FAIRTRADE Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Dossier: FAIRTRADE Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE Aportaciones a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Rio+20
Introducción
Fairtrade es un movimiento global de certificación de productos de comercio justo, que trabaja para erradicar la pobreza y la injusticia en el mundo, ofreciendo a pequeños productores, y trabajadores del Sur, mejores condiciones de comercio y oportunidades para mejorar sus vidas e invertir en su futuro. Más de 6 millones de personas, entre agricultores, trabajadores y sus familias, en 60 países, se benefician directamente de la venta de productos certificados con el sello Faitrade. Fairtrade es también una herramienta poderosa para los consumidores que, a través de su compra diaria, pueden colaborar en la reducción de la pobreza. Fairtrade es la certificación más reconocida mundialmente por los consumidores interesados en una compra más ética. Fairtrade International (FLO), es una organización no gubernamental, independiente y sin ánimo de lucro, que engloba a 22 asociaciones nacionales y tres redes continentales de productores de América Latina, África y Asia. Su trabajo principal es fijar los estándares Fairtrade, que tienen validez a nivel global, así como prestar apoyo a los grupos productores en el Sur a través de asesores locales.
Comercio Justo y Desarrollo Sostenible – Consideraciones iniciales
El vínculo directo que existe entre desarrollo sostenible y consumo sostenible es patente. Hablamos de un consumo responsable en el sentido ecológico y también en el sentido social, ya que la pobreza es el primer enemigo de la sostenibilidad. La resolución que promovió la celebración de la Cumbre de la Tierra 2012 (Rio+20) vuelve a afirmar que: “cambiar modelos de producción y consumo insostenibles (…) son objetivos globales y requisitos esenciales para un desarrollo sostenible”. Reitera también que “cambios fundamentales en la manera en que las sociedades producen y consumen son indispensables para conseguir un desarrollo sostenible global” y que “todos los países deberían promover patrones de consumo y producción sostenibles con los países desarrollados”. El informe Brundtland, elaborado en 1987 para Naciones Unidas, y que utilizó por primera vez el término ‘desarrollo sostenible’, ya explicó en detalle el vinculo claro existente entre consumo sostenible y desarrollo sostenible. Aunque este vínculo fuera reforzado en la Agenda 21, no ha habido cambios notables en los patrones de consumo a nivel global en las últimas décadas. Modelos de producción y consumo insostenibles han provocado una grave degradación medioambiental y social. Además, el modelo económico actual permite el mantenimiento de relaciones comerciales gravemente injustas y no consigue ni erradicar la pobreza, ni proveer medios de vida sostenibles u oportunidades de crecimiento a las personas en países en desarrollo. Una “carrera hacia el fondo”, con efectos medioambientales y sociales demasiado graves. A pesar de ello, cada vez más consumidores se resisten a la tendencia global y, a través de sus compras diarias, apoyan sistemas como Fairtrade, que ofrece a productores y trabajadores mejores condiciones comerciales, permitiéndoles mejorar sus prácticas productivas, tener unos ingresos más estables e invertir en sus comunidades.
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A través del Comercio Justo, los productores son capaces de acceder a mercados que reconocen sus esfuerzos por mejorar sus prácticas sociales y medioambientales, pero que también les reconocen como socios comerciales en igualdad de condiciones. Al acercarse la Cumbre de Rio+20, las propuestas para moverse hacia una economía verde (en el contexto del desarrollo sostenible y de la erradicación de la pobreza) son bienvenidas. Es preocupante, sin embargo, que aunque todo el mundo esté de acuerdo que la sostenibilidad es un problema económico, medioambiental y social, el foco sigue puesto, sobre todo, en temas medioambientales. El argumento en vigor es que el bienestar humano aumentará con la implantación de una economía verde. La realidad, no obstante, es que esto no es así. El quinto principio de la declaración de Rio sobre Medio Ambiente y Desarrollo estipula que: “erradicar la pobreza es un requisito indispensable para un desarrollo sostenible”. El desarrollo sostenible, entendido por tanto como “el desarrollo que cubre las necesidades del presente sin disminuir las posibilidades de las generaciones venideras de cubrir sus propias necesidades”, tal y como lo definió la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, sólo se consigue a través del equilibrio entre los aspectos económicos, medioambientales y sociales, ninguno puede sacrificarse a costa del otro, ya que son interdependientes.
El Comercio Justo como Buena Práctica
La creciente popularidad del Comercio Justo en las dos últimas décadas demuestra el apetito de la gente por consumir de manera más sostenible, desde un punto de vista económico, medioambiental y social. También demuestra que otro modelo económico es posible. Rio+20 representa una oportunidad única para cambiar la trayectoria del patrón de consumo y producción actual.
Sobre producción sostenible
Al final de la cadena de producción (o al inicio, según como se mire), los productores sienten la presión de entregar productos y servicios a un precio cada vez más bajo. Pero prácticas de producción medioambiental y socialmente sensatas sólo pueden lograrse si son económicamente factibles. En Fairtrade creemos que la capacidad de las personas para recurrir a prácticas de cultivo y sociales sostenibles depende en gran parte de sus ingresos y del nivel de vida. Por eso el precio mínimo Fairtrade, que se aplica a la mayoría de los productos certificados, está fijado para cubrir los costes de una producción sostenible. El llamado Premium Fairtrade, una cantidad adicional que se paga a los productores por los productos de Comercio Justo que venden, se invierte por ejemplo en proyectos de mejora de las técnicas de producción, para reducir el impacto medioambiental, aumentar las cosechas, así como de preparación del terreno para una conversión al cultivo orgánico. Actualmente, más del 40% de los productos Fairtrade también tienen una certificación orgánica. Instamos a los gobiernos a: • Promover la consecución de medios de vida sostenibles, a través del pago de precios justos y el otorgamiento de poder/capacidad de participación política a pequeña escala a hombres y mujeres productores, como pieza clave para conseguir un sistema de alimentación sostenible y humano. Promover la entrada de los productores al sistema comercial bajo las condiciones del Comercio Justo y facilitar el acceso a sistemas como 3
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Fairtrade, que ponen a los productores en condiciones de salir de la pobreza comerciando. • Apoyar la creación de un entorno que permita a los productores de Comercio Justo cumplir con las expectativas del mercado en una economía más verde, a través mecanismos de financiación apropiados (p.ej. Financiación para la adaptación al cambio climático).
Sobre consumo sostenible
En el contexto de una economía verde, la agenda de consumo sostenible se centra en la necesidad de minimizar el impacto medioambiental, sin considerar la posibilidad de maximizar el impacto social y económico de nuestras compras. La difícil situación de los agricultores desfavorecidos en los países en desarrollo, especialmente los hombres y mujeres agricultores a pequeña escala, sigue siendo un problema global ya que empeoran las situaciones de pobreza y desigualdad. Instamos a los gobiernos a: • Reconocer que el consumo sostenible tiene que considerar tanto la minimización del impacto medioambiental, como la maximización del impacto social y económico de nuestras compras. Implementar políticas nacionales de compra sostenible que incluyan el suministro de productos de Comercio Justo. Las directrices de compra de Comercio Justo referente a uniformes de algodón, productos alimenticios y bebidas tienen que estar incluidas en las políticas de compra tradicionales de las administraciones públicas y complementar la compra verde a escala nacional y local. Promover el apoyo mutuo entre comercio y desarrollo sostenible, proporcionando incentivos a los productos de Comercio Justo o a productos que cumplan ciertos estándares medioambientales, sociales y de derechos humanos, especialmente garantizando ingresos justos para los productores y salarios dignos a los trabajadores agrícolas.
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Sobre el rol del sector privado en el desarrollo sostenible
Existe un creciente interés y apoyos al sector privado como actor para conseguir resultados en el ámbito de la sostenibilidad. Instamos a los Gobiernos a seguir apoyando • El rol del sector privado, bajo la premisa de que contribuya al desarrollo humano de la gente que vive en los lugares donde ejerce sus intervenciones. En particular, instamos a los gobiernos a priorizar la participación de los pequeños productores y otros actores privados de pequeña escala en tales asociaciones. Sistemas de certificación creíbles, transparentes, gobernados por y propiedad de múltiples participantes, como Fairtrade.
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El comercio puede ofrecer resultados sostenibles, pero sólo si se pone en marcha un entorno político internacional que posibilite la asociación de todos los actores. Esto incluye no sólo a los gobiernos nacionales, sino también a las autoridades locales, los consumidores y el sector privado en cadenas de subministro globales. Instamos a los gobiernos a que manden sus Jefes de Estado o de Gobierno a Rio+20, y que a que comprometan y asuman con nuestras reivindicaciones.
Dossier redactado de acuerdo con posicionamiento de Fairtrade International, traducido del inglés por Claire Estor.
Para más información:
Gudrun Schlöpker Comunicación y Prensa comunicacion@sellocomerciojusto.org www.sellocomerciojusto.org, // Teléfonos: 91 543 33 99 y 649 99 47 28
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Datos
El vínculo directo que existe entre desarrollo sostenible y consumo sostenible es patente. Hablamos de un consumo responsable en el sentido ecológico y también en el sentido social, ya que la pobreza es el primer enemigo de la sostenibilidad.
La resolución que promovió la celebración de la Cumbre de la Tierra 2012 (Rio+20) vuelve a afirmar que: “cambiar modelos de producción y consumo insostenibles (…) son objetivos globales y requisitos esenciales para un desarrollo sostenible”. Reitera también que “cambios fundamentales en la manera en que las sociedades producen y consumen son indispensables para conseguir un desarrollo sostenible global” y que “todos los países deberían promover patrones de consumo y producción sostenibles con los países desarrollados”.