mundo de políticas empresariales más responsables. 5.2.1 EMPRESAS ESPAÑOLAS EN LOS ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD
El número de empresas españolas que forman parte de estos referentes es realmente bajo, a una distancia abismal de países desarrollados como EE.UU., Reino Unido o Japón. Según las conclusiones de los expertos “[...] la explicación más inmediata de tal hecho reside en que la empresa española, en este caso, la de mayor tamaño, no hace uso, en la misma medida que las empresas europeas y americanas, de las herramientas de gestión en materia de RSC, lo que las descalifica para entrar en los índices de mayor reputación y, en consecuencia, les impide acceder a un segmento de importancia en el mercado internacional de capitales.”38
Empresas españolas incluidas en el DJSI 2006-07 (DJSI World)
Abertis BBVA Endesa Ferrovial Iberdrola Iberia Inditex Indra Gas Natural Red Eléctrica Repsol SCH Telefónica
Universities Superannuation Scheme (USS). Gestor de fondos de pensiones para el personal académico y administrativo de las universidades y centros de educación superior del Reino Unido. www.usshq.co.uk. 37 Hermes gestiona cuatro de los siete mayores fondos de pensiones del Reino Unido. www.thehermesgroup.com. 38 2002. Documento final del Grupo de Trabajo sobre “Sostenibilidad y empresas cotizadas”. Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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Unión Fenosa
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FUENTES de información
• INFORMACIÓN DOCUMENTAL – CUESTIONARIOS cumplimentados ANUALMENTE por las compañías
• Dimensión económica • Dimensión medioambiental • Dimensión social
Tasa de renovación elevada. Un 11% de las compañías salen cada año del índice
VIGILANCIA
(medios relevantes)
– POLÍTICAS e INFORMES CORPORATIVOS • INFORMACIÓN EXTERNA – Medios
• Prensa • Televisión • Web
– ONG, etc. • VISITAS a la compañía
ANÁLISIS
(por un consultor independiente)
Principales criterios 1. Gobierno corporativo
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VALORACIÓN
(rating)
Innovación Relaciones con stakeholders Liderazgo en el sector Comportamiento ambiental y social
Ilustración 9. Proceso de evaluación y rating de los índices de sostenibilidad del Dow Jones. Sam Research es la consultora independiente responsable del estudio, que se actualiza anualmente. Fuente: elaboración propia a partir de www.sustainability-indexes.com.
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DESDE LA TRIPLE CUENTA DE RESULTADOS HACIA LA PUESTA EN VALOR DE NUEVOS PRODUCTOS Y SERVICIOS
LA OPORTUNIDAD DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
6.1
El camino por el que discurre la empresa sostenible no puede detenerse en la medida y el conocimiento de su impacto social o ambiental, o en el esfuerzo para minimizar los efectos negativos de nuestra actividad, por más que en la situación actual adquirir la capacidad para medir y comunicar hacia el exterior los resultados de la triple bottom line constituya por sí solo un reto no exento de dificultades. Si el planeta camina hacia el desarrollo sostenible, se vislumbra una oportunidad para la sociedad y, por ello, una oportunidad para los negocios. Una oportunidad sin precedentes que trata de poner a trabajar los capitales que integran la triple cuenta de resultados para obtener mejores beneficios para los propietarios –nuevos y antiguos- de la empresa. Desde el mundo de la empresa, hemos pasado de ofrecer materias primas (café, harina…) a vender experiencias: un gusto determinado del café en un emplazamiento agradable y relajante, o una vivienda que no solo tiene unas calidades y acabados determinados, sino que ofrece todo un futuro de satisfacciones en compañía de tu familia, por ejemplo. Nuestras empresas desean ante todo que sus clientes tengan una experiencia positiva. Desean sorprenderles más allá de la primera impresión y mostrarles que con estos servicios su mundo mejora. Esta tendencia se acrecienta cuando los productos y servicios se diferencian cada vez menos y se desmaterializan las expectativas y, en este punto, los denostados intangibles comienzan a formar parte de valor de mercado del producto o servicio. El valor de marca es un ejemplo de ello. Si el mundo tiende a ser sostenible, el futuro está en la empresa que sea capaz de atender a este nuevo modelo de mercado con clientes directos y valiosas partes interesadas. Estas oportunidades serán aprovechadas por la empresa en la medida que se han puesto a trabajar los capitales de la empresa (no sólo el financiero, sino también el humano, ambiental y social), para detectar las nuevas posibilidades de negocio. Crear nuevos productos para este mundo que viene es una aventura excitante. Innovemos creando productos mejores para un mundo mejor. Pensemos, por un momento, que fuéramos capaces de identificar las expectativas que un sector determinado de la población tiene con respecto a una promotora inmobiliaria. Pensemos, por ejemplo, que fuéramos capaces de diseñar modelos de viviendas que respondieran a lo que realmente demandan ciertos sectores de nuestra sociedad con dificultades para acceder a su primer hogar (por ejemplo, colectivos de jóvenes o inmigrantes. Un joven que inicia su carrera profesional necesita el sueldo de más de veinticinco años para adquirir su primera vivienda, según diversas fuentes). O, como sucede con la edificación de máxima eficiencia energética, nuevos productos con mejores consumos energéticos, mayor eficiencia y empleo de energías alternativas podrían generar un nuevo mercado dirigido a aquéllos que se preocupan por reducir la factura energética.
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Hace unos años, el profesor CK Prahalad, de la Universidad de Harvard, y Stuart Hart, de la Universidad de North Carolina, señalaban las oportunidades de ofrecer productos que generen bienestar a los 4.000 millones de personas que viven en el Sur y que por la escasez de recursos no pueden disfrutar de los bienes que intentamos vender en el saturado mercado del Norte. Nuevos productos que favorecen el desarrollo de las sociedades y ofrecen oportunidades de incalculables dimensiones. Un buen ejemplo: Grameenphone (51% propiedad de Telenor, compañía noruega de telefonía móvil) cuenta con 750.000 suscriptores de telefonía móvil en Bangladesh donde tan sólo existen 700.000 líneas de teléfono fijas. El sistema de teléfonos comunitarios compartidos abarca ya a 21.000 pueblos de todo el país.
Ilustración 10. Bajo el lema "Good business, good development", GrameenPhone creció un 40% en 2002.
Por otra parte, algunos análisis de comportamiento del consumidor (como el realizado por MORI en el año 2001), ponen de manifiesto que un número creciente de consumidores tienen en cuenta factores relacionados con RSC en la elección de marca.
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Ilustración 11. Resultados del estudio de MORI (2001) sobre las expectativas de los consumidores.
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¿CÓMO MEDIR LOS RESULTADOS DE LA RSE?
Extender la manera en que se presentan las cuentas de resultados de la empresa con el fin de poder analizar el dividendo social o ambiental, y así poder medir su contribución a un número mayor de partes interesadas o nuevos propietarios de la empresa, plantea problemas importantes desde el punto de vista práctico e incluso conceptual. Aunque desde hace décadas contamos con herramientas para medir la salud financiera de una compañía (cash-flow, rentabilidad, apalancamiento...), hoy por hoy no contamos con nuevos sistemas de medida para analizar el verdadero valor de las empresas. Ciertas organizaciones, como SustainAbility (obsérvese el papel que juegan de las mayúsculas), se esfuerzan en evaluar la creación de valor sostenible en la empresa. Aunque muy dirigidos a los aspectos ambientales de tal valor, SustainAbility identificaba seis indicadores o inductores financieros clave: el valor de marca, la reputación, el capital humano e intelectual, el perfil de riesgo medioambiental, la capacidad de innovación y la autorización administrativa de la empresa para ejercer su actividad.39 Otras instituciones trabajan desde hace años en la medida del desempeño social de la empresa. London Benchmarking Group (LBG) es un conjunto de un centenar de compañías que han desarrollado un modelo muy consistente que mide el impacto de una determinada organización en la comunidad donde opera.40 Los indicadores financieros habituales, orientados hacia la medida de los resultados sociales y medioambientales, comienzan a utilizarse por parte de algunas empresas. Muchas de ellas, a veces obligadas por la normativa legal o los códigos de buenas prácticas (ver, por ejemplo, las recomendaciones del ICAC en España), proporcionan a los inversores datos tales como las provisiones efectuadas para atender a los riesgos sociales o ambientales de la actividad, la capitalización de los gastos por estos conceptos o las inversiones dirigidas a reducir el impacto ambiental de la producción o a satisfacer los requisitos legales en esta materia. En cualquier caso, lo cierto es que los cuadros de mando de las empresas que guían a los gestores incluyen raramente los capitales ambientales o sociales de la empresa. Al no medirse, no se cuidan ni se incentiva su crecimiento y, en el caso de poseerse, tampoco se ponen en valor. 7.1 LA “HUELLA SOCIAL” (SOCIAL FOOTPRINT)
El Centro para la Innovación Sostenible (Center for Sustainable Innovation) ha publicado un modelo para que cualquier organización pueda medir el impacto de sus actividades sobre las población y el conjunto de la sociedad.41 El principio básico de este modelo es que una empresa será más o
Extraído de las conclusiones del grupo de trabajo 21 del VI Congreso Nacional de Medio Ambiente. Más información en la web www.lbg-online.net/index.php/lbg. 41 2006. The Social Footprint. Proof of Concept. Center for Sustainable Innovation
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menos sostenible en virtud de que los impactos (externalidades) de su actividad sean a su vez más o menos sostenibles en el tiempo. El modelo, diseñado por la universidad holandesa de Groningen, genera resultados cuantitativos (numéricos) en virtud de la “sostenibilidad del impacto provocado por las actividades de la organización” expresadas en forma de cocientes (quotients approach). Un ejemplo ilustrativo referido a los impactos ambientales de una actividad: - Una determinada región geográfica tiene una capacidad de generación de agua dulce de X millones de m3 por año. - La población humana y las actividades productivas de la región consumen Y millones de m3/año - Si Y/X > 1, entonces la actividad humana es insostenible en el tiempo en relación con el impacto “consumo de agua dulce”. Cuando se trata el capital social de la actividad, el impacto se mide en el término inverso. Una ratio inferior a la unidad resulta insostenible. Por ejemplo. - Una comunidad determinada requiere 10 millones $ al año para satisfacer las demandas de educación de los niños y jóvenes en edad escolar (variable Y) - Los residentes de esa comunidad tienen capacidad para invertir 2 millones $/año (variable X) - Dado que Y/X > 1, la situación en insostenible en lo que se refiere a la capacidad de la comunidad local para financiar la educación de sus hijos. El sistema mide por separado las ratios referentes al impacto medioambiental y social de la empresa. Su integración proporciona información cuantitativa sobre el perfil sostenible (o insostenible) de una determinada organización o actividad en un contexto social y medioambiental dado.
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UN INCIPIENTE MARCO REGULADOR
El creciente interés de gobiernos y órganos reguladores de los mercados bursátiles por establecer las reglas del juego en materia de transparencia informativa ha dado lugar a un incipiente cuerpo regulador que pretende establecer los requisitos mínimos de información que las empresas cotizadas deben ofrecer a los mercados. La regulación sobre gobierno corporativo y transparencia informativa de entidades cotizadas es un buen ejemplo de ello (ver apartado 4.1). En algunos países de nuestro entorno, esta regulación comienza a extenderse hacia otros aspectos relacionados con las responsabilidades de los consejos de administración en el ámbito de la sostenibilidad, o bien con la regulación de ciertas entidades y productos financieros. Así, en julio de 2000 entró en vigor una modificación de la legislación británica de fondos y planes de pensiones de 1995, conocida como Disclosure Act. El nuevo marco regulador exige a los gestores de fondos cooperativos y planes de pensiones que informen "si son tenidos en cuenta, y en qué medida, factores sociales, medioambientales o de tipo ético, a la hora de tomar decisiones de inversión o desinversión en valores cotizados". El efecto de esta norma incrementó sustancialmente el interés de los inversores por las empresas que acreditaban unas prácticas coherentes con los criterios de la responsabilidad social corporativa y el desarrollo sostenible (ver apartado 5.1). Según destacan los expertos “[...] antes de la entrada en vigor de esta modificación legislativa, ya un 1% de los activos invertidos en el Reino Unido en instituciones de inversión colectiva valoraban la calidad de las prácticas de sostenibilidad, incluyendo la construcción de carteras de renta variable. Los dos años transcurridos, han visto una incorporación de los conceptos de RSC al vocabulario diario de los inversores institucionales. De acuerdo a los últimos datos disponibles, una mayoría de los aproximadamente 1,5 billones de euros en activos de los fondos de pensiones británicos incorporan consideraciones sobre asuntos RSC en sus políticas de inversión.”42 Por otra parte, y en el ámbito estrictamente legal, la “Corporate Responsibility Act”, aprobada por la Cámara de los Comunes del Reino Unido en junio de 2002, establece como obligación del consejo de administración la elaboración y publicación de informes que contemplen la “triple cuenta de resultados”, es decir, que recojan de forma conjunta la información financiera, social y medioambiental de la compañía. Establece también la obligatoriedad de la consulta con los diferentes stakeholders acerca de cuál es la información relevante de publicar, así como una evaluación, en los tres ámbitos citados, de las actividades previstas. La norma establece que dichos informes sean puestos a disposición de los reguladores y, en el caso de compañías cotizadas, de la Bolsa de Londres. De forma similar, la Asamblea Nacional francesa ha venido actualizando recientemente el marco legislativo que afecta a las empresas cotizadas, refiriéndose explícitamente a los aspectos relativos
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2002. Documento final del grupo de trabajo sobre “Sostenibilidad y empresas cotizadas”. Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid.
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a la transparencia informativa, a la mejora del gobierno corporativo y al fortalecimiento de las regulaciones antitrust. La nueva normativa, aprobada finalmente el 20 de febrero de 2002, establece la obligatoriedad de la publicación de un informe de triple cuenta de resultados por parte de todas las empresas cotizadas. La responsabilidad en la elaboración de estos informes recae, de nuevo, en los consejos de administración. En nuestro ámbito socioeconómico, la Comisión Europea parece apostar por una línea regulatoria que reserva la legislación para el establecimiento de las reglas del juego generales en materia de convivencia social, relaciones laborales y protección del medio ambiente, así como en aspectos concretos de gobierno corporativo: “[...] la responsabilidad social de las empresas no se debe considerar sustitutiva de la reglamentación o legislación sobre derechos sociales o normas medioambientales, ni permite tampoco soslayar la elaboración de nuevas normas apropiadas. En los países que carecen de tales reglamentaciones, los esfuerzos se deberían centrar en la instauración del marco legislativo o reglamentario adecuado a fin de definir un entorno uniforme a partir del cual desarrollar prácticas socialmente responsables”43. Es España, la eventual regulación de la Responsabilidad Corporativa ha generado un jugoso debate entre los distintos grupos de interés. El Foro de Expertos de RSE del Ministerio de Trabajo, así como la Subcomisión Parlamentaria del Congreso de los Diputados sobre RSE, han volcado muy recientemente los resultados de varios años de trabajo en el denominado “Libro Blanco de la RSE en España”. El documento, presentado en el Congreso en diciembre de 2006, incluye medio centenar de recomendaciones dirigidas a los poderes públicos, las empresas y al conjunto de la sociedad. En sus conclusiones el Libro considera la intervención pública como un “factor necesario”, aunque no necesariamente por la vía de la legislación, sino incentivando las políticas de RSE en las empresas y difundiendo las buenas prácticas. En este contexto la normalización y la certificación (o verificación, según los casos) en ámbitos específicos de la RSE, pueden jugar un papel trascendental. 8.1 8.1.1 NORMAS Y ESTÁNDARES SOBRE RSE ACUERDOS Y CONVENIOS QUE PARTEN DE INSTITUCIONES SUPRANACIONALES
Una parte importante de los esfuerzos por normalizar la responsabilidad social de las empresas proceden de instituciones y organismos internacionales. Así, por ejemplo, las Directrices de la OCDE para empresas multinacionales, o, en la esfera de los derechos humanos, las “Normas sobre las responsabilidades de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales en la esfera de los derechos humanos” de la ONU, o, en el ámbito de los derechos laborales, la “Declaración Tripartita sobre las empresas multinacionales” de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Algunos instrumentos han intentado aproximarse más a la esfera de la realidad diaria de las empresas. Un buen ejemplo son los diez principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, al
43 2001. Libro Verde: Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. COM (2001)/366. Comisión Europea. Bruselas.
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que de manera voluntaria pueden adherirse las empresas y otras organizaciones como parte de un compromiso global con el desarrollo sostenible. El Pacto Mundial se articula en una red de organizaciones regionales que son las encargadas de aproximar estos principios al tejido empresarial de cada país, así como de captar adeptos que suscriban y se comprometan con el cumplimiento de los diez principios.
Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales, reconocidos internacionalmente, dentro de su ámbito de influencia. Las empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices en la vulneración de los derechos humanos. Las empresas deben apoyar la libertad de afiliación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva. Las empresas deben apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso o realizado bajo coacción. Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo infantil. Las empresas deben apoyar la abolición de las prácticas de discriminación en el empleo y la ocupación. Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente. Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental. Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Las empresas deben trabajar contra la corrupción en todas sus formas, incluidas extorsión y soborno. Tabla 3. Los Diez Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas.
8.1.2
NORMAS SOBRE SISTEMAS DE GESTIÓN
Prescindiendo de normas sectoriales que regulan ámbitos sobradamente conocidos de la RSE (y tratados con más profundidad en otros capítulos del curso), tales como las referidas a los sistemas de gestión medioambiental (ISO 14001, EMAS), la gestión de la calidad (serie ISO 9000) o la prevención de riesgos laborales (OHSAS 18000), una de las primeras normas que vio la luz fue la SA8000 (Social Accountability International). Esta norma, aunque considerada en general como una norma de responsabilidad social, se enfoca preferentemente hacia las relaciones laborales y los derechos de los trabajadores. La base principal
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del documento son las convenciones internacionales de la OIT y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adaptado en su estructura a las normas de la serie ISO 14000 e ISO 9000. AccountAbility (una vez más, obsérvese el papel que juegan de las mayúsculas) es una institución británica sin ánimo de lucro formada por miembros de empresas, la sociedad civil y la Administración Pública en todo el mundo. Su objeto principal es el fomento de la integración de la RSE en la política de gestión empresarial, enfatizando los aspectos de la comunicación y la auditoría. La norma AA1000 (Assurance Standard) se publicó en 2003 tiene por objeto verificar la credibilidad de las memorias de sostenibilidad que publican las empresas, apoyando la información que contienen en instrumentos de gestión y comunicación interna fluidos y fiables. Por su parte la organización ISO (International Organization for Standardization), y después de un extenso debate sobre la necesidad o no de normalizar en el ámbito de la RSE, se decidió en 2004 por promover un grupo de trabajo que depende directamente del “TMB” (el máximo órgano de dirección de ISO) encargado de elaborar una guía sobre la responsabilidad social de las empresas. Este documento verá la luz, previsiblemente, antes de 2008. En nuestro país, Aenor (Asociación Española de Normalización y Certificación) inició en 2002 un grupo de trabajo con el mandato de normalizar la “gestión ética de las empresas” (PNE 165010). Este grupo fue evolucionando a lo largo del tiempo hasta que se optó por elaborar una guía en lugar de una norma certificable por tercera parte. Esta visión, aunque seguía una postura coherente con la de ISO, fue duramente criticada por ciertos sectores de las organizaciones sociales hasta el punto que algunas de ellas se retiraron del grupo de trabajo. Otra iniciativa de indudable valor, pero que no ha llegado a tener la extensión que se esperaba, es la norma promovida por Forética (Foro para la Evaluación de la Gestión Ética). La norma SG-21, publicada en 2002, establece los requisitos que debe reunir un “sistema de gestión ética y socialmente responsable” en la empresa. Con una evidente inspiración en las normas ISO 14001 y OHSAS, este estándar aborda aspectos tales como las funciones y responsabilidades de la alta dirección, las relaciones con los clientes, los proveedores y los empleados, así como los impactos de la actividad en el entorno social y medioambiental. En la actualidad más de treinta empresas han sido certificadas según esta norma.44 SG-21 es una de las escasas normas que abarcan todas las posibles implicaciones de la RSE en la empresa. Esta aproximación tiene sus detractores, que consideran que en organizaciones y actividades complejas una norma con un alcance tan amplio implementada en un nivel estratégico no permite alcanzar evidencias sobre una gestión verdaderamente responsable. Frente al modelo de una norma “paraguas” de la RSE, algunos expertos piensan que es mejor recurrir a certificaciones de aspectos parciales del desarrollo sostenible, adecuadas al perfil de riesgo de la compañía ( p.e. certificación ISO 14001 en empresas con un marcado riesgo medioambiental, como es el caso de muchos emplazamientos industriales con un importante impacto en el medio ambiente, o SA8000 en aquellas organizaciones donde los riesgos críticos están vinculados a las
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Más información en www.foretica.es/rse
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relaciones laborales o los derechos de los trabajadores a lo largo de la cadena de suministro, como sucede en muchas corporaciones del sector textil).
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LA RSE EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN
La mayor parte de los grandes grupos de construcción y servicios españoles tienen dimensiones transnacionales y están obligados a competir en entornos regulatorios muy estrictos, frente a competidores donde aspectos vitales de las estrategias de RSE se vienen desarrollando desde hace años. Aún así, sólo una de las grandes constructoras españolas figura en los principales rating e índices de sostenibilidad. Una posible explicación es la elevada competencia internacional existente en los sectores de infraestructuras y construcción, y el pequeño número de ellas que tienen acceso a los índices, sobre todo en comparación con otros sectores. En el caso del Dow Jones de sostenibilidad, por ejemplo, sólo las tres mejores empresas del mundo en el sector tienen se incluyen en el índice; un verdadero “best in class”.45 En el ámbito internacional, un reciente análisis comparativo realizado por Innovest para el sector de la construcción46 destacaba que los líderes mundiales en este sector coincidían con grandes empresas cotizadas, sometidas a un riguroso escrutinio público pero también dotadas de suficientes recursos para invertir en iniciativas estratégicas. Los analistas están de acuerdo en que el sector, en su conjunto, ha mejorado en los últimos años muy significativamente sus prácticas en materia de sostenibilidad pensando en la generación de valor a largo plazo para sus accionistas. Asimismo, se destacaban los principales riesgos que en materia de sostenibilidad deben afrontar los grandes grupos constructores, y que a largo plazo podrían condicionar su capacidad para operar. Así, por ejemplo, enfatizaban el reto que suponen las relaciones con las Administraciones Públicas y los organismos reguladores, las prácticas de corrupción y soborno, así como las implicaciones sociales y medioambientales de sus actividades en economías emergentes. Como principal factor de riesgo (y reto para el futuro), estos informes destacaban el gobierno corporativo de estas empresas, aspecto especialmente sensible dada la doble vinculación de este sector con los poderes públicos en tanto que administradores/reguladores y clientes generadores de cuantiosos contratos. Entre los factores críticos del sector en el ámbito medioambiental, los analistas destacan como principales retos para el futuro destacan: - La eco-eficiencia: optimización del consumo de recursos naturales a lo largo de todo el proceso de construcción, reducción del consumo energético y de la producción de residuos, así como mayores tasas de utilización de materiales reciclados. - El análisis de ciclo de vida del proceso de construcción como instrumento para mejorar el comportamiento medioambiental de todo el proceso productivo. - El eco-diseño (“green design”, que incluye también aspectos tales como la eficiencia energética) - La evaluación y seguimiento ambiental de la cadena de suministro. - El impacto del proceso constructivo en la pérdida de biodiversidad (p.e. infraestructuras de transporte). Aspectos tales como la integración y restauración ecológica de grandes infraestructuras (ver capítulo correspondiente en el curso) están llamados a jugar un papel clave en el futuro.
45 Este año, por primera vez, se ha ampliado a cinco el número de miembros del DJSI World para el sector “Heavy construction” 46 Febrero de 2005. Inédito.
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Entre los aspectos sociales de la RSE, los analistas destacan como factores críticos los siguientes: - El gobierno corporativo de las empresas - Los sistemas de cumplimiento y control en todos los centros productivos (la estructura de multi-emplazamientos típica de las grandes constructoras es considerada como una dificultad en este sentido) - La adecuada gestión de las relaciones con los gobiernos y administraciones públicas, en particular en lo referente a la adjudicación de grandes contratos, a veces en contextos políticamente muy complicados (p.e. grandes adjudicaciones como consecuencia de la intervención militar norteamericana en Iraq o Afganistán) - La transparencia informativa - En relación con los aspectos laborales, destacan especialmente la gestión de la seguridad y salud en los centros de producción. No olvidemos que el sector presenta, en general, elevadas ratios de siniestralidad en comparación con otros sectores. - La extensión de la responsabilidad a lo largo de la cadena de suministro, en particular en economías emergentes. Grandes firmas internacionales están desarrollando proyectos de diseño, construcción y explotación en estos países, contratando enormes volúmenes de mano de obra local, servicios, etc.
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10 A MODO DE CONCLUSIÓN47
Los nuevos retos y oportunidades que aparecen en la empresa del siglo XXI han dado lugar a la necesidad de orientar el crecimiento hacia un modelo de desarrollo generador de valor en el largo plazo. Tras la evolución reciente de las sociedades en las que los Estados han perdido peso en la transformación del modelo socioeconómico, nace la necesidad de hacer que el mercado trabaje a favor de un modelo de desarrollo que satisfaga las necesidades de las generaciones actuales sin hipotecar las de las generaciones futuras. Este modelo de desarrollo, que denominamos sostenible, ofrece un nuevo panorama para empresas que desean tener éxito como organizaciones que generan valor para las sociedades en las que operan. En este sentido aparecen nuevas herramientas que acercan a la empresa a sus partes interesadas, nuevos propietarios que alimentan el verdadero valor de las compañías. La empresa convencional trabaja para ofrecer beneficios a sus accionistas, y de ellas se distinguen aquéllas donde una parte de estos beneficios se aplican a paliar los perjuicios que producen. Estas empresas que se han venido a denominar socialmente responsables, son la avanzadilla de la nueva empresa del siglo XXI, pero mayoritariamente siguen percibiendo este esfuerzo como un coste. De ellas están naciendo nuevos diseños empresariales que tratan de satisfacer las necesidades de un mayor número de partes interesadas poniendo a trabajar más capitales que el financiero. Nuevas empresas que no ven en el medio ambiente o en la creación de un mundo más justo una amenaza, sino una oportunidad de incalculables beneficios. Beneficios para sus accionistas y, por qué no, para las sociedades a las que sirven. Esta nueva empresa observa los problemas ambientales como una oportunidad para hacer las cosas mejor, no como la amenaza, como el coste. Observa los problemas ambientales como una cuestión estratégica más allá de su sistema de gestión o del cumplimiento de tal o cual ley. En este enfoque encuentra formas que la diferencian, que le ayudan a gestionar mejorar los valiosos recursos que gestiona. Una empresa que piensa en ganar el hoy y ganar el mañana. Las empresas no son entes etéreos, son organizaciones que se componen de personas. Todos los que trabajamos en ellas somos responsables de su comportamiento directa o indirectamente y, por ello, de parte de la contribución de nuestra organizaciñón al desarrollo sostenible. Muchas empresas han comenzado ya a evaluar sus capitales, identificando experiencias donde aplicar este modelo de desarrollo, organizándose para facilitar la alineación de sus compañías en torno a esta oportunidad, generando sistemas para conocer mejor las expectativas que las partes interesadas han depositado en ellos y consiguiendo, en muchos casos, los primeros beneficios tangibles, diferenciación, nuevos productos y servicio, mayor confianza de los inversores. El diseño del futuro tendrá que contener, a la fuerza, el necesario equilibrio entre el crecimiento económico, la protección del medio ambiente y el desarrollo de una sociedad más justa. Los
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Extraído de (2002) La sostenibilidad y la empresa. V. Alfaya & J.L. Blasco. En: El desarrollo sostenible en España: análisis de los profesionales. Conclusiones del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Madrid
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negocios formarán parte tanto del camino como del resultado final. Los pioneros obtendrán las oportunidades; los seguidores, los dolores de cabeza.
Datos
Desde que el Informe Bründtland planteara formalmente las bases de lo que hoy llamamos “desarrollo sostenible”, concepto que recurrentemente se ha reinventado en las sucesivas Cumbres de la Tierra (Río, 1992; Johannesburgo, 2002), los Programas Marco de la Unión Europea, las iniciativas de distintas instituciones (Global Compact; Global Reporting Initiative,…), etc., cada vez son más las organizaciones que comprenden que su propia actividad no puede mantenerse en el medio y largo plazo a costa de ignorar que ésta se desarrolla en un entorno social y ambiental del que se sirve y al que afecta. [...]