Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
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Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Aportes para un diálogo positivo, considerando las diferencias de género
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Centro Guaman Poma de Ayala Jr. Retiro 346 – Tahuantinsuyo Teléfonos: 235931 – 236202 Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Director Ejecutivo: José María Gómez García Área de Seguridad Alimentaria Proyecto “Empoderamiento de las organizaciones de mujeres en la promoción de prácticas sociales inclusivas, en el Valle de Cusco” Coordinación: Abel Laurent Solís Texto: Sachenka Ardiles Cisneros Dibujos: Carlos Olazaval Rodriguez Corrección de estilo: Robert Baca Oviedo Diagramación: Alfredo Velarde Impresión: Alpha Servicios Gráficos Av. Infancia 416 – A Wanchaq Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-07375 Cusco, mayo 2012
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
1. COMUNICACIÓN Más que un intercambio de mensajes, implica un aprender y compartir entre las personas. Nos comunicamos para sobrevivir. Sin el lenguaje no podríamos trabajar, comer e incluso amar. Sin importar el sexo, la distancia, la cotidiana convivencia con la gente –a pesar de que exista alguna empatía o un total desacuerdo con sus opiniones– la comunicación es el centro de las relaciones humanas. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Al carecer de ella, nuestra inteligencia múltiple declinaría de forma considerable. Los afectos y emociones no se desarrollarían en su complejidad, cubriríamos este planeta sin expresarnos, sin ser capaces de solucionar problemas: simplemente nuestros sueños no se construirían jamás. A lo largo de la existencia humana –incluso desde que nacemos–, radica ya en nosotros una necesidad por “interrelacionarse”, y esto se debe a que somos criaturas colectivas, pertenecemos a una familia, una comunidad, a una estructura diversa y caótica propia de las sociedades. Todo el tiempo nos comunicamos y estas acciones siempre quieren decir algo. Comunicación es “compartir”. Expresar e intercambiar con el otro, pensamientos, deseos, necesidades, sentimientos o emociones. Con todo este bagaje de información, interpretamos el mundo hasta hacer de él un lugar cómodo, tolerable; sin embargo, el problema radica en cómo y a quién nos remitimos. Cada individuo tiene una forma particular de comunicarse, ligada directamente a su personalidad, formada por su cultura, declinada por una educación, inclusive por su género. Partiendo de esta última premisa, es necesario resaltar que la incomunicación entre géneros ha traído consigo muchos conflictos. En la actualidad convivimos con un alto índice de discriminación de género, la que se evidencia a través del comportamiento masculino en nuestra sociedad. El varón suele tratar al sexo femenino, subestimando sus capacidades tanto en el plano de lo privado como en lo público. Estas ideas y concepciones de superioridad, nos marcan un estilo de vida singular y una manera distorsionada de comunicarnos. Mujeres y varones se diferencian por la forma cómo dicen y realizan las cosas La forma de pensar tanto en varones como en mujeres se demuestra en su comportamiento durante situaciones cotidianas en la familia (lo privado) y en el trabajo, amigos, organización social, educación (lo público). Ésta se manifiesta también en las diferencias de género. Ambos sexos –en todas las culturas– utilizan distintas formas de expresar sus ideas y comunicar lo que sienten. Este intercambio de mensajes se realiza dentro de una dimensión verbal o no verbal, con la intervención del pensamiento, lenguaje y demás habilidades que cada ser humano tiene, para poder relacionarse recíprocamente con otros.
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
La costumbre acusa de la desigualdad entre el varón y la mujer en los quehaceres domésticos.
Comunicación No Verbal: Un gesto puede ser un acto comunicativo más poderoso que la palabra misma; por lo general, nos comunica algo de manera espontánea. Podemos comunicar nuestras sensaciones del mundo, afectos e incluso puntos de vista a través de una mirada, la gesticulación del rostro, los movimientos del cuerpo, el tono de voz, el contacto físico a través de actitudes que demostramos en cualquier situación. Esta forma de comunicarse tiene como soporte a nuestros sentidos, los cuales reciben el mensaje directamente del interlocutor. Es interesante percatarse que algunas veces decimos algo y sin embargo, nuestros gestos y actitudes muestran un significado distinto; ello denota una intención comunicativa alterna a la situación del lenguaje oral. En la discriminación por género esto es muy común, ya que a pesar de conocer nuestra función en la colectividad, no somos conscientes de nuestras actitudes y podemos atentar contra nuestro propio bienestar al comunicarnos de forma inadecuada.
Ejemplos: • • • Guía de comunicación inclusiva con equidad de género El varón suele caminar por delante y la mujer por detrás, ello indica un comportamiento dominante donde el hombre es quien decide a dónde ir. Cuando una familia comparte la mesa, por lo general es el varón a quien se le sirve primero. Ésta es una forma de transmitir y comunicar la desigualdad de género. En una reunión comunitaria, por lo general es el sexo masculino quien muestra interés por dar a conocer su opinión. Las mujeres suelen demostrar pasividad -silencio, temor, duda- en su participación a pesar de su interés. Esta actitud grafica una forma habitual de comportarse en las mujeres que aún actúan sin comprender la equidad de género.
Comunicación Verbal: La palabra como instrumento oral es inigualable. Nos permite establecer contacto con otras realidades, una utilidad tanto en la voz como en la memoria, permitiendo además –en algunas ocasiones – satisfacer nuestras necesidades, expresar puntos de vista, intercambiar información, enseñar y aprender y/o regular nuestro comportamiento junto con el actuar de los demás. Por lo general, en nuestra sociedad, este tipo de comunicación remarca la desigualdad entre mujeres y varones, haciendo uso del lenguaje para mantener la supremacía del varón frente a la mujer. Ejemplos: • Las frases “las mujeres a la casa” (lo privado) y “los varones a la calle” (lo público), ilustran claramente la desigualdad de género, situando un estilo de vida de nuestra sociedad respecto a las relaciones desiguales que se dan entre géneros masculino y femenino. En el plano familiar, el varón comunica que regresará tarde a casa. La mujer omite el enunciado como un comportamiento común y aceptado por nuestra cultura. Pero si la mujer comunica que llegará tarde a casa, el varón protesta, imponiendo su voz para no permitírselo. Frente a situaciones de riesgo como la violencia familiar, la mujer tiende a comunicar el abuso, pidiendo ayuda; el varón -en cambio- calla y oculta la situación de agravio. Cuando hablamos de educación, esta tarea casi siempre es tomada por la mujer. Las madres participan activamente en el proceso de desarrollo de sus hijos o hijas (asisten a reuniones en la escuela, preparan la lonchera, ayudan en las tareas, indagan sobre los problemas e inquietudes de sus hijos). El varón en cambio suele preocuparse por cubrir los gastos, no participa activamente ni acompaña a su pareja en esta importante tarea.
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Las aspiraciones de las mujeres por una formación como trabajar, estudiar, capacitarse, o participar en política, con frecuencia no pasan de un QUERER. La carga en el hogar (crianza de los hijos e hijas, limpieza, preparación de alimentos) disminuye el tiempo para asumir responsabilidades. El varón trasciende esta esfera de lo familiar, participando en otras actividades como deporte, recreación, entre otros espacios. Tanto varón como mujer deben compartir las tareas del hogar, contribuyendo cada uno al bienestar de la familia. Nuestros líderes de la comunidad –durante una reunión – tienden a dar mensajes que resultan discriminadores; en vez de alentar, indisponen y desaniman a los participantes: “nosotros los hombres”, “solo las mujeres podemos…”; “las mujeres haremos lo más fácil, y los varones que realicen esto que es más difícil”.
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Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
La comunicación sirve para que la familia se ponga de acuerdo en la distribución de las tareas del hogar, motivando así la participación y la solidaridad.
Existen barreras de comunicación que impiden relacionarnos adecuadamente entre mujeres y varones. En la sociedad donde vivimos, las diferentes realidades muestran la gran diversidad sociocultural. Nuestras diferencias de cultura, género, personalidad y religión, dejan entrever un sin fin de canales comunicantes.
Así se torna difícil analizar quién posee una mejor comunicación y quién no. A pesar de estas falencias, es posible identificar cuáles son los errores que nos dificultan el entendimiento con los demás, en especial entre ambos sexos. Señalamos a continuación las actitudes que adoptamos varones y mujeres, que al actuar como barreras, impiden una adecuada comunicación. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género • Aconsejar sin que nos lo pidan: Al intentar guiar al otro no tenemos conciencia de poder equivocarnos. Nos dirigimos a los demás como a nosotros mismos, ya que es casi imposible comprender a profundidad la situación que vive la otra persona. Ejemplo: • Los varones quieren dar consejos a las mujeres y viceversa; sin embargo, aunque la intención sea positiva, es el individuo quien vive una determinada situación y por ende, debe buscar una solución propia.
La labor afectiva en la crianza de los hijos e hijas, tradicionalmente se deja en manos de la madre.
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Juzgar o criticar la actitud de los demás en función de su género: Siempre se escucha decir “no sabes lo que dices, tenías que ser mujer”, “estás totalmente equivocado, todos los varones dicen lo mismo”. Aunque el acto anterior sea una certeza, volvemos a remarcar esa distancia hasta romper todo vínculo de comunicación. A nadie le agrada ser acusado de manera frontal sin razón alguna, y más aún, si se remarca la diferencia de género. Desmoralizar o ridiculizar: Si existe un calificativo negativo o un agravio verbal en medio de la comunicación, lo único que conseguimos es agredir a nuestro interlocutor, afectando su autoestima y exponiéndonos a una respuesta con violencia. De esta forma, la comunicación se quiebra y sobre todo, será muy difícil reconstruirla. Este rasgo es típico en situaciones de violencia familiar. En una situación de violencia psicológica –por lo general – el varón es quien humilla a la mujer a través de la palabra, la hace sentir inferior a él sometiéndola a través de términos soeces y ofensivos. Una mujer
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que recibe este tipo de maltrato tiende a verse en ella rasgos traumáticos e incluso puede llegar a enfermarse. • Oír sin escuchar: No permitir que el otro se exprese o mostrar desinterés por lo que nos comunica, denota una actitud de indiferencia ante los problemas e inquietudes de los demás: “las mujeres siempre se quejan de todo”, “qué puedes hacer, la vida es así”. Estos enunciados nos indican –al parecer – que no tiene importancia lo dicho y lo que se quiere decir. Aparece allí una sensación de incomprensión. Incoherencia y cinismo: Realizar acciones que no concuerdan con el discurso que divulgamos ante los demás; ello se refleja en el incumplimiento de las promesas o amenazas que intentamos decir. En la sociedad en que vivimos es común escuchar al individuo al hablar de su pareja “yo soy fiel a mi esposa. Ella no se entera de mis aventuras”; o líderes democráticos al referirse a la construcción de la familia como unidad social “para mí, mujeres y varones son iguales, pero en mi casa manda mi esposo”. Lo que genera este tipo de afirmaciones es confusión y desconfianza, pero extrañamente una aceptación cínica a la vez de esta comunicación engañosa.
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El niño o niña desde que nace, necesita sentir el afecto del padre y de la madre. Esta forma de comunicación no verbal contribuye con la seguridad emocional de la persona.
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Exigir cambio de actitud: No podemos exigir algo que nosotros no concebimos como propio o simplemente no lo podemos hacer. Imponer que el otro se rectifique o cambie de actitud, demanda en nosotros la predisposición de realizarnos correctamente en la comunicación para que se desarrolle sin percances. Por lo tanto, si las mujeres exigimos respeto gritando o a través de insultos, ¿cómo esperamos que nos respeten?; ¿cómo pretenden que las mujeres participemos en una reunión, si no toman en cuenta nuestro punto de vista? Generalizar: La idea de poner a las personas en un “mismo saco” y categorizarlos como individuos homogéneos, sin considerar y tomar en cuenta las diferencias que existe entre una y otra persona, puede generar disgusto o rechazo entre dos o más individuos comunicantes. Por esta razón debemos tener cuidado al momento de emitir ciertos enunciados, para así evitar los conflictos: “todos los hombres son iguales”, “las mujeres solo sirven para la cocina”, “es deber de las madres atender a sus hijos, los hombres son los que llevan el pan al hogar”, “debes estudiar ingeniería, es carrera para hombres”.
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2. EQUIDAD DE GÉNERO Una forma de “marcar distancia” es la discriminación por género Cada día, desde diferentes espacios –profesional, familiar e íntimo–, observamos cómo las mujeres tratamos de superar el “eterno conflicto” por cumplir la jornada diaria de trabajo fuera de casa, enfrentar a solas los quehaceres del hogar, impuesta por el discurso machista que presupone esta actividad como algo “natural” en nosotras Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
El silencio comunica indiferencia y pasividad. En una relación de género, puede generar conflicto y este a su vez resentimiento tanto en el varón como la mujer.
De igual manera, el acceso a cargos políticos, administrativos –trascendentales para la toma de decisiones– no siempre garantiza la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres; más aún, algunas veces produce situaciones de exclusión y autoritarismo ejercidos tradicionalmente por el ambiente masculino Un acto comunicacional no se encuentra libre de reproducir estas formas de relación entre géneros, donde se considera inferior a lo femenino respecto a lo masculino. Estamos familiarizados con que la mujer solo escuche sin opinar, a que hable en voz baja y si dice algo, no lo tomamos en cuenta. Ella influye en las decisiones, pero quien las socializa es el varón. A la mujer se le pide participación –sobretodo en cuestiones domésticas–, se duda de su capacidad analítica, el aporte de ideas y planteamiento de soluciones, entre otros aspectos trascendentales para la
vida en sociedad. Se subestima nuestro rol de mujer/madre, ya que una no debe interponerse sobre otra porque ambas contribuyen con una óptima calidad de vida en una sociedad En conclusión, solemos asociar a las mujeres con lo afectivo, ternura, dependencia, cuidado de los demás, intuición, pasividad; mientras que a los varones con seguridad, fuerza, independencia, actividad, impulso sexual. Estos modelos se transmiten en la interactuación entre individuos, generando discriminación, en vez de sugerir un respeto por la diferencia de géneros sin dejar de lado las mismas oportunidades entre estos mismos. Ambos deberían complementarse a favor del desarrollo de nuestra sociedad La discriminación segrega a un grupo de personas, atentando contra la equidad. En este sentido, la discriminación trae consigo también la distinción de varones y mujeres, cuya base sustenta la supuesta supremacía de uno de los géneros. En nuestra sociedad el dominante es el masculino. Reconocer las diferencias entre las personas es saludable, siempre y cuando se las respete. El respeto a las diferencias genera armonía y tolerancia, es elemento indispensable para mantener una comunicación elocuente. Cuando dialogamos con alguien es importante considerar su condición de individuo, más allá de su sexo; así contribuimos con la equidad de género. Pero al hablar de este tema, casi siempre pensamos en fantasmas sociales o conductas colectivas que asimilamos de forma inconsciente: “mi abuela decía: permanecer en el hogar depende más de la mujer que del varón”. Derrotar estos prejuicios y modelos culturales que relegan el rol de las mujeres requiere un trabajo permanente, nos exige además el uso de las herramientas comunicativas para lograr una equidad. Podemos afirmar que hoy en día atravesamos una época propicia donde mujeres y varones pueden tener las mismas oportunidades, obligaciones hasta concretar así la equidad de género Para que una sociedad sea autosuficiente de forma inclusiva, requiere que las mujeres también jueguen un papel central en las actividades económicas, sociales, políticas, culturales, entre otras. Si tenemos mejores oportunidades de educación, salud, trabajo y participación en general, los beneficios darán frutos en la comunidad. Es importante Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Si las mujeres necesitamos algo tenemos que decirlo o hablarlo, si callamos es una manera de ir contra nuestros derechos.
comprender que esta equidad se direcciona también hacia una justicia en la distribución de beneficios y responsabilidades: darle a cada quien lo que necesita para desarrollarse como ser humano. Nos comunicamos sin tomar conciencia de la importancia en la equidad de género. La trascendencia que posee toda comunicación hace de ella un elemento socializador primordial: El aprendizaje de roles y modelos que adjudicamos a las personas según su sexo, se realiza de una manera constante y sutil a través de nuestra forma de hablar, de nuestras expresiones y medios de comunicación (radio, televisión, revistas y periódicos). Incluso en los espacios íntimos, reforzamos comportamientos relacionados con un desigual reparto roles. Unas descripciones breves sobre algunas formas de comunicación sin equidad de género, nos ayudarán a reflexionar al respecto • • Se habla mucho menos de lo que realizan las mujeres: En relación al trabajo, podemos decir que las funciones que desempeñan las mujeres son socialmente invisibles (se toman menos en cuenta, se hablan menos de ellas o se dan por hecho).
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En el plano laboral aún se subestima las capacidades de las mujeres, los cargos públicos por lo general lo asumen varones, situación que suele evidenciar los prejuicios laborales en contra de la mujer. •
Ejemplo: • • Una excelente secretaria permanece oculta; mientras que su jefe es quien recibe las felicitaciones por realizar una buena gestión. Sin ella ese trabajo no hubiera trascendido Solo las mujeres hablan de equidad de género: Por lo general los esfuerzos por posicionar este enfoque, son asumidos por las mujeres como responsabilidad única y exclusiva. Ellas son quienes tienen la última palabra sobre los asuntos que implican equidad de género y la lucha por sus derechos. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Ejemplo: • En una reunión, cuando se trata el tema de equidad de género, algunos participantes varones se retiran excusándose de que “ése” es tema de mujeres. La imagen femenina de la TV: Los medios de comunicación sobreexplotan la imagen de la mujer con criterios mercantilistas, subordinando sus méritos intelectuales además de su capacidad profesional.
Las mujeres demuestran sus capacidades a través del diálogo y
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Ejemplo: •
participando en la toma de decisiones. El respeto a las diferencias de Los concursos de belleza han género parte por el respeto de la persona hacia sí misma y hacia los demostrado más de una vez demás, especialmente en una situación de diálogo. que lo más importante es verse bien, aunque las concursantes no sepan mucho de cultura y conocimientos en general
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La agresión verbal: Parece ser una de las características más comunes de la violencia entre géneros; afecta a una cantidad elevada de mujeres, ya que es el motor de las manifestaciones más extremas de desigualdad y discriminación. Atentan contra la estima personal, además se llega a pasar por alto sin denunciarse.
Ejemplo: • Los insultos, agravios, ofensas, humillaciones y desprecios hacia una mujer pueden ser mucho más perjudiciales que un gesto o un golpe.
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La discriminación por género hace uso del lenguaje o la comunicación verbal para señalar la inferioridad de la mujer frente al varón.
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El jefe de familia, líder de la comunidad. Cuando nos referimos a una estructura social, permanece todavía en nuestros esquemas mentales la imagen de la autoridad representada por un varón, porque impera la noción que “es capaz de hacer respetar al grupo por ser el más fuerte”. Sin embargo debe considerarse como autoridad a quien tenga la capacidad de responder ante el compromiso asumido de conducir a su colectividad.
Ejemplo: • • En una familia monoparental –donde la madre es soltera– debe asumirse que ella es la “jefa de la familia” en vez de creer que ese grupo no tiene responsable alguno. El abuso “de masculino” genérico: Se manifiesta a través de nuestro discurso cotidiano –hogar, centro de trabajo, amistades, entre otros–. Tiene que ver con cuestiones gramaticales, pero podemos esforzarnos en estructurar y practicar un correcto designio de las personas respetando su género. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Ejemplo: • Podemos decir “los líderes y las liderezas”, aunque lo correcto sería “las líderes” al momento de referirnos al género femenino; evitar “los profesores” y decir “el profesorado”; en vez de “los participantes”, “las personas quienes participan”.
A través de la comunicación verbal es posible acortar las brechas de género. Expresar el reconocimiento genera un ambiente de armonía y respeto.
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La tecnología extiende la brecha entre géneros: Actualmente, la comunicación utiliza la tecnología, promoviendo nuevas formas de relación entre las personas. La experiencia en nuestra sociedad, da a conocer que las mujeres no manejan tan bien como los varones el celular, internet o la computadora, aunque existen excepciones. Sabemos que es la práctica la que permite un buen uso de estos instrumentos tecnológicos; sin embargo, las mujeres disponen de menos tiempo para usar estos dispositivos por la carga laboral fuera y dentro del hogar.
3. COMUNICACIÓN Y EQUIDAD DE GÉNERO Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Comunicarnos más para vivir mejor. Saber “qué” comunicamos y cómo lo hacemos son las condiciones indispensables para relacionarnos, teniendo en cuenta o no el sexo de cada persona. En una situación social, tanto mujeres como varones podemos presentar dificultades. Estas diferencias muchas veces generan conflictos y problemas de entendimiento, por lo que se hace necesario motivar la armonía entre mujeres y varones, promoviendo una comunicación inclusiva que refleje las siguientes características: • Respeto y tolerancia: Aceptar a un individuo tal como es, tomar en cuenta sus opiniones, sus sentimientos, considerando las diferencias y oportunidades para enriquecer la relación sin que fuera un obstáculo. Esto implica también saber reconocer nuestros errores y debilidades. Claridad y objetividad: Lo dicho no debe generar confusión, es mejor si nos comunicamos con autenticidad. Evitemos el doble sentido, tratemos de ser imparciales yendo al grano; sobre todo, respetando nuestra posición y la de los demás. Precisión y oportunidad: Al comunicarnos otorguemos una información completa en el momento preciso, considerando el efecto que queremos conseguir. En una situación de consulta, socialización o toma de decisiones, recojamos la opinión de todos y todas. Conocimiento mutuo: Si sabemos que somos diferentes, comprenderemos también que es necesario conocernos mejor para lograr un diálogo inclusivo. Hay que desarrollar intereses sobre lo que piensa el otro y ahondar en sus deseos. El diálogo es una herramienta que facilita una relación positiva. Empatía y escucha activa: El primer concepto se entiende por colocarnos en el lugar de nuestros interlocutores –varón o mujer–, para entender sus motivos. La escucha activa se relaciona con el comprender los mensajes de la persona que nos está hablando o desea comunicarnos algo. Para lograrlo, es importante observar y prestar atención sin distraerse y evitar interrumpir el intercambio de información.
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Documentos de consulta: • • • • • • • • El mundo se habla en masculino y femenino. Guía para el uso de lenguaje inclusivo. MIMDES. Lima. 2011. Igualdad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI. Las cuatro conferencias mundiales sobre la mujer. ONU. Nueva York, 2000. Masculinidades y políticas de equidad de género en América Latina. Reflexiones a partir de la encuesta IMAGES. OPS/EME, 2012. Plan nacional de igualdad de oportunidades entre mujeres y varones 2006-2010. MIMDES. 2005. Trabajando juntos. Sherod Miller, Daniel. Wackman. México, 1990. Psicología Social. Catacora Lucio y cols. UNSA/UPCP. Lima, 2009 www.flora.org.pe/biblioteca.html www.mimdes.gob.pe Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Con el apoyo de:
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Aportes para un diálogo positivo, considerando las diferencias de género
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Centro Guaman Poma de Ayala Jr. Retiro 346 – Tahuantinsuyo Teléfonos: 235931 – 236202 Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Director Ejecutivo: José María Gómez García Área de Seguridad Alimentaria Proyecto “Empoderamiento de las organizaciones de mujeres en la promoción de prácticas sociales inclusivas, en el Valle de Cusco” Coordinación: Abel Laurent Solís Texto: Sachenka Ardiles Cisneros Dibujos: Carlos Olazaval Rodriguez Corrección de estilo: Robert Baca Oviedo Diagramación: Alfredo Velarde Impresión: Alpha Servicios Gráficos Av. Infancia 416 – A Wanchaq Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-07375 Cusco, mayo 2012
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
1. COMUNICACIÓN Más que un intercambio de mensajes, implica un aprender y compartir entre las personas. Nos comunicamos para sobrevivir. Sin el lenguaje no podríamos trabajar, comer e incluso amar. Sin importar el sexo, la distancia, la cotidiana convivencia con la gente –a pesar de que exista alguna empatía o un total desacuerdo con sus opiniones– la comunicación es el centro de las relaciones humanas. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Al carecer de ella, nuestra inteligencia múltiple declinaría de forma considerable. Los afectos y emociones no se desarrollarían en su complejidad, cubriríamos este planeta sin expresarnos, sin ser capaces de solucionar problemas: simplemente nuestros sueños no se construirían jamás. A lo largo de la existencia humana –incluso desde que nacemos–, radica ya en nosotros una necesidad por “interrelacionarse”, y esto se debe a que somos criaturas colectivas, pertenecemos a una familia, una comunidad, a una estructura diversa y caótica propia de las sociedades. Todo el tiempo nos comunicamos y estas acciones siempre quieren decir algo. Comunicación es “compartir”. Expresar e intercambiar con el otro, pensamientos, deseos, necesidades, sentimientos o emociones. Con todo este bagaje de información, interpretamos el mundo hasta hacer de él un lugar cómodo, tolerable; sin embargo, el problema radica en cómo y a quién nos remitimos. Cada individuo tiene una forma particular de comunicarse, ligada directamente a su personalidad, formada por su cultura, declinada por una educación, inclusive por su género. Partiendo de esta última premisa, es necesario resaltar que la incomunicación entre géneros ha traído consigo muchos conflictos. En la actualidad convivimos con un alto índice de discriminación de género, la que se evidencia a través del comportamiento masculino en nuestra sociedad. El varón suele tratar al sexo femenino, subestimando sus capacidades tanto en el plano de lo privado como en lo público. Estas ideas y concepciones de superioridad, nos marcan un estilo de vida singular y una manera distorsionada de comunicarnos. Mujeres y varones se diferencian por la forma cómo dicen y realizan las cosas La forma de pensar tanto en varones como en mujeres se demuestra en su comportamiento durante situaciones cotidianas en la familia (lo privado) y en el trabajo, amigos, organización social, educación (lo público). Ésta se manifiesta también en las diferencias de género. Ambos sexos –en todas las culturas– utilizan distintas formas de expresar sus ideas y comunicar lo que sienten. Este intercambio de mensajes se realiza dentro de una dimensión verbal o no verbal, con la intervención del pensamiento, lenguaje y demás habilidades que cada ser humano tiene, para poder relacionarse recíprocamente con otros.
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
La costumbre acusa de la desigualdad entre el varón y la mujer en los quehaceres domésticos.
Comunicación No Verbal: Un gesto puede ser un acto comunicativo más poderoso que la palabra misma; por lo general, nos comunica algo de manera espontánea. Podemos comunicar nuestras sensaciones del mundo, afectos e incluso puntos de vista a través de una mirada, la gesticulación del rostro, los movimientos del cuerpo, el tono de voz, el contacto físico a través de actitudes que demostramos en cualquier situación. Esta forma de comunicarse tiene como soporte a nuestros sentidos, los cuales reciben el mensaje directamente del interlocutor. Es interesante percatarse que algunas veces decimos algo y sin embargo, nuestros gestos y actitudes muestran un significado distinto; ello denota una intención comunicativa alterna a la situación del lenguaje oral. En la discriminación por género esto es muy común, ya que a pesar de conocer nuestra función en la colectividad, no somos conscientes de nuestras actitudes y podemos atentar contra nuestro propio bienestar al comunicarnos de forma inadecuada.
Ejemplos: • • • Guía de comunicación inclusiva con equidad de género El varón suele caminar por delante y la mujer por detrás, ello indica un comportamiento dominante donde el hombre es quien decide a dónde ir. Cuando una familia comparte la mesa, por lo general es el varón a quien se le sirve primero. Ésta es una forma de transmitir y comunicar la desigualdad de género. En una reunión comunitaria, por lo general es el sexo masculino quien muestra interés por dar a conocer su opinión. Las mujeres suelen demostrar pasividad -silencio, temor, duda- en su participación a pesar de su interés. Esta actitud grafica una forma habitual de comportarse en las mujeres que aún actúan sin comprender la equidad de género.
Comunicación Verbal: La palabra como instrumento oral es inigualable. Nos permite establecer contacto con otras realidades, una utilidad tanto en la voz como en la memoria, permitiendo además –en algunas ocasiones – satisfacer nuestras necesidades, expresar puntos de vista, intercambiar información, enseñar y aprender y/o regular nuestro comportamiento junto con el actuar de los demás. Por lo general, en nuestra sociedad, este tipo de comunicación remarca la desigualdad entre mujeres y varones, haciendo uso del lenguaje para mantener la supremacía del varón frente a la mujer. Ejemplos: • Las frases “las mujeres a la casa” (lo privado) y “los varones a la calle” (lo público), ilustran claramente la desigualdad de género, situando un estilo de vida de nuestra sociedad respecto a las relaciones desiguales que se dan entre géneros masculino y femenino. En el plano familiar, el varón comunica que regresará tarde a casa. La mujer omite el enunciado como un comportamiento común y aceptado por nuestra cultura. Pero si la mujer comunica que llegará tarde a casa, el varón protesta, imponiendo su voz para no permitírselo. Frente a situaciones de riesgo como la violencia familiar, la mujer tiende a comunicar el abuso, pidiendo ayuda; el varón -en cambio- calla y oculta la situación de agravio. Cuando hablamos de educación, esta tarea casi siempre es tomada por la mujer. Las madres participan activamente en el proceso de desarrollo de sus hijos o hijas (asisten a reuniones en la escuela, preparan la lonchera, ayudan en las tareas, indagan sobre los problemas e inquietudes de sus hijos). El varón en cambio suele preocuparse por cubrir los gastos, no participa activamente ni acompaña a su pareja en esta importante tarea.
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Las aspiraciones de las mujeres por una formación como trabajar, estudiar, capacitarse, o participar en política, con frecuencia no pasan de un QUERER. La carga en el hogar (crianza de los hijos e hijas, limpieza, preparación de alimentos) disminuye el tiempo para asumir responsabilidades. El varón trasciende esta esfera de lo familiar, participando en otras actividades como deporte, recreación, entre otros espacios. Tanto varón como mujer deben compartir las tareas del hogar, contribuyendo cada uno al bienestar de la familia. Nuestros líderes de la comunidad –durante una reunión – tienden a dar mensajes que resultan discriminadores; en vez de alentar, indisponen y desaniman a los participantes: “nosotros los hombres”, “solo las mujeres podemos…”; “las mujeres haremos lo más fácil, y los varones que realicen esto que es más difícil”.
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Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
La comunicación sirve para que la familia se ponga de acuerdo en la distribución de las tareas del hogar, motivando así la participación y la solidaridad.
Existen barreras de comunicación que impiden relacionarnos adecuadamente entre mujeres y varones. En la sociedad donde vivimos, las diferentes realidades muestran la gran diversidad sociocultural. Nuestras diferencias de cultura, género, personalidad y religión, dejan entrever un sin fin de canales comunicantes.
Así se torna difícil analizar quién posee una mejor comunicación y quién no. A pesar de estas falencias, es posible identificar cuáles son los errores que nos dificultan el entendimiento con los demás, en especial entre ambos sexos. Señalamos a continuación las actitudes que adoptamos varones y mujeres, que al actuar como barreras, impiden una adecuada comunicación. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género • Aconsejar sin que nos lo pidan: Al intentar guiar al otro no tenemos conciencia de poder equivocarnos. Nos dirigimos a los demás como a nosotros mismos, ya que es casi imposible comprender a profundidad la situación que vive la otra persona. Ejemplo: • Los varones quieren dar consejos a las mujeres y viceversa; sin embargo, aunque la intención sea positiva, es el individuo quien vive una determinada situación y por ende, debe buscar una solución propia.
La labor afectiva en la crianza de los hijos e hijas, tradicionalmente se deja en manos de la madre.
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Juzgar o criticar la actitud de los demás en función de su género: Siempre se escucha decir “no sabes lo que dices, tenías que ser mujer”, “estás totalmente equivocado, todos los varones dicen lo mismo”. Aunque el acto anterior sea una certeza, volvemos a remarcar esa distancia hasta romper todo vínculo de comunicación. A nadie le agrada ser acusado de manera frontal sin razón alguna, y más aún, si se remarca la diferencia de género. Desmoralizar o ridiculizar: Si existe un calificativo negativo o un agravio verbal en medio de la comunicación, lo único que conseguimos es agredir a nuestro interlocutor, afectando su autoestima y exponiéndonos a una respuesta con violencia. De esta forma, la comunicación se quiebra y sobre todo, será muy difícil reconstruirla. Este rasgo es típico en situaciones de violencia familiar. En una situación de violencia psicológica –por lo general – el varón es quien humilla a la mujer a través de la palabra, la hace sentir inferior a él sometiéndola a través de términos soeces y ofensivos. Una mujer
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que recibe este tipo de maltrato tiende a verse en ella rasgos traumáticos e incluso puede llegar a enfermarse. • Oír sin escuchar: No permitir que el otro se exprese o mostrar desinterés por lo que nos comunica, denota una actitud de indiferencia ante los problemas e inquietudes de los demás: “las mujeres siempre se quejan de todo”, “qué puedes hacer, la vida es así”. Estos enunciados nos indican –al parecer – que no tiene importancia lo dicho y lo que se quiere decir. Aparece allí una sensación de incomprensión. Incoherencia y cinismo: Realizar acciones que no concuerdan con el discurso que divulgamos ante los demás; ello se refleja en el incumplimiento de las promesas o amenazas que intentamos decir. En la sociedad en que vivimos es común escuchar al individuo al hablar de su pareja “yo soy fiel a mi esposa. Ella no se entera de mis aventuras”; o líderes democráticos al referirse a la construcción de la familia como unidad social “para mí, mujeres y varones son iguales, pero en mi casa manda mi esposo”. Lo que genera este tipo de afirmaciones es confusión y desconfianza, pero extrañamente una aceptación cínica a la vez de esta comunicación engañosa.
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
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El niño o niña desde que nace, necesita sentir el afecto del padre y de la madre. Esta forma de comunicación no verbal contribuye con la seguridad emocional de la persona.
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Exigir cambio de actitud: No podemos exigir algo que nosotros no concebimos como propio o simplemente no lo podemos hacer. Imponer que el otro se rectifique o cambie de actitud, demanda en nosotros la predisposición de realizarnos correctamente en la comunicación para que se desarrolle sin percances. Por lo tanto, si las mujeres exigimos respeto gritando o a través de insultos, ¿cómo esperamos que nos respeten?; ¿cómo pretenden que las mujeres participemos en una reunión, si no toman en cuenta nuestro punto de vista? Generalizar: La idea de poner a las personas en un “mismo saco” y categorizarlos como individuos homogéneos, sin considerar y tomar en cuenta las diferencias que existe entre una y otra persona, puede generar disgusto o rechazo entre dos o más individuos comunicantes. Por esta razón debemos tener cuidado al momento de emitir ciertos enunciados, para así evitar los conflictos: “todos los hombres son iguales”, “las mujeres solo sirven para la cocina”, “es deber de las madres atender a sus hijos, los hombres son los que llevan el pan al hogar”, “debes estudiar ingeniería, es carrera para hombres”.
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2. EQUIDAD DE GÉNERO Una forma de “marcar distancia” es la discriminación por género Cada día, desde diferentes espacios –profesional, familiar e íntimo–, observamos cómo las mujeres tratamos de superar el “eterno conflicto” por cumplir la jornada diaria de trabajo fuera de casa, enfrentar a solas los quehaceres del hogar, impuesta por el discurso machista que presupone esta actividad como algo “natural” en nosotras Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
El silencio comunica indiferencia y pasividad. En una relación de género, puede generar conflicto y este a su vez resentimiento tanto en el varón como la mujer.
De igual manera, el acceso a cargos políticos, administrativos –trascendentales para la toma de decisiones– no siempre garantiza la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres; más aún, algunas veces produce situaciones de exclusión y autoritarismo ejercidos tradicionalmente por el ambiente masculino Un acto comunicacional no se encuentra libre de reproducir estas formas de relación entre géneros, donde se considera inferior a lo femenino respecto a lo masculino. Estamos familiarizados con que la mujer solo escuche sin opinar, a que hable en voz baja y si dice algo, no lo tomamos en cuenta. Ella influye en las decisiones, pero quien las socializa es el varón. A la mujer se le pide participación –sobretodo en cuestiones domésticas–, se duda de su capacidad analítica, el aporte de ideas y planteamiento de soluciones, entre otros aspectos trascendentales para la
vida en sociedad. Se subestima nuestro rol de mujer/madre, ya que una no debe interponerse sobre otra porque ambas contribuyen con una óptima calidad de vida en una sociedad En conclusión, solemos asociar a las mujeres con lo afectivo, ternura, dependencia, cuidado de los demás, intuición, pasividad; mientras que a los varones con seguridad, fuerza, independencia, actividad, impulso sexual. Estos modelos se transmiten en la interactuación entre individuos, generando discriminación, en vez de sugerir un respeto por la diferencia de géneros sin dejar de lado las mismas oportunidades entre estos mismos. Ambos deberían complementarse a favor del desarrollo de nuestra sociedad La discriminación segrega a un grupo de personas, atentando contra la equidad. En este sentido, la discriminación trae consigo también la distinción de varones y mujeres, cuya base sustenta la supuesta supremacía de uno de los géneros. En nuestra sociedad el dominante es el masculino. Reconocer las diferencias entre las personas es saludable, siempre y cuando se las respete. El respeto a las diferencias genera armonía y tolerancia, es elemento indispensable para mantener una comunicación elocuente. Cuando dialogamos con alguien es importante considerar su condición de individuo, más allá de su sexo; así contribuimos con la equidad de género. Pero al hablar de este tema, casi siempre pensamos en fantasmas sociales o conductas colectivas que asimilamos de forma inconsciente: “mi abuela decía: permanecer en el hogar depende más de la mujer que del varón”. Derrotar estos prejuicios y modelos culturales que relegan el rol de las mujeres requiere un trabajo permanente, nos exige además el uso de las herramientas comunicativas para lograr una equidad. Podemos afirmar que hoy en día atravesamos una época propicia donde mujeres y varones pueden tener las mismas oportunidades, obligaciones hasta concretar así la equidad de género Para que una sociedad sea autosuficiente de forma inclusiva, requiere que las mujeres también jueguen un papel central en las actividades económicas, sociales, políticas, culturales, entre otras. Si tenemos mejores oportunidades de educación, salud, trabajo y participación en general, los beneficios darán frutos en la comunidad. Es importante Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Si las mujeres necesitamos algo tenemos que decirlo o hablarlo, si callamos es una manera de ir contra nuestros derechos.
comprender que esta equidad se direcciona también hacia una justicia en la distribución de beneficios y responsabilidades: darle a cada quien lo que necesita para desarrollarse como ser humano. Nos comunicamos sin tomar conciencia de la importancia en la equidad de género. La trascendencia que posee toda comunicación hace de ella un elemento socializador primordial: El aprendizaje de roles y modelos que adjudicamos a las personas según su sexo, se realiza de una manera constante y sutil a través de nuestra forma de hablar, de nuestras expresiones y medios de comunicación (radio, televisión, revistas y periódicos). Incluso en los espacios íntimos, reforzamos comportamientos relacionados con un desigual reparto roles. Unas descripciones breves sobre algunas formas de comunicación sin equidad de género, nos ayudarán a reflexionar al respecto • • Se habla mucho menos de lo que realizan las mujeres: En relación al trabajo, podemos decir que las funciones que desempeñan las mujeres son socialmente invisibles (se toman menos en cuenta, se hablan menos de ellas o se dan por hecho).
Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
En el plano laboral aún se subestima las capacidades de las mujeres, los cargos públicos por lo general lo asumen varones, situación que suele evidenciar los prejuicios laborales en contra de la mujer. •
Ejemplo: • • Una excelente secretaria permanece oculta; mientras que su jefe es quien recibe las felicitaciones por realizar una buena gestión. Sin ella ese trabajo no hubiera trascendido Solo las mujeres hablan de equidad de género: Por lo general los esfuerzos por posicionar este enfoque, son asumidos por las mujeres como responsabilidad única y exclusiva. Ellas son quienes tienen la última palabra sobre los asuntos que implican equidad de género y la lucha por sus derechos. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Ejemplo: • En una reunión, cuando se trata el tema de equidad de género, algunos participantes varones se retiran excusándose de que “ése” es tema de mujeres. La imagen femenina de la TV: Los medios de comunicación sobreexplotan la imagen de la mujer con criterios mercantilistas, subordinando sus méritos intelectuales además de su capacidad profesional.
Las mujeres demuestran sus capacidades a través del diálogo y
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Ejemplo: •
participando en la toma de decisiones. El respeto a las diferencias de Los concursos de belleza han género parte por el respeto de la persona hacia sí misma y hacia los demostrado más de una vez demás, especialmente en una situación de diálogo. que lo más importante es verse bien, aunque las concursantes no sepan mucho de cultura y conocimientos en general
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La agresión verbal: Parece ser una de las características más comunes de la violencia entre géneros; afecta a una cantidad elevada de mujeres, ya que es el motor de las manifestaciones más extremas de desigualdad y discriminación. Atentan contra la estima personal, además se llega a pasar por alto sin denunciarse.
Ejemplo: • Los insultos, agravios, ofensas, humillaciones y desprecios hacia una mujer pueden ser mucho más perjudiciales que un gesto o un golpe.
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La discriminación por género hace uso del lenguaje o la comunicación verbal para señalar la inferioridad de la mujer frente al varón.
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El jefe de familia, líder de la comunidad. Cuando nos referimos a una estructura social, permanece todavía en nuestros esquemas mentales la imagen de la autoridad representada por un varón, porque impera la noción que “es capaz de hacer respetar al grupo por ser el más fuerte”. Sin embargo debe considerarse como autoridad a quien tenga la capacidad de responder ante el compromiso asumido de conducir a su colectividad.
Ejemplo: • • En una familia monoparental –donde la madre es soltera– debe asumirse que ella es la “jefa de la familia” en vez de creer que ese grupo no tiene responsable alguno. El abuso “de masculino” genérico: Se manifiesta a través de nuestro discurso cotidiano –hogar, centro de trabajo, amistades, entre otros–. Tiene que ver con cuestiones gramaticales, pero podemos esforzarnos en estructurar y practicar un correcto designio de las personas respetando su género. Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
Ejemplo: • Podemos decir “los líderes y las liderezas”, aunque lo correcto sería “las líderes” al momento de referirnos al género femenino; evitar “los profesores” y decir “el profesorado”; en vez de “los participantes”, “las personas quienes participan”.
A través de la comunicación verbal es posible acortar las brechas de género. Expresar el reconocimiento genera un ambiente de armonía y respeto.
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La tecnología extiende la brecha entre géneros: Actualmente, la comunicación utiliza la tecnología, promoviendo nuevas formas de relación entre las personas. La experiencia en nuestra sociedad, da a conocer que las mujeres no manejan tan bien como los varones el celular, internet o la computadora, aunque existen excepciones. Sabemos que es la práctica la que permite un buen uso de estos instrumentos tecnológicos; sin embargo, las mujeres disponen de menos tiempo para usar estos dispositivos por la carga laboral fuera y dentro del hogar.
3. COMUNICACIÓN Y EQUIDAD DE GÉNERO Guía de comunicación inclusiva con equidad de género Comunicarnos más para vivir mejor. Saber “qué” comunicamos y cómo lo hacemos son las condiciones indispensables para relacionarnos, teniendo en cuenta o no el sexo de cada persona. En una situación social, tanto mujeres como varones podemos presentar dificultades. Estas diferencias muchas veces generan conflictos y problemas de entendimiento, por lo que se hace necesario motivar la armonía entre mujeres y varones, promoviendo una comunicación inclusiva que refleje las siguientes características: • Respeto y tolerancia: Aceptar a un individuo tal como es, tomar en cuenta sus opiniones, sus sentimientos, considerando las diferencias y oportunidades para enriquecer la relación sin que fuera un obstáculo. Esto implica también saber reconocer nuestros errores y debilidades. Claridad y objetividad: Lo dicho no debe generar confusión, es mejor si nos comunicamos con autenticidad. Evitemos el doble sentido, tratemos de ser imparciales yendo al grano; sobre todo, respetando nuestra posición y la de los demás. Precisión y oportunidad: Al comunicarnos otorguemos una información completa en el momento preciso, considerando el efecto que queremos conseguir. En una situación de consulta, socialización o toma de decisiones, recojamos la opinión de todos y todas. Conocimiento mutuo: Si sabemos que somos diferentes, comprenderemos también que es necesario conocernos mejor para lograr un diálogo inclusivo. Hay que desarrollar intereses sobre lo que piensa el otro y ahondar en sus deseos. El diálogo es una herramienta que facilita una relación positiva. Empatía y escucha activa: El primer concepto se entiende por colocarnos en el lugar de nuestros interlocutores –varón o mujer–, para entender sus motivos. La escucha activa se relaciona con el comprender los mensajes de la persona que nos está hablando o desea comunicarnos algo. Para lograrlo, es importante observar y prestar atención sin distraerse y evitar interrumpir el intercambio de información.
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Documentos de consulta: • • • • • • • • El mundo se habla en masculino y femenino. Guía para el uso de lenguaje inclusivo. MIMDES. Lima. 2011. Igualdad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI. Las cuatro conferencias mundiales sobre la mujer. ONU. Nueva York, 2000. Masculinidades y políticas de equidad de género en América Latina. Reflexiones a partir de la encuesta IMAGES. OPS/EME, 2012. Plan nacional de igualdad de oportunidades entre mujeres y varones 2006-2010. MIMDES. 2005. Trabajando juntos. Sherod Miller, Daniel. Wackman. México, 1990. Psicología Social. Catacora Lucio y cols. UNSA/UPCP. Lima, 2009 www.flora.org.pe/biblioteca.html www.mimdes.gob.pe Guía de comunicación inclusiva con equidad de género
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Saber “qué” comunicamos y cómo lo hacemos son las condiciones indispensables para relacionarnos, teniendo en cuenta o no el sexo de cada persona. En una situación social, tanto mujeres como varones podemos presentar dificultades. Estas diferencias muchas veces generan conflictos y problemas de entendimiento, por lo que se hace necesario motivar la armonía entre mujeres y varones, promoviendo una comunicación inclusiva que refleje las siguientes características: Respeto y tolerancia, Claridad y objetividad, Precisión y oportunidad, Conocimiento mutuo, Empatía y escucha activa.